Caputo, ministro de Economía, y Bausili, presidente del BCRA.
Luis Caputo se reunió con los bancos para ofrecerles que canjeen sus pases por una nueva letra que emitirá el Tesoro, a fin de reducir el pasivo del Banco Central y la emisión monetaria que conlleva. Ahora bien, lejos de despejar el problema, esto agravará la hipoteca del Tesoro, aumentando el riesgo de default, lo cual compromete seriamente los depósitos de los ahorristas.
Como anunció en conferencia de prensa, el ministro de Economía pretende crear un nuevo instrumento financiero, denominado “letra de reprogramación monetaria (Leremo)”, con el objetivo de desarmar los $18 billones en pasivos remunerados del Central, de los cuales $12 billones estarían en manos de entidades públicas y $6 billones en bancos privados. La letra de reprogramación será emitida por el Tesoro pero quedarán depositadas en el BCRA, y su tasa será similar a la que fija la autoridad monetaria.
El objetivo del gobierno es reducir la emisión monetaria que le insume al BCRA hacer frente a los intereses de su pasivo remunerado, la cual está empujando las cotizaciones de los dólares financieros. En el mismo sentido, busca mayor libertad para subir la tasa de referencia del BCRA sin que agrave el peso de los intereses que debe afrontar la entidad. Sucede que haber bajado la tasa durante todos estos meses para que los bancos se desprendan de sus Leliqs y migren al Tesoro hizo que invertir en plazo fijo fuera menos atractivo, incentivando la corrida al dólar.
Los bancos presentan dudas sobre si aceptar la oferta de Caputo, conscientes que si se agranda la deuda del Tesoro los intereses se volverán impagables, frente a lo cual el gobierno tendrá dos opciones: o cancelar los pagos apelando a la emisión, con lo que el canje no tendría sentido alguno, o bien, defaultear, desatando una enorme corrida cambiaria e incluso bancaria, ya que parte de los depósitos bancarios están calzados en estos instrumentos.
A su vez, difícilmente esta ingeniería financiera logre achicar la creciente brecha cambiaria, porque el telón de fondo de esta última es la crisis de reservas. El Banco Central finalizó junio con un saldo negativo de U$S 84 millones, debido a que el agro retuvo gran parte de su cosecha para presionar por una devaluación. En junio la liquidación de dólares del campo fue 24% menor que en mayo, según los datos de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina y el Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-Cec).
El gobierno está en una encrucijada porque si devalúa enardece la inflación y si mantiene el 2% de crowling peg prometido se queda sin divisas, en un segundo semestre plagado de vencimientos de deuda externa y en el que deberá importar energía durante el invierno. Por otra parte, con 1500 puntos del riesgo país restructurar esos vencimientos, o bien, contraer nuevos préstamos internacionales, acarrearía intereses ultrausurarios para el país. De todas maneras, Caputo ha ido en busca de esos créditos y por el momento viene fracasando.
Así las cosas, la promesa oficial de levantar el cepo cambiario aparece cada vez lejana. Otro obstáculo para ello es que el stock de puts asciende a $16,5 billones según la consultora 1816, una bomba de tiempo que el propio gobierno estimuló y que ahora no sabe cómo desactivar. Dicho sea de paso, esos seguros de liquidez constituyen otra “canilla de emisión”; el Banco Central ya tuvo que imprimir billetes por $2,5 billones por los puts activados.
Lo cierto es que el deseo de Caputo de que “los bancos comiencen a trabajar como bancos para prestarles al sector privado”, parece inviable a la luz de la depresión económica que generan las políticas gubernamentales. Mientras tanto, les ofrece una nueva letra para que sigan provocándole costos usurarios al Estado.
El rumbo económico del gobierno se encuentra completamente empantanado y no hay Ley Bases ni disparates del presidente que revierta esa impasse sin ir a un conflictivo proceso que lleve a la quiebra a una parte de la clase capitalista. Solo un gobierno de trabajadores dispuesto reorganizar la economía sobre nuevas bases sociales puede alumbrar una salida positiva a tamaña crisis.
Sofía Hart
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