El gobierno nacional informó la disolución de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) y el regreso al esquema de la Secretaría de Inteligencia del Estado (Side) menemista bajo el control del presidente Javier Milei. El gobierno de las causas armadas contra los piqueteros y la infiltración policial en las manifestaciones, se hace de una nueva herramienta para la represión interna, el espionaje y los carpetazos: la madre de los oficios de todas las castas.
La nueva-vieja Side continuará a cargo del hasta ahora interventor de la AFI Sergio Neiffert, un hombre de Santiago Caputo –quien gana poder dentro el gobierno-, y estará conformada por un Sistema de Inteligencia Nacional (SIN) al frente de cuatro organismos: El Servicio de Inteligencia Argentino (SIA), la Agencia de Seguridad Nacional (ASN), la Agencia Federal de Ciberseguridad (AFC) y la División de Asuntos Internos (DAI).
La disolución de la AFI fue fundamentada por ser “utilizada para actividades espurias como el espionaje interno, el tráfico de influencias y la persecución política e ideológica”, por parte de un gobierno que en menos de un año se caracterizó por infiltrar servicios y provocadores en las manifestaciones, armar causas truchas contra las organizaciones sociales y piqueteras y que actualmente es denunciado por practicar inteligencia sobre los detenidos en la manifestación contra la Ley Bases.
Neiffert, además, tendrá a su favor el control de fondos discrecionales, partiendo de los conocidos fondos reservados de la Side, y llegando incluso a recursos de Defensa, las Fuerzas Armadas y los fondos reservados de Seguridad. Una potencial crisis con Bullrich y Petri, que adiciona una nuevas crisis política a las camarillas gobernantes.
No solo vuelve la denominación de los servicios menemistas que cubrieron las huellas del atentado a la Amia, sino que también regresará parte del elenco, entre ellos Alejandro Walter Colombo, exdelegado de la Side en Roma vinculado a Antonio Stiuso, al frente del SIA. Juan Bautista “Tata” Yofre, ex secretario de Inteligencia del Estado y defensor de los genocidas, para asumir al frente de la Escuela Nacional de Inteligencia. Y el comisario General retirado Pablo Cecati, recientemente purgado por el jefe de la Policía Federal Argentina y exjefe de la custodia presidencial de Macri, designado en la ASN.
Con estas reformas, el gobierno crea la Agencia Federal de Ciberseguridad (AFC), que supuestamente “evaluará, planificará y desarrollará soluciones para la detección y contención de ciberataques contra la infraestructura informática crítica en el país”, por parte de una gestión que se ha profesionalizado en el arte de manipular y controlar las redes sociales, lo que abre distintos interrogantes sobre un eventual espionaje, censura y persecución interna.
El rearmado de los servicios de inteligencia se da de la mano de profundizar la línea de una inteligencia ligada a las necesidades políticas del plan de ajuste del gobierno, como lo ha demostrado la política del Ministerio de Seguridad enfocada en la represión de manifestaciones y no en el crecimiento del narcoEstado.
El Ejecutivo nacional busca tomar control de esta herramienta barajando y repartiendo de vuelta, aunque con los mismos vicios que todas las gestiones anteriores: después de todo, los servicios de inteligencia no son más que una agencia más de los intereses imperialistas en la región. Cabe recordar que el último aspirante al control de la ahora ex AFI, Nicolás Posse, tuvo que retirarse del gobierno debido, en parte, a su reticencia al alineamiento de Milei con Donald Trump y la ultraderecha mundial.
Los servicios de inteligencia son un instrumento más de dominación del Estado contra los trabajadores, plagados de elementos antiobreros y antipopulares, razón por la cual deben ser disueltos pro completo. Además de investigar a fondo las implicancias de estos y sus “hombres” en diversos negocios y crímenes contra la población.
Marcelo Mache
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