Según el gobierno, esta ida y vuelta de pesos permitiría mantener estable la masa de dinero circulante -lo que Caputo llamó “emisión cero” de pesos-. En el credo de Milei, ello conduciría también a la “inflación cero”. Todo esto constituye un gran fraude, puesto que existe una gigantesca masa de moneda contenida en diferentes instrumentos de deuda, del Banco Central y del Tesoro. Cuando a la circulación monetaria se le suma ese endeudamiento, el valor de la base monetaria no ha cesado de crecer desde que asumieron Milei y Caputo. Una salida de los especuladores de estos instrumentos de deuda para comprar dólares provocaría una corrida cambiaria. Es lo que se insinuó en los últimos días, cuando el dólar paralelo llegó a los 1500 pesos.
La medida anunciada este sábado apunta a frenar la corrida, pero correrá el destino de los últimos manotazos oficiales: acentuar la crisis. El gobierno le pagará a los exportadores emitiendo 900 pesos por cada dólar oficial que compre. Pero “recomprará” esos pesos ofreciendo verdes a unos 1450 pesos, que es la cotización de los dólares CCL. Con este régimen organizado de fuga de divisas, por cada 100 dólares liquidados por los exportadores el banco Central terminará reteniendo solamente 35 o 40 dólares. Caputo y Milei suponen que esta sangria de las reservas internacionales terminará bajando el precio de los dólares financieros y paralelos, llevando a sojeros y cerealeras a acelerar la venta de la cosecha acaparada (el valor del dólar reconocido al agronegocio es una mezcla del dólar oficial de 900 pesos y el financiero de 1400 pesos).
Caputo sueña con un dólar unificado de 1100 pesos. Pero los exportadores ven las cosas al revés: Cachanovsky, economista ligado al agronegocio, ha denunciado la “doble estafa” oficial contra el “campo”-comprarle dólares a 900, para luego vendérselos un 60 % más caros-. Los que reclaman el levantamiento del cepo suponen que, con la actual penuria de reservas internacionales, el dólar se unificaría en los 1400 pesos. En suma, otra megadevaluación.
Los acreedores de la deuda pública, entre ellos el FMI, también abogan por ese salto cambiario, al que consideran el mejor camino para acumular reservas que permitan afrontar los compromisos de deuda. Por eso, el anuncio de Milei-Caputo, que va en sentido contrario, conducirá a otro choque con el FMI. La percepción de que el Banco Central será una puerta giratoria con los dólares que reciba, puede precipitar una ola vendedora de títulos de la deuda argentina y, por lo tanto, un derrumbe de su cotización.
Algunos suponen que el respaldo no explicitado de esta aventura es el ingreso de un megapréstamo internacional, o de los fondos del escandaloso blanqueo de capitales establecido en la ley Bases. Cualquiera de las dos cosas son paliativos tardíos para una crisis que se acelera.
El gobierno liberticida ha quemado las naves con la excusa de liquidar la inflación, a la que asocia con la moneda formalmente en circulación. Pero la tendencia devaluatoria e inflacionaria salta por todos los poros: las tarifas están “contenidas”, y los monopolios energéticos esperan otro salto en los próximos meses. La penuria de reservas internacionales, agravada por las nuevas medidas, obligará a los importadores de insumos a hacerse de dólares “caros” a través del mercado financiero -otra presión sobre los precios internos-. Mientras tanto, el gobierno no ha cerrado con los bancos la crisis abierta por la transferencia de la deuda del Central al Tesoro. La nueva aventura anunciada el sábado acentuará la desconfianza de los banqueros. Para respaldar la deuda, el gobierno ofrecerá la alternativa de un ajuste más feroz sobre salarios, gastos sociales y jubilaciones; con ese fin, y la mediación de los bloques “dialoguistas”, la ley de movilidad previsional que aseguraba un tibio aumento de los haberes ha sido congelada.
Milei le ha jugado sus fichas económicas y políticas a Caputo. Se ha subido al plan deflacionario porque quiere evitar que otro salto cambiario e inflacionario haga volar por los aires los pagos de la deuda atada al dólar o a los precios. Pero por sobre todas las cosas, teme como a la peste a la conmoción social que devendría de un nuevo salto inflacionario. El armado político libertario no resiste un rodrigazo después de otro rodrigazo. La crisis financiera y cambiaria que se acelera será también una crisis política.
Marcelo Ramal
14/07/2024
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