Según la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), el crecimiento de dos dígitos del consumo, observado durante ´la pospandemia´, sería cosa del pasado: “el último dato muestra un avance de apenas 1,5% y todo parece indicar que en mayo se observarán números negativos” (La Nación, 22/5). Otros relevamientos señalan que la caída del consumo es más pronunciada en el AMBA. Las compras con tarjeta de crédito venían en picada, con una caída del 16%. Las nuevas medidas apuntan a compensar este retroceso.
La situación se condice con un empobrecimiento masivo de los trabajadores. Los cómputos oficiales arrojaran que el 50% de los asalariados en blanco se encuentran por debajo de la línea de pobreza e ingresos familiares por debajo de los $150.000 (Clarín, 22/5). “Según la consultora LCG los salarios reales son un 24,9% inferiores que en noviembre 2017”, señala. “Mientras los trabajadores registrados muestran una caída del poder adquisitivo del 20,8% respecto a este último período mencionado, los informales son los más afectados”. La situación de monotributistas y trabajadores en negro, que conforman el 50% de la población laboral activa, es directamente desesperante. El encarecimiento de los alimentos y los alquileres impactan de lleno en la economía familiar de la clase obrera. El gobierno no tiene otra receta para ofrecer salvo estimular el endeudamiento de las familias trabajadoras. El uso de la tarjeta de crédito para las compras diarias es cada vez más frecuente. El poder de fuego de la medida, precipitada por el año electoral, es acotado, debido a la inflación y a las altas tasas de interés.
Las posibilidades de ampliar la capacidad de consumo de los trabajadores en el marco de un retroceso sostenido de los salarios por medio del crédito, se manifestará, más temprano que tarde, en un aumento de la mora en los pagos de la tarjeta.
Jacyn
22/05/2023
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