La larga entrevista que brindó Cristina Kirchner por C5N estuvo dirigida a reafirmar que no será candidata a ningún cargo, después de un par de días donde dijo lo mismo por las redes. Cabe preguntarse entonces por qué lo tuvo que reiterar. Ocurre que, como señalamos en estas páginas, el desistimiento de Cristina ha agravado la crisis política y principalmente, la crisis intestina en el gobierno. Pero si el reportaje de Duggan se proponía aventar esas disputas, lo más probable es que ocurra lo contrario.
Cristina insistió en atribuirle razones 'sociológicas' - “economía bimonetaria”- a la imparable desvalorización de la moneda nacional, sin preguntarse un solo momento sobre el fracaso monumental de su actual gobierno en aferrarse al peso a través del llamado “mercado local de deuda”. Buena parte del emisionismo desenfrenado de la gestión massista fue dirigido a rescatar a la deuda en pesos del Tesoro y del Banco Central. Es el agotamiento de esta tentativa el que echa nafta al fuego de la corrida cambiaria. En el interín, Massa aseguró la indexación de precios, tarifas, beneficios e intereses de deuda a costa de los únicos “no indexados” –trabajadores y jubilados. La tentativa de atribuir el “bimonetarismo” a una “compulsión argentina” es un monumental encubrimiento a esa operación de rescate sistemático del capital, a costa del mundo del trabajo.
Transiciones electorales
En uno de los pocos pasajes de la entrevista que lograron sorprender, Cristina culpó a Alberto Fernández por la recuperación electoral de Macri en las generales de 2019, después del holgado resultado de las PASO en favor del FdT. Cristina se lo atribuyó al consentimiento de Alberto a la disparada del dólar de entonces –“el dólar a 60 está bien”. Aquella declaración fue parte de un pacto político para pilotear esa transición explosiva. La vice no repara, sin embargo, que su renunciamiento en la actual transición electoral es lo más parecido a aquel gesto de Alberto Fernández. El desistimiento de Cristina es una tentativa por ayudar al recauchutaje del acuerdo con el Fondo, que quiere a Massa como “candidato único” para poder pilotear la crisis hasta diciembre o, al menos, hasta las PASO. La renuncia de Cristina se ha “medido” en la baja de los dólares paralelos y financieros, que le dieron al gobierno un alivio, aunque sólo de un par de días. Es que, además del “orden político”, el FMI le exige a Massa una devaluación en regla y mayores tarifazos, como condición para adelantarle los desembolsos previstos para el segundo semestre. Se trata de nafta al fuego sobre una inflación que ya se descuenta en el 9 o 10% para los próximos meses. A sabiendas de la “bomba” que se cuece en Washington, Cristina abrió el paraguas en C5N - “Sergio tiene una papa caliente”, dijo. Sabe que la transición massista podría volar por los aires antes de tiempo. Por eso, aprovechó el reportaje para sembrarle alternativas al propio Massa: Wado de Pedro, por un lado; del otro, el “peronismo”, o sea, el elenco de gobernadores que podrían aportar un candidato de emergencia. En cualquier caso, CFK advirtió sobre una elección de “tercios”, o, lo que es lo mismo, sobre la posibilidad de que el kirchnerismo-pejotismo quede afuera del ballotage. Un rato antes, había reivindicado la formación del FdT y la candidatura de Alberto para las elecciones 2019. En el conjunto, fue un llamado a “cerrar filas”. Pero las disputas en el oficialismo no siguen a las exhortaciones, sino al interés de las diferentes camarillas capitalistas en relación a la crisis actual. Con su renunciamiento, CFK ha retrocedido en su condición de arbitrar sobre esas disputas. El reportaje, con sus ambigüedades, lo puso de manifiesto.
Maslatón
El reportaje dejó una nota de color, aunque tal vez más que eso. Fue cuando Cristina confesó que le encanta (sic) Carlos Maslatón, el ex ucedeísta y ex mileista que ahora ocupa sus noches como columnista de C5N. Maslatón tiene una posición definida sobre el proceso económico en Argentina: es de los que opinan que, “superados los inconvenientes macro” (en buen castellano, la cesación de pagos) Argentina “explota” en términos capitalistas, por sus posibilidades relacionadas a la inversión agroindustrial, gasífera y minera. Pero para el capital, esos “inconvenientes” deberían superarse con una devaluación masiva y una degradación general de los salarios, condiciones laborales y previsionales. Lo que la burguesía discute es quién y cómo perpetrará esa masacre social, que conducirá a una rebelión popular. Cristina Kirchner ha dado su paso al costado en medio de ese escenario explosivo, que espera mirar desde El Calafate. Para después, “le encanta Maslatón”, es decir, una reconstrucción capitalista sobre las ruinas de la clase obrera. Es lo que acaban de anunciar las calificadoras financieras para Grecia, que cuenta con “investment grade” después de más de una década de ajuste imparable. Si es cierto que soldado vivo sirve para otra guerra, Cristina se ha reservado para un gobierno “como el de Néstor”, el cual sobrevino después de la bancarrota y degradación social de 2001/2002. Pero en las crisis, no solo intervienen los especuladores, sino también las masas y su experiencia política acumulada.
Los devaneos de Cristina podrán levantar el rating de C5N, pero no le abren rumbo alguno a los que viven de su trabajo.
Marcelo Ramal
19/05/2023
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