El tipo de cambio implícito que paga el BCRA ronda los $1.000 por dólar.
El Banco Central, en función de sostener el andamiaje de deuda del Tesoro y contener el precio de los dólares paralelos, se vuelca de lleno a financiar la corrida cambiaria. Por otra parte, Massa pretende revertir la crisis de reservas, producto de la fuga constante, con más endeudamiento en moneda extranjera. Con todo, el horizonte del rumbo oficial es verdaderamente sombrío.
Por un lado, haber financiado la corrida con los dólares de BCRA, con el objetivo de reducir la brecha cambiaria, contribuyó a que en la actualidad las reservas líquidas sean negativas -en U$S 7 mil millones según la consultora GMA Capital Research. A lo anterior debemos sumarle el pago de intereses de deuda externa y la menor liquidación del agro a causa de la sequía y la retención de la cosecha para presionar por una devaluación.
El gobierno intentó solucionar esta crisis premiando a quienes son parte del problema. Creó el dólar agro a $300, política que viene fracasando puesto que ingresaron menos divisas de las esperadas y el BCRA solo logró retener el 10% de las mismas. Sucede que el sector prefiere seguir especulando con un salto devaluatorio y ejercer presión para que esto ocurra mediante el acopio.
Es una medida frustrada y muy costosa para la autoridad monetaria: “desde el 10 de abril emitió $600.000 millones para comprar dólar soja y obtuvo $400.000 millones por la venta de dólares en el mercado, lo que representa un tipo de cambio implícito de más de $1.000 por dólar retenido” (Clarín, 10/5). Lo cierto es que este beneficio a los capitalistas del campo tiene consecuencias inflacionarias que pagamos los trabajadores al momento de hacer las compras.
El BCRA intenta absorber esta emisión extra colocando nuevas Leliqs y Pases, agravando su pasivo, que ya equivale al 250% de la base monetaria. Lo anterior, a su turno, encarece el pago de intereses, y, para esterilizar esos pesos, se colocan más letras, y así sucesivamente. Como vemos, el endeudamiento de la entidad crece con una dinámica “bola de nieve”, que va acentuando en el tiempo el carácter explosivo de dicha hipoteca. Cabe destacar que ningún representante del oficialismo ni de la oposición patronal cuestionó que el 61% de la emisión monetaria de los últimos doce meses haya ido a engrosar los bolsillos de la banca; solo critican la emisión de pesos como pretexto para justificar el ajuste sobre el gasto social.
Por otro lado, que las reservas de libre disponibilidad estén en terreno negativo da a suponer que se están utilizando los dólares de los encajes bancarios -los cuales deberían permanecer inmovilizados porque funcionan como garantía de los depositantes. Esta debe ser una de las razones por las cuales se viene acelerando el retiro de depósitos en dólares, los cuales disminuyeron U$S 890 millones en abril. De profundizarse esa tendencia, la posibilidad de que se produzca una corrida bancaria está a la vuelta de la equina.
Ahora bien, Massa pretende recomponer las reservas a partir de la llegada de nuevos créditos internacionales. No solo está gestionando un adelanto de U$S 10 mil millones del FMI, sino que también se encuentra negociando una ampliación del Swap con China y financiamiento de Brasil. El gobierno, que se jactaba de no contraer deuda en moneda extranjera a diferencia de la gestión anterior, termina sus días como Macri. De más está decir que estos préstamos no revertirán la bancarrota del BCRA porque tienen como finalidad seguir financiando la corrida; pero sí aumentarán el peso del endeudamiento externo que paga el pueblo innumerables privaciones.
Como vemos, el oficialismo intenta postergar un salto devaluatorio, no afectando los intereses de los capitalistas que corren al dólar, sino congraciándose con ellos. Además de dilapidar reservas, el BCRA también se descapitaliza malvendiendo en la bolsa un promedio de U$S 55 millones diarios en bonos para bajar el precio del Contado con Liqui y MEP, haciendo que caiga la cotización de los títulos que compran los privados para pasarse a los dólares financieros. En definitiva, desprendiéndose de su patrimonio, el BCRA hace que a los especuladores les resulte más barato dolarizarse.
Como si fuera poco, la autoridad monetaria es la encargada de darle los pesos con los que la banca y los fondos de inversión se pasan al dólar. En el primer cuatrimestre del año, el BCRA destinó $734.600 millones en la compra de títulos del Tesoro de los cuales el capital financiero se estaba deshaciendo para refugiarse en la divisa norteamericana. Todo en pos de sostener ese esquema de endeudamiento en pesos, que tanto ha crecido a partir del dictamen fondomonetarista de restringir la emisión monetaria y financiar el déficit fiscal mayormente con deuda.
El escenario económico es lisa y llanamente una olla a presión, fruto de la orientación capitalista del gobierno, y no hay válvulas de escape posibles. Es necesario directamente apagar la hornalla, es decir, cortar con la fuga de divisas bajo todas formas (pago de la deuda incluida) y terminar con la usura mediante la nacionalización bajo control del sistema financiero y el comercio exterior. Solo una salida de los trabajadores puede poner fin a semejante descalabro.
Sofía Hart
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