Los gobiernos de Finlandia y Suecia confirmaron en los últimos días su intención de adherirse a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan), la alianza militar creada por el imperialismo en tiempos de la “guerra fría” con la Unión Soviética y que, actualmente, respalda al gobierno de Ucrania en su conflicto bélico con Rusia.
Aunque aún falta que los parlamentos respectivos voten el tema, se descuenta que habrá un apoyo a la petición. En el caso de Finlandia, el respaldo incluye a la coalición de gobierno (socialdemócratas, verdes y centroderechistas de Coalición Nacional), la extrema derecha de Verdaderos Finlandeses y –según el diario catalán La Vanguardia– a la Alianza de Izquierda; en el caso de Suecia, a la socialdemocracia gobernante y a la oposición centroderechista. Todo el régimen político ha cerrado filas detrás del planteo.
La incorporación de estos países a la Otan, que voceros de la alianza prometen resolver en tiempo récord, inflamaría las tensiones en Europa y las tendencias a una generalización del conflicto armado. “Ya no podemos creer que habrá un futuro de paz”, reconoció el presidente finlandés Sauli Niinisto en conferencia de prensa. Helsinki comparte 1,300 kilómetros de frontera con Rusia.
Moscú ya había advertido que respondería reforzando su arsenal nuclear en Kaliningrado, un enclave situado en la frontera con Polonia y Lituania, próximo a Alemania. Ahora ha añadido también algunas represalias económicas, como el corte de la provisión de energía a Finlandia.
Como la totalidad de los miembros de la alianza atlántica deben apoyar la petición de ingreso para que este se concrete, uno de los obstáculos que deberá remover la alianza antes de sumar a Suecia y Finlandia es la reticencia de Turquía, que recela de un supuesto apoyo sueco y finlandés a los sectores políticos kurdos que el presidente turco Recep Tayiip Erdogan persigue a sangre y fuego en la Anatolia. Estambul, sin embargo, está dispuesta a negociar. Es decir, que la incorporación de los nuevos miembros no solo agravaría el conflicto en Europa sino que de pasada podría empeorar la situación del pueblo kurdo.
La Otan cuenta actualmente con treinta miembros. Fue fundada por un puñado de países (Estados Unidos, Canadá, Francia, Reino Unido, Italia, entre otros) pero sumó más tarde en sucesivas oleadas a Alemania, España, Grecia y Turquía, entre otros, y, tras la disolución de la URSS, a los Estados bálticos, Hungría, Polonia, Bulgaria, Rumania, la República Checa, Eslovaquia, Albania y naciones de la ex Yugoslavia. Con la incorporación de Suecia y Finlandia, todos los países nórdicos quedarían integrados, ya que Islandia, Noruega y Dinamarca pertenecen al club.
El proceso de expansión de la Otan por el este europeo, como parte de un cerco contra Rusia, está en la base de la actual guerra. Incluso sectores del imperialismo lo reconocen. Javier Solana, un español que dirigió la alianza entre 1995 y 1999, sostuvo recientemente en una entrevista que “se cometió un error en la Cumbre de la Otan de abril de 2008 al caer en la tentación de hablar de manera que parecía que Ucrania y Georgia iban a entrar en la Alianza Atlántica”, dado que se habrían encendido las alarmas de Moscú. “Rusia se quedó con la copla [la idea] de que Ucrania podía estar en la Otan y ahora estamos viviendo en cierto modo las consecuencias”, afirmó. También el columnista del New York Times, Thomas Friedman, supo expresarse en el mismo sentido
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En su haber, la Otan cuenta con los bombardeos sobre la ex Yugoslavia en los ’90 y el apoyo a las invasiones de Afganistán e Irak.
Muerte y carestía
Del mismo modo que la suma de los nuevos socios intensificaría la carrera y las tensiones militares, se agravaría la situación económica, con nuevas sanciones y contrasanciones. Moscú acaba de bloquear dos de las vías de suministro del gas al resto del continente.
La Unión Europea estudia planes para instrumentar un boicot del petróleo y el gas ruso (ya lo lanzó en el caso del carbón) y reemplazarlo por otros proveedores o por producción propia. Con independencia de su factibilidad, en el mejor de los casos no podría concretarse sino hasta dentro de varios años, con lo cual en el ínterin continuaría el aumento de los precios y eventualmente se impondrían racionamientos que golpearían a las masas trabajadoras. Esta última cuestión ya está en discusión en Alemania.
Esta es una guerra en la que no hay campos progresivos. De un lado está el imperialismo y el régimen proimperialista de Volodomir Zelenski, y del otro el régimen de Putin, que abandera una oligarquía restauracionista y enriquecida sobre los despojos de la URSS.
Abajo la guerra. Fuera el imperialismo del este europeo. Fuera Putin de Ucrania. Por una Ucrania unida y socialista. Por la unidad socialista de Europa, incluyendo a Rusia.
Gustavo Montenegro
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