En enero se cumplieron 25 años del homicidio de José Luis Cabezas, fotógrafo de la revista Noticias. Con una buena edición de archivo, entrevistas y recursos convencionales pero efectivos, el documental traza una descripción de los hechos impactante, aunque deja afuera algunos elementos muy importantes.
Para situar al espectador, la película describe de entrada el emporio que había acumulado el empresario Alfredo Yabrán a mediados de los 90. Yabrán prácticamente monopolizaba la logística interna del país en los años 90, antes del auge del e-commerce. Era dueño de OCA (correo), OCASA (transporte de caudales), Intercargo (carga y descarga de aviones), Interbaires (free shops) y un archipiélago de otras firmas. Mantenía vínculos aceitados con la camarilla de Carlos Menem. Durante las dos décadas previas, había cultivado un bajísimo perfil y su rostro era prácticamente desconocido a pesar del gran poder económico que manejaba. Recién salió a la palestra pública a raíz de las denuncias del entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, quien acusaba que la privatización del Correo Argentino en ciernes estaba siendo manipulada para que quedara en manos de lo que llamó “la mafia” de Yabrán. Esto dejó al desnudo una fractura en la cúpula del gobierno Menem. El documental omite, sin embargo, que Cavallo actuaba como lobbysta de la norteamericana Federal Express, interesada en el negocio. Este tipo de choques entre ´mafias´ criollas e imperialistas alcanzaría más tarde dimensiones continentales con el caso Odebrecht y otras derivaciones, como la ´causa de los cuadernos´: la ´lucha contra la corrupción´ era instrumentada por el imperialismo para disputar su ingreso en obras de infraestructura monopolizadas por la ´patria contratista´ local. El asunto es que Cabezas logró retratar al empresario en las playas de Pinamar -que en los 90 era el centro político de la temporada veraniega-, logrando un gran impacto periodístico. En la temporada siguiente, a la salida de una fiesta fastuosa en la casa del empresario Oscar Andreani, Cabezas fue emboscado, trasladado a las afueras de la ciudad, asesinado de dos tiros y su cuerpo y automóvil calcinados.
El protagonista político más prominente del caso que se presta a ser entrevistado para el documental es Eduardo Duhalde, gobernador de la provincia de Buenos Aires cuando ocurre el crimen. Duhalde había acompañado a Menem en la fórmula presidencial en 1989. En 1995, se alzó con la gobernación bonaerense. La ruptura del tándem se produjo cuando Duhalde anunció su candidatura presidencial, interfiriendo en los planes de ´re-re´ del riojano. Como el crimen se produce en su territorio, Duhalde asegura que Alfonsín acuñó la frase “le tiraron un muerto”, con el propósito de frustrar sus aspiraciones. La película presenta a Duhalde como artífice del hallazgo de los autores materiales del crimen, una patota dirigida por el oficial de policía Gustavo Prellezo y por el también ex policía Gregorio Ríos, jefe de seguridad de Yabrán. Antes, la investigación había sido desviada hacía un grupo de ladrones de poca monta de Mar del Plata, liderados por un personaje apodado “Pepita La Pistolera”. La película denuncia las maniobras para distraer la investigación y la aparición de un ´testigo clave´, aportado personalmente por Duhalde a través de su entorno, que finalmente resolvería el caso. Una década más tarde, otro ex presidente, Néstor Kirchner, aportaría también a través de su entorno el ´testigo clave´ para acusar a los autores materiales del crimen de Mariano Ferreyra, lo que nos lleva a concluir sobre la cercanía de la política con esta clase de ´mano de obra´. Yabrán, cercado, se suicidó en su estancia de Entre Ríos antes de ser capturado por la policía. Prellezo, Ríos y compañía fueron condenados a reclusión perpetua. Finalmente pasarían sólo una temporada en la cárcel. Fueron recuperando la libertad rápidamente, favorecidos por el 2x1 -que contabilizaba por dos cada día transcurrido en prisión preventiva-, prisión domiciliaria, etc. Actualmente no hay un solo preso por el crimen de Cabezas.
En el documental se dice que la carrera política de Duhalde se truncó como resultado de este asesinato. Esto no fue así. Duhalde llegaría a la presidencia por otro camino, pero no el de las urnas, luego de la caída del gobierno de Fernando De la Rúa, producto, de un lado, de una rebelión popular, y del otro, de una conspiración del pejotismo con una parte del radicalismo. El entonces senador Duhalde fue electo presidente provisional por una asamblea legislativa celebrada el 1 de enero de 2002, en medio de una gran convulsión social. Sus principales medidas fueron la salida de la convertibilidad, una drástica devaluación del peso y la pesificación de las deudas de la burguesía. Sin embargo, su tentativa de perpetuarse en el poder mediante una política represiva fue fracturada por otra rebelión, la que se produjo a raíz de los crímenes a sangre fría de los piqueteros Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. En todo caso, la parábola política de Duhalde está enmarcada por estos asesinatos -el de Cabezas y los de Kosteki y Santillán-, con conexiones con la policía bonaerense, la misma a la que Duhalde en su paso por la gobernación exaltaba como ´la mejor policía del mundo´.
La película retrata el ´clima de época´ que dominaba el país en aquellos años y que concluiría en el Argentinazo. En un recuento drástico que hace una de las entrevistadas, se mencionan el crimen de María Soledad Morales (1990), los atentados a la Embajada de Israel (1992) y Amia (1994), la muerte de Carlos Menem (hijo) (1995) y, claro, el crimen de Cabezas (1997). La lista no es exhaustiva pero sí elocuente. Las conexiones entre estos crímenes y el Estado, su aparato represivo, el poder político y el entorno de éste -y antes la masacre de La Tablada, y luego los asesinatos en el puente de Corrientes y en Plaza de Mayo, Kosteki y Santillán, Mariano Ferreyra- son los jalones de nuestra ´democracia´.
Se le atribuye a Yabrán la frase “¿Qué es el poder? Impunidad”.
Jacyn
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