El asunto es más claro que el agua. Está ahí, a la vista de todos, presente y omnipotente. No obstante, la propaganda occidental, tan ducha en otros alborotos, revisa muy bien la jerga y los enfoques a la hora de tocar el tema.
En consecuencia, nadie se digna a llamar a las cosas por su nombre: “Crisis global” en vez de “crisis económica capitalista, generada en los Estados Unidos”; “Problemas bancarios y financieros”, en vez de “desplome fiscal promovido por los especuladores” y “Freno o dificultades” en vez de “recesión".
Pero la realidad termina por imponerse, y para mucha gente va quedando claro que algo definitivamente no funciona bien, mucho más cuando “tanques pensantes” y gobiernos involucrados empiezan a admitir que tiemblan ante las perspectivas económicas, y que se han visto “sorprendidos” por los acontecimientos.
Lo cierto resulta que la libre especulación terminó por impulsar la ruina, y la falta de fondos afecta severamente el consumo y lo trastoca todo.
Los inversores corren de un lado a otro con sus billetes en mano buscando un nicho medianamente seguro, desde el petróleo al azúcar, desde las acciones a los metales industriales, desde el oro al cacao...pero no aparece el milagro.
De hecho, el crudo, el mercado emblema de estos tiempos borrascosos, no cesa de bajar, y a finales de la semana llegó a tocar los 60 dólares el barril, más de 50 por ciento de descenso en relación con el máximo de 147.27 billetes verdes logrado en julio, en medio del apogeo trapicheril.
Los boletines emitidos por las bolsas no pueden dejar de traslucir lo que sucede. “Baja del crudo por desplome de la demanda en los Estados Unidos y otras naciones altas consumidoras a cuenta de la borrasca financiera global”, suelen decir.
Mas, lo cierto es que los ficticios altos precios impulsados por los traficantes colmaron la copa, y ese factor, unido a desbordados gastos bélicos y al explote de una banca deficitaria e incontrolada, hicieron saltar la tapa.
De hecho, ni reducciones de suministros por la OPEP, ni multimillonarios desembolsos de auxilio a los bancos, ni bajas de tasas de interés en EE.UU. y Europa, ni cambio de gobierno en la Casa Blanca, han logrado revertir el desplome.
En todo caso, el nada izquierdista Fondo Monetario Internacional ha sido tal vez el que ha ido un poco más lejos en el reconocimiento de cuanto acontece, al afirmar que sus pronósticos de crecimiento de la economía planetaria para el 2009 se reducen en 2,2 por ciento ante la debacle actual y sus incidencias. Advierte, además, la cifra puede variar en los meses venideros, y no precisamente para bien.
Mientras, los norteamericanos, solo en octubre, perdieron 240 mil puestos de trabajo, lo cual coloca la tasa de desempleo en 6,5 por ciento, la más elevada del país en los últimos 14 años.
¿De qué hablar entonces, sino de evidentes signos recesivos?.
Néstor Núñez (AIN, especial para ARGENPRESS.info)
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