martes, 11 de noviembre de 2008

Cordobazo: resistencia, clasismo y nuevos actores sociales


Semejante demostración de fuerza de los sectores populares como fueron las jornadas de fines de mayo del 1969, no hubieran sido posible sin la acumulación de experiencias de los años previos. Así, la Resistencia Peronista y la CGT de los Argentinos (CGTA) como íconos de la etapa, presagiaban la emergencia de los sectores organizados en estructuras ajenas a aquellas que los habián representado hasta entonces, pujando por disputar la conducción de la sociedad.
Es imposible referirse al Cordobazo sin hacer un recorrido por las experiencias previas que perfilaron las prácticas que derrotaría a la dictadura de Onganía. Acciones insurreccionalistas llevadas a delante por los militantes peronistas de la resistencia fueron la escuela de acción directa en las que se educaron cientos de activistas fabriles. El triunfo revolucionario en Cuba y su posterior giro hacia el socialismo, aportaba a la idea de que en América Latina se abría una nueva etapa que hacía posible la instauración del socialismo en los países del Tercer Mundo. Otro de las antecedentes ineludibles de estos procesos fue la aparición del Movimiento de Sacerdote por el Tercer Mundo, que evidenció que los cambios impactaban incluso a las estructuras más rígidas del mundo occidental.
Hacia comienzo de los ’60, Argentina comenzaba un proceso de crecimiento ininterrumpido, principalmente industrial, que se extendería por más de tres lustros. Este proceso demandó fuertemente fuerza de trabajo y generanod por tanto un nuevo proletariado que encabezaría nuevas luchasen los principales centros urbanos del país. En la ciudad de Córdoba, hegemonizada por la industria automotriz, la modernización fordista de la producción trajo aparejado cambios en la organización del trabajo hacia el interior de las fábricas lo que permitió el surgimiento de poderosos cuerpos de delegados ligados estrecha y directamente a sus bases.
Pero sin duda alguna, la experiencia que más aportó al desarrollo de los conflictos que desembocaron en el Cordobazo fue la creación el 1º de Mayo de 1968, de la Confederación General de Trabajo de los Argentinos, nacida a partir del Congreso Normalizador "Amado Olmos" que propuso una alternativa combativa al sindicalismo participacionista de Augusto Timoteo Vandor. La “pata” cordobesa de la CGTA fue asumida por Agustín “El Gringo” Tosco, Secretario General de Luz y Fuerza y Elpidio Torres de la SMATA, ya que el surgimiento de esta Central está directamente vinculada con el auge de masas que se vivía en la segunda provincia de importancia en el país.
En sintonía con las tradiciones político sindicales más lúcidas, materializada en el documento de La Falda (1957) y el de Huerta Grande (1962), la CGTA lanzarían su proclama fundacional el 1º de mayo de 1968, a través de su conocido “Mensaje a los trabajadores y el pueblo argentino”. Sus locales rápidamente fueron los protagonistas de encuentros y reuniones que darían forma a los conflictos más resonantes de la época, como por ejemplo la huelga de los petroleros de Ensenada en septiembre y octubre de 1968, las luchas de los trabajadores de los ingenios tucumanos y las movilizaciones sociales en Tucumán y Rosario tuvieron a la central como protagonista.
Más allá de la, lógicamente, predominante línea sindical, la CGTA se permitió contener en su seno a las más diversas expresiones de los sectores populares, a la vez que desarrollaba estrategias de propaganda propia. Así encontraron lugar los cineastas de Cine Liberación, los artistas Ricardo Carpani y el grupo Tucumán Arde. De esta misma manera desarrollaron el periódico de la CGTA que dirigido, por Rodolfo Walsh, llegó a tener una tirada de un millón de ejemplares.
Pero las jornadas de mayo que dieron inicio al Cordobazo, ampliarían aún más los marcos de alianza generados hasta el momento, sumando a la pelea a estudiantes e incluso a sectores pertenecientes a la vandorista CGT Azopardo. Según algunos de sus protagonistas, la gestación de esas jornadas tendría sus orígenes en un intenso plan de lucha lanzado por los estudiantes en el ’66, que con altibajos se sostuvo por más de tres años.
Pero el descontento de los diferentes sectores solo encontraría la unidad a partir de las políticas antipopulares lanzadas por el onganiato. El 5 de mayo de ese año, la Unión Tranviaria Automotor cordobesa, conducida por Atilio López, cumplió con un paro de transportes en reclamo de antigüedad y estabilidad. El 12 de ese mes, el gobierno nacional aprobaba la ley 18204, que efectivizaba el sábado inglés. Como respuesta, tanto la CGTA Azopardo como la CGTA, lanzaron un paro general por 48 horas.
En los sucesivos días se realizan jornadas de agitación y lucha estudiantil, así como asambleas de delegados, como por ejemplo del SMATA, que son fuertemente reprimidas, lo que forzosamente va perfilando la unidad de acción.
La clave para entender como se sucedieron las acciones posteriores está en una reunión realizada por Elpidio Torres y Agustín Tosco. Con orígenes y concepciones políticas casi antagónicas, estos dirigentes priorizaron la unidad antidictatorial antes que sus premisas ideológicas. De esta manera desarrollaron un plan, luego aprobado por las dos CGTs, que llamaba a un paro de 36 horas. La particularidad fue que en esa oportunidad, se realizaría un paro activo: una vez en sus lugares de trabajo los obreros marcharon hasta el centro de la ciudad sumando en el camino a otros trabajadores.
A sabiendas de una segura confrontación con la policía, los obreros de Materfer, Fiat Concord, Grandes Motores Diesel, Perkins, etc. se lanzaron a las calles. Sobrepasando las primeras barricadas policiales, la columna se dividió en dos; una iría hacia los barrios Guemes y Observatorio donde los pobladores daban conmovedoras muestras de solidaridad, mientras que los restantes avanzaron hacia el centro pasando por la Ciudad Universitaria donde sumaron a miles de estudiantes.
Hacia mediodía, la policía asesinaba a Máximo Mena, obrero metalmecánico de 26 años, lo que sería un baldazo de combustible al fuego. La furia de los trabajadores y estudiantes, que con haría no solo retroceder a la policía, sino que arrasaría con los íconos de los dictadores y el imperialismo. Una tras otros miles de testigos vieron arder el Círculo de Suboficiales del Ejército, la firma estadounidense Xerox y de Citroen, las oficinas de la Dirección General de Rentas y la Aduana.
La masiva rebelión popular solo pudo ser detenida con la llegada del ejército hacia la medianoche. Uno de las primeras acciones de los uniformados fue el allanamiento del local de la CGTA, donde detuvieron a sus principales dirigentes que serían juzgados por un Consejo de Guerra y encarcelados. Las jornadas oficialmente se saldaron con 34 muertes pero las denuncias sostenían que podían llegar a centenar.
Más allá de esto, el Cordobazo, cristalizó para más de una generación la posibilidad de llegar a una síntesis de las diferentes formas de lucha del pueblo, y poner en jaque, para posteriormente derribar, un régimen militar. Significó también el puntapié inicial que dio por sentadas las bases para el crecimiento y el surgimiento de las organizaciones políticas armadas de los más diferentes signos políticos, que protagonizaron un sin fin de experiencias enriquecedoras tales como el retorno del Perón y el millón y medio de personas que lo fue a recibir; las experiencias de guerrilla urbana y rural; la fuga del Penal de Rawson; la primavera camporista; las coordinadoras interfabriles entre otras prácticas abortadas por la revancha clasista instalada en marzo del 1976.

PRENSA DE FRENTE

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