Un aspecto poco discutido en la pelea por preservar la salud de docentes y familias y la pretensión del Estado de abrir los establecimientos educativos, en el contexto de una pandemia histórica y de una crisis edilicia también histórica, es la cuestión del trabajo bi-modal: virtualidad y presencialidad.
Uno de los ejes del “Plan Jurisdiccional para un Regreso Seguro a las Clases Presenciales” es la implementación de la bi-modalidad del trabajo docente. Esto significa que el docente trabajará frente al curso y en la virtualidad, todo por el mismo salario. La propuesta del gobierno es volver a la presencialidad “de a poco”. Primero volverían a las aulas los alumnos sin conectividad. O sea, el docente trabaja con un grupo de alumnos en el aula y luego con otro grupo en las plataformas virtuales. En este escenario la jornada de trabajo docente se extenderá, en los hechos, más allá de lo estipulado en el contrato de trabajo. La única solución para no súper-explotar al trabajador docente poner que cada docente disponga de una pareja pedagógica para distribuir la sobre carga laboral. Es claro que nada de está planteado en el “Plan Jurisdiccional” porque el gobierno nacional está embarcado en un plan de ajuste a la medida del FMI y no en un aumento de la masa salarial docente. La crisis de una deuda externa recientemente “reestructurada” se expresa por todos los poros de la sociedad (recortes en jubilaciones, salud, educación, obra pública, etc.).
De acuerdo a una reciente encuesta realizada por Ctera, la jornada de trabajo en la virtualidad se extendió más allá de los límites que regían en la presencialidad. En efecto, el 80% de los docentes encuestados afirma que trabaja más horas en la virtualidad que en la presencialidad. La misma encuesta señala que la intensidad en el uso de la fuerza de trabajo docente aumentó tremendamente porque el trabajo virtual es más demandante e intensivo que el trabajo presencial (ver cetera.org.ar, “Salud y condiciones de trabajo docente en tiempos de emergencia sanitaria COVID19”).
Todo proceso de trabajo, independientemente de la forma social al cual está subsumido, tiene un objeto sobre el cual recae el trabajo, medios y un fin. Ese proceso de trabajo opera sobre una determinada cantidad de tiempo y espacio y esto ello constituye la jornada laboral. El capital en su funcionamiento intenta mitigar la tendencia a la caída de la tasa de ganancia por medio de la extensión de la jornada de trabajo, la rebaja de salario y el aumento de la productividad. Aquí radica la importancia para la lucha de la clase trabajadora el control del proceso de trabajo y poner límite a la jornada de trabajo.
Los trabajadores de la educación tenemos que denunciar este intento del gobierno nacional y provinciales por imponer de facto una prolongación de la jornada de trabajo y una mayor súper-explotación de los trabajadores docentes. Esta súper-explotación redundará en el deterioro de la salud física y psíquica del trabajador y ello impactará negativamente sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Promovamos reuniones y asambleas en todos los colegios para rechazar el “Plan de Regreso a las Clases Presenciales” que está hecho a la medida de las patronales y los banqueros nacionales e internacionales que chupan las finanzas públicas de la nación en detrimento de la educación pública.
Mercedes Colou
05/12/2020
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