Luego de semanas de tranquilidad por la disminución en el número de casos diarios, el AMBA vuelve a estar en alerta. Sucede que, en tan solo una semana, la Provincia de Buenos Aires detectó un aumento del 50% de los casos y, la Capital, del 20%. Es uno de los aumentos más bruscos desde que inició la pandemia.
En este sentido, el ministro de Salud de la Ciudad Fernán Quirós dio en el reporte diario «tips» de cuidados para las fiestas sin sumar más que las medidas que ya conocemos: mantener el distanciamiento, usar barbijo y evitar las reuniones sociales en espacios cerrados y mal ventilados. Es decir, avisa la llegada próxima de la segunda ola, dice que hay que cuidarse pero no anuncia ninguna medida concreta de protección a la población. «Es una cuestión de cada uno de aportar algo al cuidado individual». Lo que esconde el discurso de Quirós es la vuelta de la llamada «responsabilidad individual», en la cual los trabajadores quedan a su suerte, siendo expuestos por el Estado y las patronales al coronavirus.
Si bien en un primer momento intentó ocultar la suba de casos constante y hace una semana hablaba de «meseta», hoy se hace difícil negar los números.
En la Provincia de Buenos Aires se ve un cuadro similar. Aunque el aumento de casos es de al menos tres semanas atrás, hace una el gobernador Kicillof anunció la autorización para fiestas de hasta 200 personas. Ayer volvió para atrás, en lo que solo puede verse como la improvisación de un gobierno que, luego de un año de fracasos en la política sanitaria, ya no sabe para donde apuntar.
La realidad es que es difícil evitar un rebrote cuando las medidas de control son nulas. Lo cierto es que la falta de políticas sanitarias acordes a la situación epidemiológica y de protocolos en los lugares de trabajo, sumado a la vuelta del turismo y la carencia en los testeos, son una combinación peligrosa para nuestro país.
Incluso Quirós redobló la apuesta. «No podemos poner en cada lugar de trabajo, en cada domicilio, un policía» fue lo que dijo. El problema no es la presencia policial; como mostró la cuarentena, la militarización solo sirvió para multiplicar los casos de gatillo fácil y los abusos contra la población. Lo grave es que anuncia que el Ministerio no va a supervisar la implementación de ningún protocolo. Ya avisan la libertad que le darán a los capitalistas para sacar provecho de una etapa crítica como la que se viene.
A su vez, el Estado no ha hecho una inversión en el sistema de salud. Tampoco ha garantizado la contratación de más personal, sino que se ha basado en la superexplotación de sus profesionales bajo salarios de miseria y paritarias congeladas, ni los elementos de protección para el cuidado de quienes están en la primera línea contra el Covid-19. Ese es el camino que determina el crecimiento en los contagios. De hecho, esta orientación se profundiza sobre la base de la aprobación de los presupuestos tanto nacional como provincial y de la Ciudad, donde todos y cada uno de ellos contempla un recorte en materia de salud, como si la pandemia hubiese terminado. Ahora, en la puerta de la segunda ola, no anuncian el aumento necesario.
El camino de los trabajadores debe ser el opuesto. La lucha es hoy por la defensa del derecho a la salud, por protocolos bajo control obrero en todos los lugares de trabajo y, en caso de ser necesaria la vuelta a la cuarentena, la administración y discusión de esta por los trabajadores. Aumento de presupuesto en salud y de salario para los profesionales.
Lucía Miguez
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