Argentina está arribando, de este modo, a un escenario que ya se manifiesta con toda su fuerza a escala mundial. En el continente, la OMS acaba de denunciar tendencias “muy serias” de rebrote en México en Brasil, con crecimientos de entre el 70 y 100% en el promedio diario de contagios en las últimas semanas. En todos los casos, se señala el abandono casi completo de los cuidados sanitarios. Mientras Estados Unidos vuelve a batir records, el continente europeo llegó a los 21,5 millones de casos y se acerca al medio millón de muertos, en un escenario donde retornan los toques de queda y la posibilidad de una Navidad con aislamiento estricto. En este marco, no es un secreto que estaría circulando una nueva cepa de Covid con un fuerte ritmo de propagación, y que podría tornar estériles a las vacunas que apenas han comenzado a aplicarse –la de Pfizer, en Reino Unido, y la Sputnik V en Rusia.
Las vacunas y Argentina
Pero la cuestión de la “segunda ola” europea es mucho más que un antecedente para la situación argentina. Ocurre que en los principales países europeos se están acelerando los planes de vacunación, condicionando la “disponibilidad” para los países de la periferia mundial. La prioridad de vacunación en el hemisferio norte le imprimirá a la provisión del resto del mundo un carácter residual, que podría afectar incluso a los países que han firmado acuerdos particulares con ciertos proveedores o laboratorios. En el caso argentino, el acuerdo con Rusia asegura 5 millones de vacunados –poco más del 10% de su población- mientras que el otro conveniado, Oxford-Astra-Zeneca, tiene a su vacuna bajo un escenario de resultados y ensayos todavía inciertos. Por lo demás, el continente dependerá de un “fondo de acceso a la vacuna” (COVAX), el cual, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) sólo alcanzará para inmunizar al 20% de la población de América Latina y el Caribe, enfocándose en grupos prioritarios para evitar muertes (no para eliminar la transmisión)" (Clarín, 13.12). Según la misma fuente, “ese 20% "posible" --mucho menor al deseable--, costará 2.000 millones de dólares”. Las estimaciones temporales para esta vacunación selectiva se estiran hacia marzo-abril de 2021, bastante más adelante de los anuncios oficiales –y de los indicios de rebrote que ya están en curso.
Crisis políticas, reacciones populares
Como ocurre en todo el mundo, el gobierno argentino se ha lanzado tras la cuerda salvadora de la “postpandemia”, cuando ésta se torna cada vez más lejana e incierta. Pero el retraso del proceso vacunatorio no es una fatalidad sanitaria o administrativa: la difusión de las vacunas tiene lugar bajo el férreo cerrojo del derecho de patentes, que limita la producción y comercialización a los laboratorios que la han patentado –o a quienes les han pagado la correspondiente regalía. Sin embargo, los desarrollos científicos que se encuentran en la base de las vacunas son invariablemente el resultado de la universidad o laboratorios de carácter público. Una articulación internacional para replicar la vacuna en todos los países, sin trabas legales o económicas, aceleraría fabulosamente la inoculación de la población del planeta. El régimen fundado en el lucro se ha apropiado de los resultados de la investigación científica, para luego condicionar decisivamente el acceso de los mismos al conjunto de la humanidad.
En Argentina, la crisis planteada por una segunda ola golpeando a una población inerme tiene a otro componente letal: la reducción de gastos sociales, sanitarios y jubilatorios que el gobierno ya ha puesto en marcha, para satisfacer a los fondos internacionales y al FMI.
La “segunda ola” y la incertidumbre sanitaria y vacunatoria; la bancarrota financiera del Estado y de la clase capitalista; la fractura política de los “de arriba”, todo esto configura el telón de fondo de las luchas y reivindicaciones a través de las cuales, más temprano que tarde, la clase obrera va a irrumpir en esta crisis.
Marcelo Ramal
15/12/2020
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