La duplicación del número de trabajadores cuyos salarios son gravados por el impuesto a las ´ganancias´ es el resultado de la reajustes del mínimo no imponible -el piso a partir del cual un ingreso es alcanzado por el tributo- por debajo de la inflación.
“Por tercer año consecutivo, el mínimo no imponible (MNI) que determina a partir de qué nivel salarial se descuenta Ganancias, se ajustó menos que la inflación: en 2019 un 28,29% y la inflación de 2018 fue del 47,6%.En 2020, el MNI subió un 44,27%, por debajo del 53,8% de inflación de 2019. Y en 2021, el MNI se ajustará el 35,37% y la inflación 2020 rondaría el 37%” (Clarín, 16/12)
Mediante este procedimiento compartido, 890.000 empleados públicos y jubilados fueron afectados en julio de este año por el impuesto. Les siguieron empleados bancarios y de aseguradoras, con 155.081; transporte y almacenamiento, con 125.508; información y comunicaciones, con 111.628 y comercio, con 102.395, respectivamente.
En las grandes empresas, la incidencia del impuesto es devastadora en el petróleo, en las grandes siderúrgicas, en las empresas cerealeras, en las grandes fábricas del neumático, en las terminales automotrices y en el segmento calificado del personal de minería. Antes de la pandemia, en esos y otros rubros se registraba una fuerte resistencia a la realización de horas extras, pues lo ganado se lo lleva el impuesto.
Paradójicamente, en las grandes fábricas y en el personal calificado de la industria bajo convenio, las suspensiones durante una parte sustancial del año evitaron que la carga al final del año del impuesto fuera aún más brutal.
En las nuevas disposiciones que ha tomado el gobierno de Alberto Fernández, pagarán impuestos los solteros con un ingreso neto -después de los descuentos de jubilación y obra social- de $55.261, y los casados con dos hijos, a partir de $73.102 netos .Mirándolo con detenimiento, la enorme huelga que se está desarrollando entre los aceiteros que reclaman un salario básico igual a la canasta familiar ($90.000 pesos), en caso de ganar el conflicto, la totalidad de ellos sufrirá la confiscación del ´impuesto al salario´.
El impuesto a las ´ganancias´, entre los trabajadores, no debe existir .El salario no es ganancia, es la retribución que recibe el obrero por la venta de su fuerza de trabajo al capitalista y es de carácter alimentario, no lucrativo. El trabajador soporta, sobre sus espaldas, la doble confiscación del capital y del Estado, por la vía impositiva, el cual le arrebata el 50% de sus salarios en impuestos al consumo como el IVA,en impuestos incluso a la vivienda única, más el 11% de sus salarios en carácter de aporte jubilatorio que, finalmente, tampoco le reportará el 82% móvil de ese salario diferido al momento del retiro.
Si quieren aplicar un impuesto a los ingresos que se aplique a aquellos que ganan el equivalente a tres canastas familiares hoy 270.000 con cargos gerenciales en las empresas o en el estado y que no estén encuadrados en convenio sindical alguno, Mientras se grava a los trabajadores para pagar a los usureros internacionales, las empresas recortan todos los aportes patronales, pagan básicos de convenio diferidos y no se hacen cargo de asegurar la salud del trabajador, que deja la vida en las plantas situación que se agrava con la pandemia y el Covid, no reconocido por las siniestras ART.
Para terminar con el impuesto a las ganancias hay que sacarse de encima a estos gobiernos capitalistas, sean “liberales” o “nacionales y populares”.
Juan Ferro
18/12/2020
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