lunes, 7 de diciembre de 2020

Con Alberto Fernández, Syngenta anunció la venta de 1,2 millones de toneladas de soja a China


Respaldo presidencial a los pulpos de los agrotóxicos. 

 Alberto Fernández participó del anuncio que el pulpo Syngenta realizó desde su planta de la localidad santafesina de Venado Tuerto, acerca de la exportación de China de 1,2 millones de toneladas de soja. Es más que un gesto sobre la política económica del gobierno en favor de los pulpos de los agronegocios, basados en los transgénicos y los agrotóxicos. 
 La empresa Syngenta comunicó que lanzará Agri Value Chain (Cadena Integrada de Valor en Agro), una iniciativa conjunta con la empresa estatal china Sinograin Oils Corporation en la que ambas compañías garantizan la venta de 1,2 millones de toneladas de soja al país asiático por un monto superior a los 500 millones de dólares, en base a los granos que produce en Argentina y Uruguay.
 Creada en el año 2000 tras la fusión de Astra y Zeneca, de origen suizo y capitales chinos, Syngenta brindó detalles sobre su plan de inversiones en el país por más de 25 millones de dólares hasta el año 2022, con el objetivo de mejorar los procesos productivos, y anunció la iniciación como exportadora con un ingreso de 1.500 a 2.000 millones de dólares. 
 El pulpo forma parte del reducido universo de las empresas productoras de transgénicos, agroquímicos y semillas comerciales, que tiene una concentración tal que cuatro empresas dominan alrededor del 70% del comercio mundial. Es el resultado de un proceso de concentraciones de empresas que se aceleró en los últimos años. 
 En 2016 Bayer compró a Monsanto por 66.000 millones de dólares. En 2017 Dow Chemical compró Du Pont por 59.000 millones de dólares y formó Corteva. En ese mismo año Syngenta se fusionó con ChemChina (China National Chemical Corp) por 43.000 millones, y en enero de este año con la compra China Sinochem pasó a formar Syngenta Group. La cuarta empresa es Basf. Todas tienen una actuación preponderante en Argentina.
 Con 20 años de actuación en el país, desde siempre ha optado por un mensaje cuidadoso del medio ambiente, sobre la sustentabilidad, como gran defensor de la actividad apícola. Pero a nadie escapa que factura, según Forbes, unos 750 millones de dólares anuales en la producción de semillas transgénicas y agrotóxicos muy peligrosos para las abejas, como ya está comprobado. Al comprar Nidera en 2018, llevó su liderazgo en agrotóxicos (tiene el 20% del mercado) al mercado de las semillas. Hoy es la primera productora de girasol, segunda en maíz detrás de Dekalb (de Bayer) y segunda también en soja detrás de la argentina Don Mario.
 El grupo es responsable de la inscripción de once eventos transgénicos autorizados en el país, de los 61 totales. Tiene nueve eventos de maíz con resistencias a distintos insectos y tolerancias a glifosato y a glufosinato de amonio; uno de soja con tolerancia a los herbicidas a base de glufosinato de amonio e inhibidores de la enzima p–hidroxifenilpiruvato dioxigenasa (HPPD); y uno de algodón con protección contra insectos. 
 En Argentina produce los agrotóxicos ametrina, atrazina, clorotalonil, diquat, glifosato, lambdacialotrina, paraquat, tiametoxam. La gran mayoría de ellos están prohibidos en Europa, pero son de venta libre en nuestro país. Atrazina, inventada por Geigy en 1958, es comercializada solamente en América del Sur, siendo el cuarto agrotóxico de mayor uso en Argentina. Syngenta está sindicada internacionalmente como la mayor empresa exportadora de agrotóxicos prohibidos en el viejo continente, los cuales comercializa fundamentalmente en Sudamérica. 
 El respaldo presencial que otorgó Alberto Fernández se inscribe en una política de reprimarización de la economía nacional y de incentivos al gran capital agrario, incluyendo estos pulpos multinacionales depredadores, en el marco del plan que delinea con el Fondo Monetario Internacional para garantizar el repago de la deuda externa. Mientras confisca las jubilaciones, ajusta los salarios y elimina el IFE,el gobierno promete una batería de exenciones impositivas para estimular las exportaciones, de las cuales la parte del león se la llevan las empresas como Syngenta, que solo dejan al país contaminación, enfermedades y destrucción de los suelos. 
 Este apoyo incondicional del gobierno nacional a las empresas productoras de agrotóxicos también se aprecia en los estímulos al crecimiento de las superficies sembradas con transgénicos, como el supuesto plan del Ministerio de Agricultura para llegar las 200 millones de toneladas, la carta blanca para que continúe la deforestación, o la aprobación del cultivo de trigo transgénico HB4. No es sino una profundización del régimen de saqueo y hambre que sufrimos hace décadas.

 Raúl Stevani

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