sábado, 7 de noviembre de 2020

El dólar y el ajuste: la cicuta del FMI hasta el final


El “empoderado” ministro Martín Guzmán celebra la baja de la brecha cambiaria lograda en los últimos días. Aunque tal vez no sea siquiera una victoria a lo Pirro, sino el prólogo más o menos prolongado de violentos saltos en la crisis, cambiaria y económica. Por lo pronto el costo a las masas y al país es descomunal. 
 En estas páginas marcamos que la crisis económica se transformó en un problema político: si el gobierno tiene o no la unidad interna y la capacidad para llevar adelante las medidas que viene tomando de la mano del comienzo de la negociación con el FMI. Los movimientos en ese sentido no dejan dudas. La carta de CFK con el planteo de “unidad nacional” se extendía hasta Magnetto. Y el libreto fue rápidamente ejecutado si miramos las reuniones de Guzmán con el propio Magnetto, Paolo Rocca, Miguens y toda la cúpula de AEA, los mismos que meses atrás merecieron la crítica kirchnerista en la foto del 9 de julio. La presencia de un jesuita en la reunión aporta el puente conveniente con la Iglesia cuando se opera para que la burocracia sindical acompañe, como ya lo hizo con el pacto UIA-CGT-Gobierno. 
 Pero no se trata solo de gestos. El fracaso del canje y la escalada de los dólares alternativos vaciando las reservas del Banco Central definieron el curso del gobierno. La batería de medidas, que constituyen el mentado “plan económico” reclamado por la burguesía y todo el capital financiero, es inequívoca en su orientación. Emisión de deuda a tasas siderales y gran parte de ella “linkeada” al dólar, dando garantías frente al curso devaluatorio al gran capital, por la friolera de $257 mil millones. En la misma línea se anuncia la emisión de un bono de U$S750 millones para el 9/11 cuya tasa se ubica en un demencial 17%, una tasa de default. Semejante cosa no significa sin embargo que Argentina vuelva al mercado internacional de deuda, sino que es un bono “a medida” para Pimco y Templeton, los amigos de Caputo que quedaron varados en pesos. Otra medida a lo Macri la tomó la kirchnerista María Fernanda Raverta reventando bonos en dólares de la Anses a precios de remate para contribuir a la calma del mercado cambiario, contra el Fondo de Garantía y Sustentabilidad de los jubilados. 
 Han “secado la plaza” de pesos lo que bajó los dólares alternativos demostrando que no es el chiquitaje el que recalienta el precio del blue y en particular del CCL (“contado con liqui”) o dólar financiero, sino los movimientos especulativos de exportadores que no liquidan, de importadores que batieron records en septiembre forrándose de dólares y compras al dólar oficial, lo que terminó con las reservas del Central en cero. Este rumbo de endeudamiento y elevación de las tasas de interés tiene consecuencias recesivas que prolongarán la depresión económica y con ella los cierres y despidos, porque al mismo tiempo se restringen los ATP. 

 El verdadero “empoderado” es el FMI 

En el mismo sentido opera el festejado anuncio en la City de suspender los adelantos transitorios del Central al Tesoro, pero claro, para ello se suspendió todo anuncio de un nuevo IFE siquiera recortado como se esperaba. En resumen, se atacó la brecha con un brutal apriete fiscal y monetario, que resulta apenas el comienzo del anuncio de Guzmán del que ofrecerá al FMI como “plan trianual de convergencia fiscal y monetaria”. En ese camino, todos los medios coinciden que en la reunión con los capitostes de AEA, el ministro se comprometió a bajar el déficit fiscal por debajo del 4,5% prometido. De manera que el Presupuesto de ajuste aprobado con guiño opositor de JxC en la madrugada de la barbarie policial contra Guernica es un dibujo, pero no para concesiones futuras a las masas, sino para ajustes mayores a los previstos. Aunque en la letra de lo escrito ya pierden los jubilados, la salud, la educación y la modesta obra pública tiene una asignación ridícula para viviendas, algo que junto a la cuestión de la tierra llegó a la agenda de los grandes problemas sociales argentinos. Agreguemos que por otro lado el Banco Central tiene una bomba en Leliqs de más de dos billones que no tiene nada que envidiarle a la de las Lebacs macrista. Su desarme, en términos igualmente ortodoxos que todas estas medidas, agregaría deuda a tasas crecientes o nueva presión sobre el dólar. 
 A estas bombas de tiempo hay que agregar que los dólares a futuro de corto plazo suman ya U$S6.000 millones, una cifra enorme si consideramos las nulas reservas líquidas disponibles. Este cuadro marca la precariedad de la “pax cambiaria” y por ello se apuran las negociaciones con el FMI. En esto no solo se busca la “credibilidad” que no dio el canje ante el capital financiero internacional, probablemente se termine buscando otra montaña de deuda en dólares del mismísimo FMI. La atadura colonial es total. El año que viene vencen casi U$S4.000 millones con el FMI y otros U$S2.000 con el Club de París dominado por las potencias imperialistas que actuarán en consonancia con el Fondo. Todo esto hace probable que los nacionales y populares que nos prometieron independizarnos de la tutela del FMI “como lo hizo Néstor”, terminen no solo negociando el programa económico con el gendarme financiero mundial, sino pidiéndole el tramo faltante acordado por Macri, o parte de él. La realidad es que las reservas no solo no se han recompuesto sino que la corrida cambiaria determinó una fuga de depósitos que no ha cesado y que podría terminar en un 2001 en regla. La cicuta fondomonetarista deberá tragarse hasta el final.

 Contradicciones explosivas 

Pero el rumbo fondomonetarista no se agota ni de cerca en esta ingeniería financiera de endeudamiento y ajuste. Se liberan tarifas a fin de año. Los combustibles han tenido tres aumentos en dos meses. Se prometió a la Copal (Cámara de Alimentación) y a los súper terminar con el programa de precios máximos (Ámbito, 4/11). Se dispuso un salario mínimo a un tercio de la línea de pobreza. Fijaron el aumento a estatales en 7%, cuando octubre marcará arriba del 3% mensual de inflación. Se volverá a violentar a los jubilados con un aumento por decreto en diciembre. Se prepara una movilidad atada a la recaudación liquidando todo derecho adquirido de los trabajadores sobre sus aportes acorde a sus salarios.
 Pero las contradicciones que envuelven a la política oficial y a las propias propuestas de la burguesía son tan grandes como el ajuste que proponen. Acaba de entrar en vigencia el artículo 24 del último decreto de extensión de cuarentena por el que todos los trabajadores licenciados por edad o enfermedades que los hacen vulnerables no tendrán aportes previsionales, ni los patronales ni los que se les descuentan del salario. Uno de cada cuatro trabajadores está alcanzado según estimaciones por estas licencias, con lo que se asesta otro golpazo al Anses y a las cuentas públicas en general. Ya vimos también las rebajas en las retenciones. Mientras cae la recaudación por la caída del consumo, se otorgan exenciones y beneficios a los capitalistas que no obstante, han contestado con el bolsillo. Por otro lado se han anunciado subsidios a las petroleras para la extracción de gas por U$S1.491 millones, cuando en el Presupuesto se prevé la mitad de esa cifra. ¿Cómo harán para otorgarlos? ¿Mediante más tarifazos de los anunciados? 
 Ni las deudas, ni el ajuste, ni el sendero devaluatorio gradual, ni los tarifazos, ni el impuesto inflacionario o el ataque a los jubilados resuelven las contradicciones explosivas de las medidas que a los tumbos se van adoptando. El cuadro es explosivo económica y socialmente. El economista Walter Graziano (Ámbito, 4/11) señala que “el peronismo siempre nos sorprende… ningún otro gobierno, de ningún otro color político, hubiera podido dar semejante paso a la austeridad”. Aunque advierte que las medidas tomadas “sin caos social (no evitan) los efectos negativos en la economía”. 
 Es claro que el margen de arbitraje del gobierno de los Fernández y Massa se pulveriza al compás de la crisis capitalista. La cooptación de las burocracias sindicales no tiene precedentes. Pero será puesta a prueba de una manera también excepcional. La depresión económica y la cuarentena ayudan a la contención que sin embargo estalló en la cuestión de la tierra y la vivienda y empieza a tener expresiones en las autoconvocatorias de la UOM, el reciente paro general telefónico o los paros docentes en Entre Ríos y Santa Cruz. Los distintos escenarios de la crisis, sea por la vía del ajuste planteado o por el de una megadevaluación impuesta por los hechos, replantearán la crisis política del gobierno y, por sobre todo, convocarán a la intervención de los trabajadores ocupados y desocupados en la crisis. 

 Néstor Pitrola

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