lunes, 23 de noviembre de 2020

Acuña representa una política educativa

En los últimos días ha tenido gran repercusión los dichos de Soledad Acuña sobre la docencia y la formación docente. Ha recibido el repudio de las comunidades educativas y sindicatos, que se han expresado en pronunciamientos, cartas y un paro con movilización al Ministerio de Educación, impulsado por Ademys, reclamando la renuncia inmediata de la ministra. En consecuencia, y a dos años de la aprobación entre palos y gases, de la creación de la UniCABA; la CET y el CESGE convocan el martes 24, a una nueva movilización a la legislatura porteña contra el avance de la ´universidad de formación docente´ y por la renuncia de Acuña. 
 Según Acuña, “cuando nos va mal en las evaluaciones, no hay que mirar a los estudiantes sino a los que enseñan y cómo se aprende a enseñar”. No es casual que la ministra se haya metido de lleno con expresiones de ataque a la docencia y estudiantes del nivel superior: estamos en la antesala del inicio de la primera cohorte de la UniCABA. 
 A principios de este mes, el rector designado a dedo, Mariano Palamidessi, ha presentado en la Comisión de Educación de la Legislatura porteña las primeras cuatro carreras de la universidad para el 2021, entre ellas, el Profesorado universitario de Educación Primaria que competirá directamente con la oferta ya existente en los actuales profesorados, diluyendo la tan mentada ‘co-existencia’ que el movimiento educativo ha caracterizado desde el inicio como una maniobra. Queda de manifiesto que las declaraciones de la ministra están enmarcadas en los lineamientos de los organismos de crédito internacional a cargo de las evaluaciones externas, que apuntan a la definitiva liquidación de los profesorados de la Ciudad. Es en realidad, la verbalización de los múltiples intentos de avances del “núcleo duro” de las reformas educativas en la ciudad. La Unidad de Coordinación del Sistema de Formación Docente -que depende directamente de Acuña- se encarga de coordinar y supervisar a los institutos superiores, y de la elaboración de políticas y evaluación de los 29 profesorados, antes nucleados en la desmantelada Dirección de Formación Docente.  
Los dichos de la ministra ´bolsonarista´ sobre “la edad elevada de los ingresantes (a la carrera docente), que ya han fracasado en otras carreras y traen un bajo capital cultural que se desprende de su bajo nivel socio-económico” (sic) son calcados del informe del Banco Mundial “Profesores Excelentes: cómo mejorar el aprendizaje en América Latina y el Caribe”, donde se impulsa que se intensifique una selectividad rigurosa en el ingreso a la carrera de manera tal de recortar la matrícula y la cantidad de institutos ya que, una cantidad ´excesiva´ de graduados docentes provoca “una desviación de recursos públicos”, según las aves rapaces de la economía mundial. Por lo que proponen, al estilo Finlandia o Singapur, acotar a unas pocas instituciones de formación que, a través de planes de estudios cortos y digitados por el Ministerio de Educación, apunten a la formación de un número mínimo de docentes que puedan adaptarse dócilmente a una educación al servicio del mercado con salarios diferenciados. Por lo que la evaluación de los institutos es parte de la receta del Banco Mundial que ha apuntado desde siempre a oficiar de transición entre los profesorados y la universidad de la Ciudad.
 La implementación de la UniCABA ha chocado una y otra vez con la decidida unidad de docentes y estudiantes para frenar esta política anti-educativa. Y será este otro de los puntos que intentarán quebrar a través de planes de estudios con un gran porcentaje de sus cursadas de forma virtual, con docentes que oficiarán más bien de tutores sin ningún tipo de debate e intercambio, fragmentando el encuentro y la construcción colectiva de aprendizajes que propicia el aula. La educación virtualizada, a la que nos vimos forzados debido a la pandemia y el decreto de aislamiento, es utilizado por el ministerio como prueba de que sí se puede “educar” de forma remota y no sólo eso, también se puede formar a educadores que ´enseñarán y no militarán´, en un claro ataque a la libertad de cátedra y expresión. Esto cuando el Estado no ha destinado ni un solo peso a garantizar la virtualidad de docentes y estudiantes para sostener las cursadas y sí ha tenido una política de espionaje de las mismas colocando, de forma inconsulta, observadores virtuales de la Unidad de Coordinación en las plataformas de los profesorados, gracias al acceso que les otorgó el Ministerio de Educación Nacional. 
 La Unidad de coordinación y la UniCABA vienen también a reforzar la injerencia, vigilancia y el control ideológico en la formación docente y en todas las aulas. La invitación de Soledad Acuña a la delación por parte de las familias de ´aquellos docentes politizados que bajen línea´ es una expresión más de la política reaccionaria que vienen desarrollando con la venia del ministerio nacional y que ha llegado tarde en su propósito, la lucha de familias y docentes en defensa de la vida y contra la política de aperturas de escuelas ha consolidado una firme unidad de la comunidad educativa, que no es otra que la unidad de los trabajadores ante la catástrofe social y los desafíos que nos impone. 
 La lucha contra la UniCABA hoy requiere que los profesorados, docentes, centros de estudiantes deliberen y resuelvan los pasos a seguir, apoyados en la experiencia de estos tres años, para derrotar los avances en la implementación del profesorado universitario de educación primaria, contra el cierre de los postítulos docentes y de las evaluaciones a los 29IFD. 
No a la UniCABA. 
Fuera Acuña. 

 Gisela Dorado 
 23/11/2020

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