La agudización de la crisis económica, política y social que se ha desatado con la estrepitosa derrota de Macri en la noche del domingo plantea momentos cruciales para el futuro de las masas trabajadoras argentinas. Y también cómo la izquierda que se reclama revolucionaria debe abordarlo. Más tomando en cuenta que el Frente de Izquierda-Unidad se constituyó en la cuarta fuerza política nacional.
La disparada del dólar y la fuga de capitales han desatado una carestía inédita, mientras tiende a detenerse más aún el movimiento económico con su secuela de despidos y suspensiones masivas.
La crisis económica-social ha puesto al rojo vivo la crisis política y de régimen. Ampliamente derrotado en las elecciones, el macrismo debe continuar al frente del Estado porque no se ha elegido institucionalmente su sucesor, quien debiera ser ratificado-elegido en los comicios de octubre próximo y asumir recién el 10 de diciembre.
Mientras tanto, con la ‘ayuda’ de ‘los mercados’ la carnicería social (continuidad de los tarifazos, reforma laboral y previsional antiobreras, etc.) que Macri prometía a los capitalistas si ganaba las elecciones se está aplicando en forma catastrófica.
En este cuadro político-social las consignas que presidieron la campaña electoral del FIT U tienen plena y renovada vigencia. Se trata - en primer lugar- de que la crisis no la paguen los trabajadores, sino los capitalistas.
Y de cómo intervenir frente a masas que le han dado un masivo y mayoritario voto de confianza al nacionalismo burgués de los Fernández-Fernández (FF), ilusionadas con que este iba a frenar los ajustazos fondomonetaristas.
Muchas fuerzas de izquierda quieren agotar esa experiencia reclamándole a Fernández que movilice o, peor aún, que reclame una entrega anticipada del poder. Esta vía, sin embargo, conduce a la adaptación a los Fernández, a quienes no podemos llamar ni por un momento a apoyar. Se trata de organizar la resistencia a la catástrofe capitalista que se descarga sobre las masas, que estas rechacen los ataques sociales antiobreros y entreguistas en marcha.
Romina Del Plá planteó -en su discurso de la noche del domingo post electoral- que “la profunda derrota del gobierno macrista reclama la intervención inmediata de los trabajadores en el cuadro político. Los intentos de condicionamiento del capital financiero en esta etapa que se abre van a ser más brutales que antes”.
La izquierda debe dirigir todo su esfuerzo no solo al 4% que la votó, sino también al 50% que se volcó por los FF y a todas las masas trabajadoras, llamando a derrotar los ajustes antiobreros y antipopulares.
Bien mirada, la situación es un curso acelerado de los límites insalvables de la democracia burguesa, porque justo en el momento en el que la población ejerce su soberanía formal mediante el voto popular, el capital financiero y el Gobierno responden con un ejercicio real de poder: un golpe de mercado y una devaluación de la moneda para marcar la cancha.
Mientras los trabajadores y el pueblo esperan definir la situación por la vía electoral, Alberto Fernández negocia con los acreedores y la banca de espaldas a las masas. Él mismo proponía una devaluación de la moneda, como la que ahora lleva adelante el mercado.
Por eso, la clase obrera debe recurrir a la acción directa: con el reclamo de un inmediato paro activo de 36 horas en marcha hacia la huelga general hasta aplastar el ataque capitalista contra los trabajadores. Es la única vía para contraponer al poder concentrado del capital contra las masas, el poder de clase de los trabajadores.
Queda de manifiesto el rol reaccionario de los llamados de FF a evitar una movilización, porque se pretende imponer a la clase obrera un arbitraje y una tregua que ni el gobierno ni la oposición le quieren imponer a la burguesía. Por eso, la movilización de los trabajadores y explotados contra la catástrofe capitalista, en defensa de sus salarios y condiciones de vida, y su derrota, sería un golpe no solo al cadáver insepulto del macrismo, sino también a los planes ajustadores que pretende imponer con el método de la ‘tregua y el pacto social’ y la colaboración frenadora de las burocracias sindicales y los FF.
Un programa de defensa obrera debe guiar esta resistencia y lucha de masas hacia la huelga general, hasta derrotar la ofensiva catastrófica del capital. En el transcurso de esa lucha bregar por la constitución de comités de huelga y la necesidad de coordinarlos.
Debemos reclamar a las centrales obreras que rompan su tregua y colaboracionismo con el gobierno M -y el futuro gobierno FF- y se vote un plan de lucha que inicie con un paro general activo de 36 horas (por el salario, las jubilaciones, contra los despidos, la nacionalización del sistema bancario, la apertura de los libros y el control obrero, etc.). Pero, simultáneamente, debemos ir construyendo esa resistencia.
Para ello es fundamental fortalecer el Frente Único que se ha dado en torno a las listas del FIT-U y del Plenario Sindical Combativo que viene reclamando el paro de 36 horas. Una generalización de la lucha forzaría la caída del gobierno macrista y pondría en crisis los pactos entre FF y el capital financiero internacional.
La constituyente
El PO lucha por el gobierno de trabajadores y cree que en cierta fase la consigna transicional de la Constituyente puede jugar un gran papel movilizador. Pero hay que ser claros: una constituyente soberana es incompatible, no sólo con Macri, sino con el gobierno de Alberto Fernández, su programa de reformas anti obreras y sus transas con el capital financiero. Para abrir paso a la lucha por una constituyente soberana, la izquierda debe preparar metódicamente una delimitación política respecto del PJ-kirchnerismo, y las masas deberán procesar una experiencia política, un proceso que ya está en marcha. Hay corrientes de izquierda que colocan un centro importante en la convocatoria a una Asamblea Constituyente, pero omiten una caracterización sobre el rol del peronismo en su convocatoria.
Para el PTS la consigna de la Constituyente aparece “como una salida de fondo”, dado que “los trabajadores no comparten aún la perspectiva de un gobierno obrero”. (¿Sí comparten la constituyente?) Incluso dan las indicaciones que debiera tener la convocatoria de esta Constituyente (un diputado cada 20 mil habitantes, etc.), pero no tocan el punto central de quién la convoca. En manos del actual gobierno macrista -o su eventual sucesor- será una Constituyente amañada que incluso podría imponernos reformas reaccionarias (garantía del pago de la deuda pública, etc.). Sin embargo, en el PTS la Constituyente juega un papel decorativo, porque al mismo tiempo plantea que se reúna el Congreso para resolver las medidas de salida a la crisis. Se trata de un camino opuesto al llamado a la acción directa de las masas, diseñado a la medida de una política donde el centro pasa por obtener más diputados en octubre.
El grupo sectario de Altamira ingresa en esta fase de la crisis con un grado enorme de confusión. En pocos días han producido textos con posiciones heterogéneas, y hasta cierto punto contradictorias. Mientras por las redes sociales sus militantes o simpatizantes decían “más que nunca fuera Macri” en los textos supuestamente oficiales la consigna no aparecía. De hecho el “fuera Macri”, que fue esgrimido para romper con el PO y armar un grupo propio, ya había sido dejado de lado antes de las elecciones y reemplazado por un simple “fuera el FMI”. Sin embargo, en un texto firmado por Camila P. critican a la declaración del Comité Ejecutivo del PO por no plantear “fuera Macri” cuando ellos no lo hacen. Sobre la pertinencia o no de la consigna de la Constituyente el despiste todavía es mayor. En un documento editado como volante plantean “una Constituyente libre y soberana” (documento de balance electoral, 12/8) sin tampoco responder si es con o sin Fernández. En un texto posterior de Altamira dice que “el desarrollo de la crisis política enseñará a los trabajadores que ninguna de las combinaciones políticas que se tejan será capaz de satisfacer las expectativas y la ilusiones en una salida favorable a los trabajadores. Esto planteará la necesidad de una Asamblea Constituyente Soberana…”. El tiempo verbal acá es importante: planteará, es un futuro, o sea, no está planteado ahora. Deberá primero atravesarse una experiencia. Estamos ante un retiro vergonzante de una consigna, que se suma al retiro vergonzante del Fuera Macri. Esta forma vergonzante se explica por motivos faccionales. Fundaron la ruptura sobre la base de dos consignas que ya retiraron en semanas. Pero al escribir de ese modo son incapaces de orientar a nadie y hasta desorientan a sus militantes que quedan en ridículo por las redes sociales. Algunos de ellos, como Néstor Correa, llamaba a movilizarse “en defensa de la elección”, o sea de Fernández. Otras, como Eva Gutiérrez, decía que las masas votaron “para tener la heladera llena”, otro elogio a Fernández, desde una posición vulgar porque siempre las masas votan por llenar la heladera, hasta cuando votaron a Hitler. Que después lo logren o no es otro cantar. Pablo Viñas también enfatizó “más que nunca Fuera Macri. Asamblea Constituyente” y con ese planteo convocaron en Pergamino un acto. Echarle la culpa a los militantes sería un error. En el PO siempre se ponderó el refrán “el pez se pudre por la cabeza”. Y si bien llama “Por un Congreso de Trabajadores de los sindicatos y agrupaciones clasistas y antiburocráticas, para votar un programa obrero”, no levanta en las “tareas que plantea esta crisis” la necesidad de pasar a la acción directa, de organizar la lucha porque la crisis la paguen los capitalistas. Se queda en el plano de la propaganda.
El MST levantó (12/8) la consigna de que “Macri y el FMI se tienen que ir ya” y planteó como salida “adelantar las elecciones y que sean a una Asamblea Constituyente”. Coloca el centro en el plano electoral, no en el rechazo a la ofensiva capitalista a través de la acción directa. Este planteo luego fue ‘corregido’ por su dirigente Bodart, planteando “por un gran paro y marcha del No” pero cuyo objetivo sería “para que se vayan Macri y el FMI” y “adelantar las elecciones y que sean a una Asamblea Constituyente libre y soberana para debatir democráticamente cómo reorganizar el país sobre nuevas bases económicas y políticas”. Se trata de una alquimia política por fuera de la lucha de clases.
La Constituyente es un parlamento y se elige a través del sufragio universal como cualquier elección parlamentaria. No podrá “debatir democráticamente” mientras no haya un poder revolucionario que recorte drásticamente el poder social y político de la clase capitalista. Sin la intervención revolucionaria de las masas, la Constituyente puede ser convertida en un arma reaccionaria para hacer pasar los ajustazos fondomonetaristas. Por otro lado su planteo de una marcha por el “No” ¿tiende a buscar un frente común con el neokirchnerismo F-F?
Quien esto lo plantea en forma más clara es el PSTU. Si bien levanta un “plan económico obrero de emergencia” (con alguno de cuyos puntos no coincidimos como el de congelar los pagos de la deuda externa, es decir un defol, que se diferencia de la consigna del FIT U de repudiar y no pagar la deuda) y hace un llamado a la CGT por un paro general, coloca como centro la salida de Macri del gobierno, su renuncia. ¿Esto resuelve la catástrofe económica que se está descargando sobre el pueblo trabajador? No cabe duda que la caída de Macri sería visto como triunfo por las masas, pero en el planteo del PSTU esto implicaría el ascenso lógico de la coalición FF. El PSTU hace un llamado explícito a Alberto Fernández: “Exigimos de los ganadores de la elección que reclamen la inmediata renuncia del gobierno”. Aunque no quiera refuerza su autoridad ante las masas.
El PO plantea: enfrentemos la catástrofe capitalista en marcha, que la crisis la paguen los capitalistas, plan de lucha con paro general activo de 36 horas hacia la huelga general, asambleas, coordinadoras, por un Congreso de Bases de las centrales obreras y sindicatos para discutir un programa obrero frente a la crisis. Para apuntalar esta orientación y realizar un amplio trabajo de agitación y organización de frente único es importante que el FIT-U lance la convocatoria a un Congreso Obrero y de las organizaciones en lucha del pueblo (estudiantes, ahorristas hipotecarios, mujeres por el derecho al aborto, etc).
Rafael Santos
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