lunes, 12 de agosto de 2019
Las turbulencias económicas del día después de la catástrofe macrista
Los "mercados" anticipan un lunes negro. ¿Funcionará el dique de contención del Banco Central? El factor Alberto Fernández. Las condiciones de vida de las mayorías trabajadoras en peligro.
Los "mercados" anticipan un lunes negro. "Se va a caer todo", fue la lapidaria definición (¿amenaza?) de un representante de un banco estadounidense.
En la city porteña (esas pocas manzanas donde el deporte favorito que se practica es la especulación) se anticipaba que una derrota del oficialismo por cinco puntos porcentuales o menos constituiría una diferencia que Mauricio Macri podía remontar para ganar las elecciones en octubre o, eventualmente, en el balotaje.
Pasaron cosas. Con el diario del lunes se sabe que la diferencia que Alberto Fernández le sacó al actual presidente es prácticamente irreversible. La amplia derrota del macrismo en las urnas traerá una estresante apertura de los “mercados” este lunes 12: la atención estará centrada en lo que ocurra con el dólar y en la bolsa de Buenos Aires, donde cotizan las principales empresas del país.
El macrismo había logrado llegar a las PASO sin descontrol cambiario: no obstante, el dólar escaló tres pesos en las últimas tres semanas hasta tocar casi los $ 47 el viernes 9/8.
Este resultado fue logrado con el aval del FMI y Donald Trump, que autorizaron a dilapidar los dólares del préstamo del organismo para financiar la fuga de capitales: unos U$S 11 mil millones entre enero y junio (último dato disponible). La fuga es operada principalmente por las grandes empresas y ricos del país que envían fondos a paraísos fiscales.
El Banco Central sostuvo la cotización de la divisa estadounidense con un arsenal de medidas que comprendieron la suba de la tasa de interés de las Leliq, la venta de dólar futuro barato (con alto costo financiero en caso de una remontada de la cotización), oferta de dólares a través de los bancos oficiales, como el Nación, y a través de la subasta diaria de U$S 60 millones del Tesoro (Ministerio de Hacienda).
El último viernes se conoció que el presidente del Central, Guido Sandleris, preparaba un operativo especial para evitar un tembladeral en los “mercados” este lunes frente a un eventual resultado adverso: su idea es redoblar todos los mecanismos que viene utilizando para sostener el dólar y agregarle la venta directa de divisas por parte de la entidad monetaria, para lo cual necesita la autorización diaria del FMI. Un sacrificio mayor en el altar de los "mercados".
Estas medidas (principalmente la suba de la tasa de interés de las Leliq) tienen un efecto contractivo sobre la actividad económica. Además, alimentan la “bicicleta financiera, que aún así estaba perdiendo atractivo para los fondos especulativos que en los últimos meses exhibieron una preferencia por retirarse del país.
No solo eso: en un contexto de alta inflación como el actual (56 % interanual) la contención del dólar traía adosado como costo un atraso cambiario. Es decir, retroalimenta la presión a la suba del dólar.
Los diarios económicos y los analistas de la city porteña mostraban a última hora del domingo una cotización del dólar en alza. Los especuladores no hicieron caso al consejo de Mauricio de irse a dormir.
Se abre un gran signo de pregunta sobre si las medidas preparadas por Sandleris serán suficientes para contener la cotización del dólar. El gobierno tiene un panorama cuesta arriba ¿Hay un nivel de tasa de interés de las Leliq tan alto que permita compensar la pérdida del poder político por parte del oficialismo? ¿Cuántos dólares de las reservas hay que poner en beneficio de los vaciadores del país para detener una corrida? Son las preguntas del momento.
La bolsa porteña experimentó una sorprendente alza a última hora del viernes. Un editorialista del diario Clarín aventuró el día sábado que los “mercados” votaron por Macri. Pero ese incremento mágico de última hora fue empujado por alguna encuesta intencionada en favor de Juntos por el Cambio y por la “mano invisible” del Estado a través de la compra de acciones por parte del Fondo de Garantía y Sustentabilidad de la Anses: se rifaron los fondos de los jubilados para crear una ola de entusiasmo a favor del oficialismo.
La advertencia sobre esa locura la realizó Pablo Gerchunoff a través de su cuenta de Twitter: “lo que está pasando con la bolsa es una payasada”, afirmó. No se trata de un opositor. Todo lo contrario: es un economista afín al gobierno, que tiene escrito un libro con el extravagante corredor de guanacos, Lucas Llach, exvicepresidente del Banco Central en la era de Federico Sturzenegger y actual funcionario.
Otros economistas del establishment explicaron que se trató de una operación habitual que hacen las empresas en jornadas previas a las elecciones para lograr ganancias especulativas rápidas. Y advirtieron que lejos de beneficiar al oficialismo, incluso en caso de un resultado favorable, podría transformarse en un bumerán el día lunes. Con el hundimiento electoral del macrismo es probable que se vivan días al borde de un ataque de nervios en las cotizaciones de empresas de la bolsa y de los bonos argentinos.
Otras incógnitas se abren en relación a qué pasará con los plazos fijos que están atados a la suerte de las Leliq y pueden deslizarse hacia el dólar. El desarrollo de una corrida cambiaria puede conducir a una corrida bancaria. En circunstancias así siempre pierde el pequeño ahorrista, como ocurrió con el Plan Bonex de Carlos Menem o el "corralito" de Fernando de la Rúa.
Otra duda está instalada sobre el destino de la deuda de corto plazo del Tesoro (Ministerio de Hacienda): suma unos U$S 12 mil millones en vencimientos que están en juego hasta octubre. ¿Los "mercados" pondrán el hombro para sostener a un gobierno en retirada?
El Frankenstein financiero al que dio vida el Gobierno de los CEO se puede venir abajo prontamente. Esperar y ver.
El factor Alberto Fernández
La reacción del mundo especulativo, del capital financiero internacional, dependerá de un factor clave: las señales que ofrezca Alberto Fernández. En campaña anunció que no romperá con el FMI y que pagará la deuda. Agregó un condimento: será con renegociación.
Una renegociación con el FMI estaba en la agenda, incluso, del actual elenco gubernamental. En el planeta tierra no existe renegociación con el organismo internacional que haya sido beneficiosa para el pueblo trabajador: para nuestro país ya anticipa que quiere reforma laboral y previsional. Como sea, se abre un período de incertidumbre. El Fondo tiene comprometidos dos desembolsos en favor de Argentina hasta diciembre. ¿Los enviará igual en el nuevo escenario?
Macri deja el país hipotecado. Los próximos años existen compromisos de deuda imposibles de abordar sin nuevos ataques a las condiciones de vida. Una crisis de deuda existe como probabilidad hasta en los pronósticos del FMI.
Los meses previos a las PASO varios interlocutores del Frente de Todos buscaron llevar tranquilidad a fondos de inversión, entablando diálogos en Buenos Aires y Nueva York. ¿Alcanza con las promesas de respetar los acuerdos cuando la economía atraviesa desequilibrios profundos que requieren una reorganización general y nuevas rondas de ajuste?
El cuestionamiento de Alberto Fernández al atraso cambiario constituyó un eufemismo: expuso que busca una devaluación del peso argentino como una de las políticas para recomponer las ganancias empresarias. Se sabe que la suba del dólar impacta en la inflación y se devora el poder de compra del salario. Un ajuste de este tipo no requiere votaciones en el Congreso: se procesa por los "democráticos" mecanismos de "mercado".
Si una devaluación se procesa en los meses que quedan hasta diciembre, tal vez Alberto se ahorre el costo político que conlleva. Pero es jugar con fuego: puede recibir un país con la inflación escalando peligrosamente.
Durante la campaña, Fernández utilizó el recurso de rememorar los orígenes del kirchnerismo, cuando allá por 2003 con Néstor sacaron al país del infierno. Faltan detalles a ese relato épico: la devaluación de 2002, llevada adelante por Eduardo Duhalde, que allanó el camino a la recomposición de las ganancias empresarias; el ciclo de alza de la economía mundial que empujó a varios años de crecimiento de los países latinoamericanos; y la locomotora China demandando materias primas a precios altos.
Nada de eso existe. Las condiciones son totalmente diferentes en el mundo del piromaníaco Donald Tramp, de las tensiones con China y la perspectiva de recesión de la economía mundial.
El acercamiento al poder por parte del Frente de Todos lo exhibirá de manera más nítida como el garante de los negocios de unos pocos. Pero estará obligado a negociar los términos del ajuste: a nadie escapa que la votación de este domingo contiene una alta cuota de impugnación al régimen del FMI, al aumento de la desocupación y la pobreza.
Mientras tanto, los "mercados", que votan todos los días, buscarán imponer sus condiciones con las armas de siempre: el riesgo país, la presión sobre el dólar y los vaivenes de la bolsa porteña. Todo esta por verse, menos la crisis, que es el rasgo más evidente, al menos, desde que el FMI tomó el mando de la economía.
Para la clase trabajadora la espera pasiva puede ser mortal mientras todos los actores del régimen capitalista se preparan para nuevas embestidas. Es momento de ponerse en posición de lucha para exigir el cumplimiento de todas las demandas obreras.
Pablo Anino
@PabloAnino
Lunes 12 de agosto | 02:55
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