viernes, 16 de agosto de 2019
Las trampas detrás de la eliminación del IVA
La eliminación temporal del IVA (impuesto al valor agregado) sobre una canasta de 13 productos alimentarios de primera necesidad, anunciada por Macri en la tarde del jueves, no tendrá en los precios el mismo impacto que tuvo en los medios de comunicación. La medida fue lanzada luego del paquete que el gobierno anunció el miércoles para mostrarse activo ante los efectos devastadores del golpe de mercado que siguió a las Paso, que implicó una devaluación superior al 30%.
La eliminación del IVA hasta el 31 de diciembre comenzaría a regir parcialmente a partir del sábado y recién sería aplicada en forma general a partir del lunes, luego de que gran parte del shock devaluatorio fuera trasladada a los precios. “No estamos diciendo que los precios van a bajar, sino que el impacto de estos días se puede morigerar”, fueron las palabras de Dante Sica. Es una confesión de lo inocuo de la medida, cuando existen ejemplos como el de la bolsa de harina de 50 kilos, que se comercializaba a $950 hasta el viernes y saltó a $1.300 esta semana (Infobae, 16/8).
Según el presidente de la Asociación de Supermercados Unidos (que agrupa a las cadenas más grandes del país), el promedio de aumentos de precios en los productos básicos "es del 20%", pero la compensación no alcanzará a productos "como el aceite, que subió 25% o un poco más" (Minuto Uno, 16/8). Anticipando los posibles choques que se pueden generar entre proveedores y comerciantes y que podrían hacer naufragar la medida, agregó que el anuncio oficial "es una señal para el resto de los integrantes de la cadena, como para que se serenen los ánimos" (ídem). El empresario confía, de todas maneras, en que lo que contendrá el espiral inflacionario es el derrumbe del consumo, recordando que en julio la caída en el volumen de ventas fue del 10% interanual.
La magnitud de los incrementos de precios cuestiona las posibilidades de la eliminación temporal del IVA de tener algún alcance. Esto es advertido por el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) que, además de recalcar que el aumento del tipo de cambio en gran medida ya fue trasladado, agrega que en los alimentos gravados con 10,5% de IVA (pan, harina de trigo, hortalizas y legumbres) el tributo representa un 9,5% del precio final del producto, mientras que los artículos que tributan 21% de IVA (leche, aceite de girasol y mezcla, pastas secas, arroz, polenta, rebozador y pan rallado, yerba mate, mate cocido, té, conservas de frutas, yogur y azúcar) el traslado al costo final de góndola representa un 17,4% (Ámbito Financiero, 16/8). Ambos porcentajes se encuentran por debajo de las remarcaciones que se registraron estos días. A ello hay que sumar que gran parte del mercado opera en negro, cuyos precios no están determinados por la facturación y por ende el IVA no tiene incidencia.
La depreciación del peso influye en los precios de los alimentos porque el valor del dólar no sólo incide sobre los productos importados o que utilizan insumos importados en su producción, sino también sobre los bienes exportables que –en la medida en que se mantienen retenciones fijas mínimas- tienden a equipararse con los precios internacionales.
Ante este panorama, las consultoras privadas anticipan una inflación en agosto del orden del 5% y proyectan que en septiembre escalaría hasta un 6,5%. Con este salto, la inflación anual habría que calcularla en torno al 55-60% (Infobae, 15/8). Los estragos que esta espiral inflacionaria hace sobre los ingresos de las familias trabajadoras pueden verse, además del desplome del consumo, en el endeudamiento. Según un estudio del Centro de Economía Política Argentina, el 92% de los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo tomó los créditos que ofrece el Anses, los cuales según el propio organismo están siendo utilizados para comprar bienes de primera necesidad como comida, ropa o calzado (Página 12, 5/8).
El IVA es uno de los impuestos más regresivos que existen, y es expresión de todo un sistema impositivo que descarga sobre los trabajadores (en este caso el consumidor final) el peso de la recaudación fiscal, mientras otorga todo tipo de exenciones y beneficios a los grupos capitalistas. Esta carga tributaria en Argentina se ubica como la segunda más alta de América Latina. El monto de 21% se alcanzó bajo el gobierno de Menem, y fue sostenido en ese nivel durante los gobiernos kirchneristas y el macrismo hasta la actualidad. En 2014, Macri hacía campaña con la eliminación del IVA, algo que sólo aplicaría muy parcialmente en su último tramo de mandato, al calor de una crisis rampante que amenaza con llevárselo puesto antes de tiempo.
Solo el control obrero y la apertura de los libros de toda la cadena pueden frenar esta confiscación inflacionaria sobre los trabajadores. En lo inmediato, el mazazo devaluatorio contra el salario coloca a flor de piel la necesidad de un paro activo de 36 horas como inicio de un plan de lucha hasta derrotar esta ofensiva.
Iván Hirsch
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