En los últimos días, se denunciaron casos de gatillo fácil en Córdoba, Misiones y Neuquén. Disparos por la espalda en supuestos intentos de robos y fuertes golpizas contra personas esposadas son algunas de las formas que utilizan los efectivos para matar.
En abril de este año, Lautaro Torres de 16 años fue asesinado por la espalda por una mujer policía que denunció que el adolescente había intentado robarle el celular. Tan solo tres meses después, el tío de Lautaro, Miguel Ángel Torres, también fue asesinado por la policía de Córdoba.
El hombre de 32 años recibió el viernes pasado en el Barrio San Roque dos disparos por la espalda de parte de un comisario, que una vez más acusó a la víctima de haber querido robar, en este caso, una librería.
Recién a la una de la tarde del día siguiente, forenses de la policía se acercaron al domicilio de Torres para hablar con los familiares y pedirles que fueran a reconocer el cuerpo. Sin embargo, cuando se acercaron a la morgue no los dejaron ingresar, y recién pudieron ver el cuerpo de Miguel Ángel un día después, cuando les entregaron el cajón para el velatorio.
“Las circunstancias no quedan para nada claras, en el sentido de que no dieron un parte policial a la familia como para indicarle lo sucedido, pero básicamente la versión policial es que él intentó asaltar una librería, o ya la había asaltado otra persona y justo él pasó, pero cuando salía de la librería un comisario le pegó a modo de fusilamiento dos tiros en la espalda, también tiene un corte profundo en la parte de atrás de la cabeza, no ha habido ningún tipo de intercambio de disparos, ni forcejeo”, contó Lucrecia Fernández de Mucho Palo Noticias en el programa Enredando las mañanas de la Red Nacional de Medios Alternativos.
“Este chico es tío de Lautaro Torres –continuó Fernández–, un joven asesinado en abril pasado, en circunstancias similares. Salió a comprar una tarjeta de teléfono, una policía que estaba de civil dice que le intentó robar el celular y le pegó cuatro tiros por la espalda dándole muerte a Lautaro que tenía solo 16 años”.
Parece ser un modus operandi cada vez más claro el de la policía cordobesa, matar jóvenes en circunstancias que no quedan claras, intentar construir la versión del intento de robo y enfrentamiento, no informar como corresponde a las familias y luego no dejarlas ver los cuerpos de las víctimas.
El martes 22 de julio, amigos y familiares realizaron un corte en la Ruta 20, a escasas cuadras del lugar donde vive el comisario acusado del homicidio de Torres. “Nos encontramos con un escenario de mucha presencia policial, había alrededor de 14 efectivos, dos móviles, cuatro motos y policías de civil. Yo suelo ir a cubrir muchos cortes y nunca me encontré con un escenario de estas características, de tanta presencia policial por un corte de familiares. También estuvieron otros familiares, cuando llegamos varios niños bajaron de una camioneta y alrededor nuestro corrían y canturreaban temas de las últimas movilizaciones. La mamá de uno de los chicos nos dijo ‘lo que pasa es que nosotros venimos yendo a todas las marchas de familiares contra la represión y el gatillo, acompañando a los familiares y ahora nos toca a nosotros ser los acompañados’”, relató Fernández a Enredando las mañanas.
Según aseguró la integrante de Mucho Palo Noticias, en el último tiempo se está registrando en Córdoba al menos un caso de gatillo fácil por mes: “(La de Miguel Ángel Torres) es una ejecución, como fue la de Lautaro y la de todos los casos de gatillo fácil que venimos contabilizando durante todos estos meses, donde jóvenes son asesinados de cuatro tiros por la espalda”, agregó.
Para Lucrecia Fernández la historia es siempre la misma, no dejan ver el cuerpo, después de varias horas le plantan un arma a la víctima: “y en el medio un jefe de policía que está dando licencia para matar, ya que dos días después del asesinato de Lautaro Torres salió a decir en los medios de comunicación que todo delincuente que saliera armado o presuntamente armado iba a terminar asesinado. Eso evidentemente ha recrudecido la situación en Córdoba”.
Fernández criticó además la forma en que los medios tradicionales trataron el caso de Miguel Ángel Torres: “el silencio en general de los medios, salió como una circunstancia en la que un comisario había matado a un joven pero sin nombre. Durante varios días no se publicó el nombre de la víctima. Hoy los pibes cantan en la vereda de su casa: ‘vecino, vecina, la yuta te asesina’, como si cantaran el arroz con leche, porque esa es la realidad que viven cotidianamente. Todo esto legitimado por los medios, los funcionarios de turno y lamentablemente por un gran sector social, hay un aval donde no extraña que maten a la gente en circunstancias que no se entienden”.
Unas horas después del asesinato de Miguel Ángel Torres en Córdoba, el albañil Carlos Guirula fue detenido por efectivos de la Comisaría 13° de Posadas, Misiones. Fue a pedido de los empleados de un motel que llamaron a la policía acusándolo de hacer un escándalo. Junto con uniformados del Comando Radioeléctrico, los policías redujeron a Guirula a los golpes y lo esposaron. Luego lo arrojaron a la caja de una camioneta para llevarlo hasta la comisaría, ubicada a veinte cuadras del lugar. Cuando llegaron, el hombre estaba sin vida.
Según la autopsia, la causa de la muerte fue la paliza recibida por la víctima, que le provocó el hundimiento del tórax, estallido de un pulmón y del bazo. Guirula tenía además golpes en el cráneo y en la zona lumbar. Incluso en la piel le quedaron marcadas las huellas de los borceguíes policiales.
A su vez, se comprobó que los efectivos involucrados en el hecho quisieron borrar las pruebas de lo sucedido al lavar la camioneta en la que arrojaron a la víctima. De todos modos, se pudieron detectar allí rastros de sangre.
Por el asesinato del albañil fueron detenidos nueve policías que participaron del operativo de detención, y un par de días después se ordenó la captura de otros dos efectivos.
En tanto, el 12 de julio pasado, Rubén "Teté" Soazo de 24 años había ingresado a una casa a robar en la ciudad de Neuquén, cuando la policía arribó al lugar. Seis horas más tarde, su familia supo que había muerto.
Como suele ocurrir en estos casos, los medios tradicionales hablaron de enfrentamiento, dijeron que Soazo disparó y los efectivos debieron responderle. Sin embargo, las pericias determinaron que en la casa no había vainas del arma que tenía Soazo, lo que indica que no disparó.
“No sabemos si lo mataron adentro de la casa o si lo terminaron de matar en la comisaría (…) tenía golpes, quemaduras, los dedos reventados, le faltaban dos dientes”, afirmó la compañera de Teté y madre de sus hijos a El Zumbido.
“Él tenía disparos en la espalda, en los brazos, en las piernas, en la sien, los dedos de las dos manos todos machucados, un corte en la frente, un golpe en la boca donde le faltaban dos dientes y rasguños (…), si lo mataron a balazos, ¿por qué tiene todas esas marcas?”, agregó una de sus tías.
El efectivo que le disparó a Soazo asegura haber sido amenazado de muerte y está con custodia, sin embargo la familia del joven asesinado denunció que todos los días pasan patrulleros por delante de su casa y desde el interior del vehículo les hacen el gesto como si les fueran a disparar, a pesar de esto no han recibido ningún tipo de ayuda.
Sin duda, la policía está cada vez más acostumbrada a disparar, matar y fraguar supuestos enfrentamientos, para luego manejarse con total impunidad con las familias de sus víctimas, no informándoles como corresponde lo sucedido, no dejándoles ver los cuerpos que evidencian la violencia recibida y como si fuera poco amenazándolos.
Red Eco Alternativo
Fuentes: Enredando las mañanas (RNMA) / Agencia para la Libertad / El Zumbido
http://www.redeco.com.ar/nv/index.php?option=com_content&task=view&id=13845&Itemid=130
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