sábado, 26 de julio de 2014

Cuento chino



Los K vienen batiendo el parche sobre los acuerdos que acaban de celebrarse con China. Sin embargo, no se conoce el texto de los acuerdos. De la reunión realizada hace diez días en Fortaleza, Brasil, emerge que los países del Brics no tienen la menor intención de cuestionar el sistema financiero internacional, incluso insisten en llegar a un acuerdo de pago con los fondos buitre.
Los acuerdos comerciales con China, en el mejor de los casos, llevará a que crezcan las importaciones de China, mayormente de bienes intermedios y de capital o productos industriales terminados. La financiación de la construcción de las represas en Santa Cruz y la modernización del Belgrano Cargas se harán con créditos atados a la compra de bienes chinos, con el agravante de que el costo presupuestado es el doble del establecido un tiempo atrás. Esto vale para el emprendimiento ferroviario mencionado: el material rodante y de infraestructura para la obra provendrán de dicho país.
China se ha asociado a las compañías yanquis y europeas, que monopolizan el comercio exterior de Argentina, incluso en el petróleo y la minería. China es una gran plataforma de exportación de las transnacionales. El intercambio chino-argentino, en ambas puntas, es un eslabón de la división del trabajo impuesta por las multinacionales.
Tampoco los acuerdos representan un blindaje financiero para Argentina. El canje de monedas – yuanes-pesos – no tiene el carácter de reserva de realización inmediata, debido a la inconvertibilidad del yuan; en todo caso puede ser usado como un crédito para la compra en China. Una triangulación peso-yuan-dólar debería pasar por el sistema de compensaciones (“clearing”) que monitorea la Reserva Federal. China dispondrá de una suma equivalente en pesos, en lugar de dólares, para cancelar lo que importa de la Argentina. En definitiva, los dólares que dejarían de salir serían compensados por los dólares que dejarían de entrar. Esta operatoria está lejos de funcionar como un salvavidas en una corrida cambiaria.
Por último, si hay alguien que no está interesado en desestabilizar el dólar es China, porque tiene invertido el 80 por ciento de sus reservas en títulos de la deuda de Estados Unidos.

Pablo Heller

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