jueves, 13 de febrero de 2014
Un golpe siglo XXI
El tema del día en Italia es bastante instructivo para la crisis política en Argentina. Se trata del relato que acaba de publicar el Financial Times del golpe que, en 2011, urdió el presidente Giorgio Napolitano para voltear al primer ministro Silvio Berlusconi. Lo singular de la historia es que el candidato a víctima había ganado las elecciones y tenía una mayoría clara en ambas cámaras del legislativo, mientras que el encargado a sucederlo, Mario Monti, era un opaco profesor de economía neoliberal, que había sido secretario para la Competencia en la Comisión Europea y ni siquiera era diputado. El ex comunista-stalinista Napolitano no se dejó amilanar por esos obstáculos y abordó, con la agilidad de sus 90 años, una tentativa de golpe de Estado ante el fracaso de Berlusconi para enfrentar una crisis financiera que amenazaba dejar a Italia fuera del euro. Primero sondeó a banqueros e industriales, en especial al jefe del banco en estado de quiebra Intesa-Sao Paolo, E. Passera, quien recomendó precisamente a Monti para sustituir a Berlusconi, lo cual le valió más tarde ocupar el ministerio de Economía. Para subsanar las carencias institucionales del no menos anciano Monti, Napolitano lo hizo senador vitalicio, una prerrogativa del jefe de Estado, que según la constitución italiana, sin embargo, no tiene funciones de gobierno. Una vez colocadas las piezas en su lugar, la banca italiana le pidió a la alemana Deustche Bank que vendiera de una vez siete mil millones de euros de títulos públicos de Italia de los ocho que tenía en su poder. La operación hundió la cotización de la deuda del Estado, creó una corrida bancaria y logró que ‘tuttiquanti’, incluidos los berlusconianos de Forza Italia y todavía más ex stalinianos del Partito Democrático, consagraran al profesor de la banca italiana como ministro de Economía, con el agregado de poderes especiales. Fue un golpe original, hay que convenir: aunque fue impulsado desde afuera hacia adentro, el verdadero trabajo sucio se hizo desde adentro hacia afuera; los propios desalojados aplaudieron el derrocamiento. Era junio de 2011 y ya habían pasado casi cinco décadas del momento en que Italia temió un golpe militar de su propio ejército con apoyo de la CIA.
En tanto que el golpe blanco en Italia se fraguó en lugares tan exclusivos como Saint Tropez, las asonadas en Argentina tienen lugares menos rutilantes, como el casino Sasso del hotel de gastronómicos en Mar del Plata o el comedor de la Rural donde los empresarios de AEA y la UIA, entre otros, se reúnen con los de la Cámara Americana, Alemana y de España, para discutir ‘acercamientos institucionales’. Pero nunca se sabe, Punta del Este está a tiro de cañón (en Punta fue donde Cavallo arregló con el Citibank, en 1989, el plan Bonex, que desplumó a los ahorristas tanto como el corralito). Bajo la presión de la crisis y de las conspiraciones a la luz del día, el desgajamiento del kirchnerismo se produce por rodajas: partieron en punta los que se enrolaron con Massa, pero el tropel no para -Diana Conti y Carlos Kunkel ya han elegido a Scioli. Carta Abierta ha escrito con todas las letras que sigue siendo kirchnerista pero no oficialista, o sea que ha elegido la oposición antes de que le cambien el gobierno. En algún momento de la crisis, estos desgajamientos romperán la mayoría parlamentaria del kirchnerismo. La sangría financiera de Argentina es aún más severa que la severísima sangría de Italia, y los grupos económicos que explotan al país tienen menos escrúpulos que los inescrupulosos Intesa-Sao Paolo o el Deutsche Bank. La crisis en curso solamente se salda, para todos estos grupos, que -recordemos- se la llevaron con pala bajo los K, con un cambio completo del régimen económico -o sea político.
El kirchnerismo ha entregado la defensa del peso y su repetida oposición al ajuste; ahora escucha solamente a Galuccio, Bein y Mario Blejer. Ha elegido como última trinchera la pelea dentro del Poder Judicial, donde se juega el procesamiento de medio gabinete y hasta del Poder Ejecutivo. Berlusconi evitó la cárcel por proxeneta, pero quizá no ocurra lo mismo con Boudou por el caso Ciccone y otros, o con Lázaro Báez y compañía. Ya nadie pelea la ley de medios: la Corpo se queda con todo y quizá tenga yapa, mientras que la ‘juventud militante’ ve que se le podría escapar la caja de Fútbol para Todos y el manejo político que representa. En Italia todo obrero consciente odiaba a Berlusconi, pero el que completó el ajuste fue Monti. Todo obrero consciente se está preparando, en Argentina, para luchar contra el ajuste de Kicillof-Capitanich-CFK, pero sin olvidar, siquiera por un momento, que los Scioli, Massa, Binner, De la Sota y Macri preparan una salida anticipada para dar mayor fuerza y coherencia al ataque contra los trabajadores.
No es cierto que los nacionales y populares hayan contenido la corrida contra el peso y limitado el alcance del ajuste. Los bancos no estarían vendiendo los bonos en dólares si no hubiera sido con su propio acuerdo. La corrida de enero fue una operación de desgaste hasta que las piezas del recambio se pongan en su lugar. Viene ocurriendo, como lo hemos advertido oportunamente, desde el 54% de 2011. La operación Deutsche Bank, en Argentina, todavía está por venir -abundan los candidatos para ello. Una pieza fundamental del armado es juntar a la burocracia sindical en torno a un ‘pacto social’ que le haga el aguante al ajuste y al gobierno provisorio que viene, sea por remoción completa del gabinete o incluso del gobierno en su totalidad. Moyano, Barrionuevo, Caló y Gerardo Martínez ya caminan todas las tiendas patronales, incluso las papales. En Córdoba, los sindicalistas K se han juntado en una sola CGT con los burócratas sindicales de De la Sota, Massa y Scioli. Moyano ha abandonado el reclamo de un aumento de emergencia para obreros y jubilados, de tres mil pesos, y promete una paritaria de camioneros… para junio. Todo esto responde a la necesidad de patronales y burócratas de impedir una intervención obrera en la crisis, que desbarataría los planes del gobierno y de los golpistas.
Plan de lucha contra el ajuste K, abajo los golpistas.
Prensa Obrera
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