martes, 18 de febrero de 2014
De la “revolución ferroviaria” a la privatización sin paradas
A solo unos días del segundo aniversario de la Masacre de Once, Randazzo anunció la privatización de todas las líneas ferroviarias urbanas con excepción del Sarmiento. Lo que podría sonar como una broma de mal gusto no es más que una descarada provocación: el Grupo Roggio y EMEPA (de los Romero), los mismos que durante todos estos años destruyeron los ferrocarriles y operando la UGOFE junto a los Cirigliano, ahora pasarán a controlar el Mitre y el San Martín en el caso de los primeros y el Roca y el Belgrano Sur, los segundos. Si a esto le sumamos que Roggio ya controla el Urquiza y el subte y Romero el Belgrano Norte, los dos grupos pasarán a concentrar casi todas las líneas metropolitanas, mientras el Sarmiento sigue en las manos del Estado.
Una entrega total
A partir de los anuncios de Randazzo, los Roggio y los Romero no solo seguirán embolsando los millonarios subsidios que ya vienen recibiendo desde hace años sin invertir un peso, sino que ahora también se beneficiarán con las nuevas formaciones compradas a China (ver recuadro); es decir una entrega recargada donde el Estado le sigue financiando el negocio a los vaciadores. La escasísima inversión que hizo el gobierno no solo está muy lejos de solucionar la crisis ferroviaria, sino que además también irá en beneficio de los concesionarios privados. Los K siguen engordando sus bolsillos.
Puro Boleto
Para hacer más digerible esta nueva y escandalosa provocación contra los usuarios y los familiares de las victimas de Once y Castelar, el gobierno anuncia rigurosidad en los controles y amenaza con multas que supuestamente serian equivalentes al valor de una determinada cantidad de boletos si estos empresarios no cumplen en sus responsabilidades para brindar un buen servicio. Puro boleto. Desde el mismo momento en que estos vaciadores se quedan con la inmensa mayoría de las líneas ferroviarias a través de una adjudicación directa, cocinada a espaldas del pueblo con un puñado de funcionarios corruptos y cómplices, hace poco creíble que estos mismos garanticen dicho control.
Fuera Roggio y Romero
Desde la Agrupación Naranja venimos denunciando que la “revolución ferroviaria” y la supuesta “estatización” tantas veces enunciadas por Kristina y Randazzo no eran más que una gran cortina de humo que preparaba el camino para seguir con la entrega que hoy no hacen más que blanquear.
Una vez más decimos claramente que las concesionarias privadas tienen que irse del ferrocarril y del transporte y confiscarles hasta el último peso de las fortunas que embolsaron durante todos estos años. Ya mismo tenemos que exigir la apertura de sus libros de contabilidad para saber adonde fueron los subsidios.
La única salida que garantice un servicio cómodo, eficiente y seguro es la creación de una empresa única y estatal que concentre todo el sistema ferroviario, que ésta sea administrada y controlada por los propios trabajadores y comités de usuarios populares, ya que somos los únicos interesados en que el servicio funcione acorde a las necesidades del pueblo trabajador.
LVO
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