domingo, 9 de febrero de 2014
El ancla salarial
Este martes 4 Cristina retó a Antonio Caló por cadena nacional. El burócrata de la CGT oficialista había osado decir que "A la gente no le alcanza para comer". Pero CFK no le hablaba a Antonio que piensa seguir acatando mansamente la política antiobrera oficial. El mensaje se dirigía a toda la clase obrera para que “modere” sus reclamos. Que los obreros compran dólares, que les alcanza para comer, que no tienen por qué reclamar. Ese fue el arsenal discursivo de Cristina contra los trabajadores. La realidad dice otra cosa. No es que a CFK las propiedades en el Calafate y los dólares que transformó a pesos y que se cuentan por millones le dificulten la visión de la realidad. Es que gobierna para los intereses opuestos a los trabajadores, para las grandes patronales que no tienen “moderación” en su búsqueda de incrementar las ganancias.
La inflación se come el salario
La inflación de 2013 fue 28,3% según el Índice Congreso. Pero esa tasa fue alterada por varios hechos. Por un lado, por la remarcación de precios que hicieron las patronales luego de las elecciones de octubre de 2013. Los supermercados aprovecharon para hacerse un colchón. Las automotrices ajustaron el precio de los autos 17% en pocos días. Las naftas dieron un nuevo salto. Otro factor que aceleró la inflación es el tarifazo en el transporte, que en la región metropolitana de Buenos Aires alcanzó el 66% y en el interior, como en Córdoba un 30%. A su vez, la agresiva devaluación del peso que hizo el gobierno en enero encareció todos los productos que se importan desde otros países, cuyos precios en dólares transformados a pesos son al menos 23% (la tasa de devaluación de enero) más caros en sólo un mes. Otro tanto ocurre con materias primas e insumos que compran las empresas en el exterior para producir bienes finales en Argentina. La devaluación encareció esos bienes y las patronales trasladan esos aumentos al producto final. Como en todas las devaluaciones de la historia la variable de ajuste es el salario para recomponer la ganancia empresaria. No hay que permitirlo.
La manipulación estadística, sustentada con las patoteadas a los trabajadores que enfrentan la intervención del INDEC, no permite tener cifras oficiales fiables. Ahora el gobierno acordó con el Fondo Monetario Internacional lanzar un nuevo índice de inflación en febrero. Ese acuerdo es parte del paquete para volver endeudarse en los “mercados” y que incluye negociaciones con el Club de París y la reapertura del canje para los fondos buitres. Pero el nuevo índice esta tan viciado como el anterior. Más allá del uso político que hacen las consultoras privadas con sus propios índices en muchos casos se acercan a la verdadera inflación. En enero estas estimaciones dan cuenta de una inflación del 4%. Esa inflación anualizada podría alcanzar al 60% durante 2014 si las patronales siguen subiendo precios como en los últimos meses y el gobierno continúa con los tarifazos. No hay dudas que ese es su plan.
La propia recaudación estatal da una pauta del verdadero valor de la inflación. En una situación donde la economía tiene un escaso crecimiento, y hasta podría estancarse o caer en recesión, la recaudación de enero aumentó 37,5% en relación al mismo mes de 2013. Esa recaudación es mayormente por el IVA (impuesto al valor agregado) que se aplica a casi todos los consumos diarios. Ese aumento contiene esencialmente subas de precios. El nuevo nivel de inflación seguramente está muy cercano a ese valor.
Si se observan las variaciones de precios entre el acuerdo que alcanzó Guillermo Moreno en junio de 2013 y el “precios cuidados” del nuevo secretario de Comercio Interior, Augusto Costa, en algunos productos superan el 100%. El azúcar “Dominó” de Ledesma aumentó 111%. El aceite de girasol “Cañuelas” de Molinos subió 45%, los fideos “Coditos” de Canale 34%, el kilo de cuadrada 23%. Esos aumentos ocurrieron en sólo 7 meses. Son apenas unos ejemplos del desparpajo empresarial para subir los precios con el aval del gobierno. Solo en unos escasos productos los precios no variaron, como en la leche. Pero es conocido, e incluso denunciado en conferencia de prensa cada mañana por el devaluado jefe de Gabinete, que las empresas hacen maniobras permanentes para burlar los acuerdos por lo cual los aumentos reales en muchos casos son mayores y hay productos que no se consiguen.
La inflación acumulada en 2013 y la de enero hacen que si la paritaria fuera hoy los trabajadores tendríamos que pedir de mínimo 35% (28,3% de 2013 más 4% de enero, más lo que van subiendo los precios en febrero). Esto apenas alcanzaría para recuperar el poder de compra perdido hasta ahora. Claro que cada mes que pasa habría que agregarle por lo menos un 4% de la inflación nueva, al menos que se frene la remarcación, lo que no parece ser estar en los planes de ninguna patronal. Los empresarios, con el aval gubernamental a pesar del hostigamiento verbal, suben los precios sin esperar ninguna “paritaria” y echan la culpa de la inflación a los salarios. El gobierno pide moderación en los pedidos de aumento. Pero es falso que la inflación sea causada por los salarios. La escalada inflacionaria se dio en los últimos meses del año donde no hubo paritarias y ya habían entrado la mayoría de los aumentos en cuotas que se pactaron en 2013. Es urgente la movilización del movimiento obrero por paritarias libres y sin techo. El ajuste automático de los salarios en función de la inflación es la conclusión lógica de la inestabilidad de precios que imponen los empresarios.
Antonio tiene razón, aumenta la carestía de la vida
Para enero de 2013 los trabajadores del INDEC que enfrentan la intervención calcularon la canasta básica en $7.006 mensuales (http://www.ateindec.org.ar/documentos/2013-02-15_SALARIO_MiNIMO.pdf). Este valor actualizado por la inflación de 2013 llega hoy a casi $9.000. Pero hay otros cálculos que hablan de valores mayores. La Dirección de Estadística y Censos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que responde al derechista Mauricio Macri, insospechado de hacer estadísticas a favor de los trabajadores, estimó que en noviembre de 2013 la canasta familiar era $8.905 (http://estatico.buenosaires.gov.ar/areas/hacienda/sis_estadistico/ir_2013_622.pdf). Es más, ese cálculo incluía un alquiler de $1.780, algo casi imposible de conseguir. Los gastos de transporte mensuales eran de apenas $131,41. Hoy con las nuevas tarifas cualquier obrero que hace dos tramos en colectivo por día, ida y vuelta, considerando que sólo paga el boleto mínimo, gasta $240 en ir a trabajar durante 24 días laborables del mes (esto en el área metropolitana de Buenos Aires porque en el interior es más caro aún). Claro que las largas distancias que tienen que recorrer los trabajadores a su lugar de trabajo hacen el costo del transporte mucho mayor a ese valor “teórico”. Nótese que no estamos hablando de transporte para ir al cine o visitar a un amigo o familiar ¡El ocio recreativo es un lujo reservado para los patrones en el capitalismo! Es decir, que en alguna medida ese cálculo de $8.905 del Gobierno de la Ciudad subestimaba el valor real de la canasta familiar. Entre la inflación que corrió durante diciembre y enero, más los ítems subestimados, la canasta familiar no baja en estos días de $10.000.
Los ingresos de la gran mayoría de la clase trabajadora están bien lejos de alcanzar esos valores. Lo revelan hasta los propios números de la intervención que manipula las estadísticas en el INDEC. El 50% de los hogares relevados en el tercer trimestre (entre julio y septiembre) de 2013 tenían ingresos menores a $7.000. Son 4 millones de hogares los que no alcanzaban la canasta familiar. Si cada hogar tuviera 4 integrantes, son más de 16 millones de argentinos que están al desamparo de sus escasos ingresos. No solo eso. El 30% de los hogares recibían ingresos menores a $4.700. El ingreso familiar del 10% de los hogares más pobres alcanzó unos miserables $2.465 mensuales. Considerando los individuos y no los hogares, el ingreso promedio mensual era de $4.905 en el tercer trimestre de 2013. El salario mínimo, vital y móvil es de $3.300 desde agosto. Es decir, que cubre apenas un tercio de la canasta familiar. La gran mayoría de los jubilados vive ruinosamente con una mínima que en marzo llegará apenas a $2.757. Para toda esta gente no hay dólares, pero no por que la reglamentación de la AFIP les impide comprarlos, sino porque como dice Caló “no le alcanza para comer”. Hay que pelear por un salario mínimo igual a la canasta familiar para toda la clase obrera.
La crisis no se detiene
El gobierno condujo la política económica a una encrucijada donde la devaluación acelera la inflación y la inflación se come los efectos de la devaluación. El nuevo valor del dólar a $8 aunque recibió el visto bueno de algunos sectores industriales, como las automotrices imperialistas, sigue sufriendo las presiones de los exportadores agrarios y del establishment financiero. Con el aumento de las tasas de interés el gobierno muestra estar cediendo, una vez más, a los "mercados". El oficialismo parece estar dispuesto a llevar a la economía a la recesión aplicando dosis crecientes de ortodoxia neoliberal, incluso asestando un golpe mayor a las condiciones de vida de los trabajadores. El ancla salarial es la pieza maestra de su plan. Los trabajadores tenemos que imponer nuestra propia salida a la crisis.
Pablo Anino
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