El ajuste continúa su marcha y lo que es más grave para el movimiento popular, es que además de ser una iniciativa del gobierno de Cristina Kirchner, cuenta con variados consensos en la oposición política con peso mediático, aunque con un lenguaje confuso que les permite tomar distancia.
El caso de la brutal devaluación es un ejemplo. Mientras los aliados monopólicos y oligárquicos del gobierno saludaban la devaluación, los opositores, los de Massa y del panradicalismo criticaban por derecha que era insuficiente y por izquierda que alentaba la inflación.
La realidad es que para los ideólogos de las clases dominantes el ajuste es una necesidad, pero el tema es que sus expresiones políticas están distribuidas en diferentes opciones partidarias y tienen el 2015 por delante. Ven una importante crisis en el proyecto del 2003 que encabezo Néstor Kirchner y vislumbran que el 2015 puede ser un año de recambio. El gran desafío es como ejecutar, para el gobierno o, como bancar para los opositores con peso mediático, el ajuste sin pagar costos políticos.
Los que manejan los dólares en este país, el capital monopólico exportador, entre las que están las cerealeras y que fueron socios de las políticas gubernamentales desde el 2003, ante un dólar depreciado por la inflación y ante el hecho de que hoy se encuentran con una mejor relación de fuerzas producto de la crisis del modelo, entonces presionaron y consiguieron un dólar de 8 pesos con una brutal devaluación de más del 30%.
El gobierno los acusa de especulativos porque le apuraron el ajuste que de todas maneras ellos ya tenían decididos hacer. Querían hacerlo con gradualismo pero no lo esperaron. Las acusaciones del gobierno a los especuladores son inconsistentes en tanto compartieron un modelo de acumulación dependiente. Cuando tuvieron poder para debilitarlos no lo hicieron porque en realidad compartían un proyecto. Las bases de esa unidad estaba en que el eje del desarrollo era el mercado exportador y en el discurso utópico de la industrialización por vía de la sustitución de importaciones.
En el marco del desarrollo de estos ejes el kirchnerismo era hegemónico. Por ejemplo en la prioridad comercial de China y los del capitalismo emergente. Tuvieron un chispazo fuerte con la 125 pero finalmente arreglaron. La realidad hoy es que la sustitución de importaciones fue limitada, la industrialización sigue esperando y lo que es peor, la balanza comercial se está cayendo. No salimos de la exportación de commodities y las exportaciones industriales no compensan. Las estructuras de la dependencia nuevamente se mostraron implacables con el cada vez más amenazante regreso del déficit de la balanza comercial.
La inflación
La devaluación impactó en la inflación -como era de esperar en un país dependiente- que avanza mucho mas rápido de lo que dice el gobierno. La verdad es que para los que mandan, como en casi todas las oportunidades, la inflación les juega a favor. Baja los salarios y mejora la recaudación impositiva. Los monopolios remarcan, el gobierno recauda más por IVA y otros impuestos y los salarios aumentan menos y después.
Los números de la inflación son imbatibles. Nadie puede negar que la inflación de enero a enero anda por encima del 40%. Hay que esperar a las paritarias para recuperar la perdida salarial en el marco de que una buena parte del sindicalismo (Yasky, Moyano, Barrionuevo y Calò) y de los políticos de la oposición con peso mediático no quiere hacer olas. Ellos también creen en la terapia del ajuste hacia abajo. Piensan que el costo político lo pagará el gobierno.
La política de los “precios conversados” que desempolvó Capitanich fue la política de Krieger Vasena en el Golpe del 66 de Onganía a Illia. Esta política Capitanich la acordó con los monopolios que hegemonizan la producción y distribución alimenticia. La contrapartida son las paritarias con techo. En este sentido el gobierno está haciendo los deberes apretando a las centrales amigas y a los que no son tanto. Como este acuerdo no elimina el control de precios, el gobierno también aprieta a las empresas.
La realidad es que la situación de los trabajadores y el pueblo se ha deteriorado enormemente. Hoy la canasta familiar esta arriba de los 13.000 pesos. Enero con un 4% de inflación y lo que va de febrero han producido un enorme retroceso en los ingresos populares. El aumento anunciado a los jubilados es absolutamente insuficiente.
Para la ortodoxia neoliberal la causa de la inflación es la emisión. Detrás de la emisión está el financiamiento del déficit fiscal, el crédito accesible y los subsidios. Es objetivo que el déficit fiscal ha regresado y con volumen y que la emisión monetaria ha crecido. Los neoliberales a los que tanto criticó este gobierno, le están exigiendo un ajuste más ortodoxo pidiendo que haga lo que siempre piden: Aumento de las tasas de interés, contracción monetaria y reducción del déficit fiscal.
Por supuesto nunca le exigieron una profunda Reforma Fiscal y menos una coparticipación justa. Quieren que avancen con el tarifazo y que dejen de subsidiar a las burguesías intermediarias, capitales locales amigos y otros parásitos que viven del Estado. El impacto de estas medidas es bajar la demanda, generar recesión y por este camino, sostienen, los precios se irán estabilizando. Ellos saben que están pidiendo que el kirchnerismo baje uno de los núcleos duros de su política económica. En realidad, le piden que avance en un ajuste ortodoxo. El capital imperialista y los oligarcas quieren recuperar terreno y volver a los marcos neoliberales. Y a decir verdad, están recuperando. La devaluación brutal y la suba de las tasas de interés son un ejemplo.
El gobierno ha perdido mucho espacio, la derrota de las legislativas del 2013 lo dejó muy mal parado y el modelo neodesarrollista ha entrado en una crisis de difícil solución. Desaparecieron las condiciones que lo hicieron posible. Desde el gobierno avanzan en el sentido que exigen los neoliberales como es el caso de la suba de las tasas de interés, pero con contradicciones como las de Fútbol para Todos donde volvieron atrás el acuerdo con Tinelli. Avanzan buscando defender los ejes centrales de su política económica y a su vez negociando.
Necesitan dólares e inversión. Fueron al Club de Paris para ver si pueden establecer un acuerdo de pago y por otro ingresar al mercado internacional de crédito y beneficiarse del mercado de capitales. Quieren arreglar con Repsol y se ilusionan con Vaca Muerta. Otro milagro que también ilusiona a los opositores con peso mediático o afines al establishment -varios de UNEN lo expresaron- para volver al superávit en la balanza de pagos.
El otro problema de fondo de la inflación es la falta de inversión, -en realidad inversión hubo pero no todo lo que ganaron, el capital monopólico fugó buena parte de esto-, algo que el gobierno nunca quiso tocar porque no estaba en su proyecto de capitalismo serio. Imaginaron que podía haber un “capitalismo serio” diferente de la economía dependiente que tenemos hoy y donde lo que ellos llamaban burguesía nacional, que nunca pasó de ser una burguesía intermediaria de las políticas imperialistas, los empresarios filokirchneristas que crecieron estos años de la mano del Estado, serian hegemónicos.
Imaginaron, con Kicillof a la cabeza, que desde la demanda y algunas acciones del Estado como los subsidios se podía regular la inversión, evitar la fuga de divisas, sustituir importaciones e industrializar el país. En esta imaginación utópica olvidaron que somos un país dependiente del imperialismo. Que los monopolios, incluidos las exportadoras, el agronegocio, los terratenientes y en general el gran capital determinan las orientaciones y las cantidades y calidades de la inversión. Su lógica no es la del mercado interno ni la de la autonomía nacional, sino la de las orientaciones que surgen de sus “casas matrices” y de los movimientos del mercado mundial donde participan las potencias imperialistas.
Esta forma de pensar dependiente, economicista y subordinada a las lógicas del mercado mundial explica que durante mas diez años de gobierno no hayan hecho nada para avanzar en la nacionalización del comercio exterior y de la banca. No les faltó relación de fuerzas, les faltó compromiso nacional.
A manera de conclusión
La simplificación siempre es una tentación grande. Digo esto porque también en torno al tipo de ajuste hay contradicciones en las clases dominantes. No hay un solo ajuste posible, el neoliberal. En el gobierno se tensó una contradicción que es reflejo de la misma en las clases dominantes y que hasta el 2011 era secundaria. La contradicción entre una perspectiva neoliberal y otra neodesarrollista. El kirchnerismo era hegemónico desde el neodesarrollismo y los neoliberales expresados por vía de una buena parte del P.J. jugaban un papel subordinado. No olvidemos que el PJ fue menemista y acompaño toda la política de privatizaciones. Scioli, Alberto Fernandez y otros.
Los ajustes neoliberales siempre son brutales. Su programa de ajuste es archiconocido. La formula es devaluación, apriete fiscal, contracción monetaria y suba de las tasas de interés. Negociar con el FMI, volver a los créditos internacionales y promover la inversión extranjera. El efecto buscado es bajar el nivel de actividad de la economía y por este camino debilitar la fuerza colectiva de los trabajadores vía desempleo, y luego bajar los salarios por medio de la inflación que ya hizo su trabajo de zapa. Todo esto vuelve atractiva la economía para los inversores y en particular los extranjeros. Todo esto siempre que este garantizada la gobernabilidad, algo que en Argentina no siempre es una certeza importante y, algo que no dicen, la subordinación a la orientación hegemónica norteamericana.
Decir que el ajuste kirchnerista será igual es simplificar las cosas. No olvidemos que Argentina es parte de los países del mundo que han tenido una actitud de rebeldía en unos casos, desafiante en otros o también de disputa a la hegemonía norteamericana. En esos países, en un polo están unos con clara vocación imperialista con China y Rusia a la cabeza y en el otro polo opuesto, países con proyectos nacionales, populares y democráticos como Venezuela y Bolivia. En el medio andan los del capitalismo serio como Argentina, Brasil o Uruguay. Es claro y no hay que olvidar, que en la emergencia de este nuevo marco de alianzas y de condiciones económicas, han sido claves la apertura a la inversión imperialista en China y otros de la periferia asiática con la consecuente expansión del mercado mundial. A su vez todo esto como consecuencia de la crisis capitalista de los 70.
El kirchnerismo, en los marcos de su lógica de subordinación dependiente, necesita el ajuste y lo está llevando adelante. Quiere hacer un ajuste a su medida con el menor costo político. Ajustar sin que parezca ajuste. Quiere salvar su modelo neodesarrollista aunque sea recauchutado. No olvidemos que hay parte de las clases dominantes detrás de él. Donde no se va a regalar es en la política de subsidios a los capitales amigos con los que disputa la hegemonía de las clases dominantes, y en la política de seguir operando sobre los sectores populares, dividiendo y cooptando, para continuar garantizando la gobernabilidad.
Esta última es su mejor carta negociación con las clases dominantes y la Iglesia Católica incluida. Pero en lo que no se diferencian de los objetivos de los ajustes neoliberales es que han decidido avanzar en la recesión de la actividad económica –un ejemplo concreto y que tiene origen en el Estado, es el parate de la obra pública y otro es el reconocimiento de que este año la económico casi no crecerá- como forma de debilitar la lucha de los trabajadores. Saben, al igual que el capital, que uno de los mayores disciplinadores laborales es el miedo a la perdida del trabajo.
El otro punto común con los ajuste neoliberales es que ellos saben que ningún ajuste cierra sin represión. Los gobiernos provinciales se están equipando para enfrentar las diferentes rebeldías populares contra el ajuste. La represión del Chaco, la patria de Capitanich, es una muestra acabada. En estos días hubo una represión a la movilización docente en Santiago del Estero. Pero lo claramente emblemático han sido las condenas a cadena perpetua a dirigentes gremiales petroleros de Las Heras, Santa Cruz, por un asesinato que no cometieron durante un proceso de movilización de los trabajadores. Una verdadera infamia. Están procesados dirigentes docentes de Tierra del Fuego y de Chubut por el único pecado de llevar adelante, con total aval de la docencia, la lucha por las reivindicaciones salariales y de condiciones de trabajo y de aprendizaje.
En una dirección más concreta su mayor desafío es parar la suba de la inflación y contener los aumentos salariales. Por ello tantas fintas con las centrales amigas y no tan amigas. Para el capital en sus diferentes versiones ésta es una condición sine quanon para brindar consenso y seguir negociando los otros términos del ajuste.
Para la oposición con peso mediático, que son afines a las clases dominantes, aunque tienen relativa autonomía pero con la que no quieren ni pueden romper, la situación es compleja y contradictoria en tanto tienen como objetivo llegar a la Rosada. Por un lado necesitan que el gobierno llegue a cumplir el mandato, salvo debacle y golpe institucional, -varios lo tienen en la cabeza-, y por otro que el mismo se desgaste haciendo el ajuste que ellos consideran imprescindible.
Planteado esto en términos de escenarios antagónicos, si el gobierno muestra que puede controlar la situación económica van a jugar a no hacer olas por buena parte de este año. Se dedicarán a hacer campaña mediática haciendo eje en la gestión política, donde incluirán la económica, en la “manipulación y corrupción institucional” del gobierno, en la inseguridad y en el narcotràfico. La conflictividad político-electoral la dejarán para el año que viene. La línea es no hacer olas.
Si la situación económica se desboca va a tomar fuerza el golpe institucional. En esto van a tener aliados en el PJ. Seguramente la realidad transitará entre estos dos polos y entonces para las organizaciones del movimiento popular es clave una política autónoma de las clases dominantes y de las diferentes formas de bipartidismo. Afirmarse en las necesidades urgentes de los trabajadores y el pueblo, -expresadas en el programa reivindicativo de la CTA- impulsar y contribuir a la organización de sus luchas y avanzar en la constitución de un Frente Nacional, Popular y Democrático, de una dirección política e ideológica del movimiento popular, que se exprese en lo social y en lo electoral en torno a un programa que recoja las tradiciones nacionales populares expresadas en La Falda y Huerta Grande, la CGT de los Argentinos, el programa del 11 de Marzo de 1973 y muchos otros que vinieron después.
Jorge Cardelli
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