Si es lícito plantearse la posibilidad que la emergencia de la izquierda se asienta sobre bases sociales que no responden solo a movimiento de coyuntura, sino a procesos más “orgánicos”, e “históricos”, como el agotamiento del peronismo en el movimiento obrero. Si la nueva ubicación conquistada abre tanto oportunidades enormes, como peligros igual de grandes, de lo que se trata es de responder a la pregunta ¿Qué trotskismo va a surgir de todo esto? porque de eso dependerá la victoria o la derrota en los procesos de crisis que se vienen. Está en juego la fisonomía de la izquierda para toda una etapa histórica.
En este sentido un compañero me decía hace unos días mientras hablábamos sobre el articulo “El partido leninista como instrumento de combate”: “sorprende que la izquierda argentina, cuanto más influencia adquiere, y más oportunidades tiene, más piensa en cualquier cosa menos en construir un partido revolucionario. Todos dicen ‘ahora hagamos algo amplio’ donde diluirnos (y perder la oportunidad planteada).” Lamentablemente tiene razón, esto sucede dentro y fuera del Frente de Izquierda que es un actor político nuevo en la situación nacional. Las “ideas” van desde un movimiento popular socialista para PO, hasta un agrupamiento amplio que vaya desde la izquierda trotskista a la izquierda peronista para MST (algo a lo que tienden también grupos más cercanos), pasando por un partido de trabajadores con libertad de tendencias… pero ninguno está tensionado hacia el objetivo de aprovechar el momento, para construir un partido revolucionario de vanguardia con peso real en la clase obrera. Por supuesto que esto no es aceptado por quienes plantean estos “rodeos”. Se presentarán estas políticas (si se sienten acosados “por izquierda”), en el mejor de los casos como “maniobras” para construir partido, en otros como políticas “hegemónicas” para “liderar e incidir” en la realidad, como si ya lo fueran. Se centra la práctica militante en la “agitación política” en detrimento del trabajo estructural que necesita tenacidad gris y cotidiana. En este esquema ingenuo todo lo demás, en particular la política del PTS, es culpada de “sectarismo estéril”, “izquierdismo purista”, “obrerismo”.
En nuestra tradición política, si hablamos de partido revolucionario hablamos de Lenin, aunque estemos en las estepas pampeanas y tengamos que pensarlo en nuestra geografía política y social concreta. Y hablar de Lenin hoy es descubrir la sonrisa del revolucionario, pateando la estatua caída estalinista y la repetición hueca de los clichés que quedaron.
A propósito de esto, desde hace unas semanas me vienen persiguiendo de día algunas definiciones que hace Trotsky en el artículo “Verdades y mentiras sobre Lenin”. En él, Trotsky se muestra bastante indignado con Máximo Gorki a propósito del “retrato de Lenin” que el escritor ruso publica en 1925. Entonces dedica gran parte a discutir contra la descripción que Gorki hace de que “su pensamiento iba ‘en línea recta” (planteo que adelanta la estalinización del leninismo). Trotsky dice que ante una expresión tan deplorable le viene a la cabeza la definición del joven escritor Babel sobre Vladimir Ilich: “La curva compleja descripta por la línea recta de Lenin”. Y agrega “Ésta es una verdadera explicación, a pesar de las apariencias, a pesar de la antinomia y la sutileza un poco rebuscada de los términos reunidos”.
Trotsky plantea que si se ve obligado a explicar a Lenin en pocas palabras, “quisiera destacar que él estuvo ante todo ‘tensionado hacia su objetivo’.” “Lenin marchaba y conducía siempre hacia el objetivo por un camino lleno de complicaciones, por vías a veces muy indirectas” … y agrega algo interesante para la izquierda argentina: “Un crítico creyó descubrir una visión profunda explicándome que Lenin no se distinguía solo por su tensión hacia el objetivo, sino también por su habilidad para la maniobra…” y le responde “La tensión hacia el objetivo no indica necesariamente una conducta “en línea recta” ¿y qué importancia podría tener la flexibilidad de Lenin sin esta tensión, que no se relaja un minuto?”.
Creo que si hay que ponerle nombre al objetivo de Lenin, este era el comunismo.
Creo también que volviendo sobre Argentina siglo XXI, la dialéctica que propone Trotsky para el leninismo (“tensión hacia el objetivo estratégico y flexibilidad táctica”) se invierte: prima la “flexibilidad” sin la tensión hacia el objetivo de la revolución socialista, y de todo lo que eso implica en términos de guerra civil, en lucha por el poder (ahí están nuestros años 70); para lo cual la clave es la construcción de un partido revolucionario con poder real y no sucumbir a la ilusión mediática y parlamentaria ocasional, justamente porque todo indica que puede no ser ocasional (pero una mala estrategia puede hacer que lo sea). De esta tensión hacia el objetivo surge el propósito del PTS de ir por los sindicatos, en busca de la conquista de poder real que ponga en crisis al régimen político y permita hacer verdaderas maniobras de clase, planteando verdaderos desafíos.
Esta “soledad” por ahora en la lógica y la práctica política, me lleva a reafirmar un segundo problema que son en realidad varios problemas. Muchos conceptos de uso común en nuestra militancia, y en la militancia común del “trotskismo”, todos ellos teóricamente basados en “el leninismo”, adquieren nuevo contenido. “Frente único”, “organizar ampliamente”, “fusionarse con el movimiento obrero”, “unidad entre teoría y práctica”, hacer “propaganda y agitación” revolucionaria, “parlamentarismo revolucionario”, etc. todo entra en otro nivel. Unos porque pasan de la teoría a la práctica, otros porque ya no pueden implicar lo mismo, otros porque creo que hay que comprender qué significan realmente.
Entre todos ellos, intentando no perder “la tensión hacia el objetivo”, pienso en el significado de la “agitación política”, o mas específicamente el significado de la “agitación y propaganda leninista”, como de especial importancia para el PTS en la próxima etapa, aunque creo que el concepto debe ser problematizado ya que es un cliché de la izquierda y por lo tanto falto de contenido. Toda la izquierda estaría por hacer “agitación, propaganda y organización”, pero eso perdió cuerpo. Aún mas, algunas organizaciones de la izquierda, en teoría dan mucha importancia en su militancia a “la agitación política”, lo que en realidad habría que considerarlo completamente falso en términos bolcheviques. Creo que la idea de la “agitación y propaganda” (el AGITPROP) mutó en sentido negativo, a mi entender, por dos razones: la primera es el estalinismo en el siglo XX, la segunda es la ausencia de procesos revolucionarios, con la consolidación de democracias burguesas y el desarrollo paralelo de los medios masivos de comunicación (lo que llevaría a una incomprensión del significado de la agitación leninista en este nuevo marco).
Tenemos que considerar que, alejada de cualquier concepción “mediática”, la “agitación leninista” no es esencialmente publicidad de las ideas por medios de difusión (aunque esto es una parte integrante), y se aleja de la “publicidad” en el sentido de solo buscar las “formas” de hacer más accesible a las masas el programa revolucionario por “medios masivos” (privados, públicos, o propios). Más aún se aleja de la fascinación en la TV y los medios por su capacidad de poder "ser visto y ser escuchado por todos, siempre” (con la consiguiente aceptación de las "reglas del juego mediáticas", su autocensura y superficialidad), seducción que presiona a la “video política”, la construcción de partidos “mediáticos” sin militancia y fuerza social. Al contrario establece una relación entre teoría y práctica, donde la acción es parte integrante de la agitación, y la experiencia parte integrante de la propaganda, y utilizando la comunicación de masas por los medios más modernos existentes, subordinada a esta práctica.
Pensando en esto, y en las experiencias del PTS sembrando ideas a nivel masivo, me acordé de un fragmento del libro de Mandel “Control obrero, consejos obreros y autogestion”, escrito con el empuje del auge abierto en 1968. Creo que la definición que hace acá de “agitación propagandística” del programa revolucionario es lo que cabe a ZANON (y a la política del PTS en Neuquen) y lo que significa para el futuro [inmediato]… en este caso sobre la consigna de “Control obrero”: “¿Es una actitud utópica esperar que sea adoptada una orientación semejante por masas obreras cada vez más amplias “fuera de las crisis revolucionarias”? Esta objeción disfraza una concepción no dialéctica del desarrollo desigual de la conciencia de la clase obrera. Ella presupone una correspondencia mecánica entre las convicciones y las acciones de las masas trabajadoras. En realidad para que grandes masas obreras sean capaces de batirse inmediatamente por el control obrero, durante una gran explosión de la lucha, es necesario que se hayan familiarizado previamente con una consigna, y con toda la lógica que encierra, durante la fase anterior a esta explosión. Y tal preparación nunca será adecuada si se limita a la propaganda literaria, y si no se esfuerza, por lo menos ocasionalmente, por pasar de la propaganda a la agitación, y a la tentativa de transmitir esta consigna al cuerpo de los objetivos que persiguen por medio de combates parciales, desencadenados por sectores de la vanguardia. La experiencia práctica que se obtiene en estos combates, su efecto pedagógico sobre las masas más amplias, el entrenamiento en el manejo de esta orientación completamente nueva que ellas implican, todo esto constituye una etapa indispensable de la maduración de la conciencia de clase revolucionaria.
Esto evidentemente no significa que en un período de “calma”, la agitación y la acción puedan ser desencadenadas a la ligera alrededor de esta consigna explosiva. Esto significa simplemente que una vanguardia revolucionaria digna de este nombre debe seguir con la mayor atención el impacto de su propaganda por el control obrero en sectores avanzados de la clase obrera y, desde que constata que ha encontrado eco y que los trabajadores en mayor cantidad comienzan a actuar por sí solos en ese sentido, es su deber no descartar sino buscar, por el contrario, una experiencia parcial de agitación y de acción. Después de todo, la “diferencia” entre un período de “calma” y una fase revolucionaria, ¿no podría remontarse precisamente a través del eco que provoca la lucha por el control obrero en una fábrica importante, a una ciudad o a una región?”
Zanon es esa “experiencia práctica” obtenida en el combate, hoy tiene un enorme “efecto pedagógico” amplio. Las ideas son materiales. Kraft fue lo mismo en otro nivel. Debemos pensar que en la próxima etapa los combates por ganar Sindicatos tendrán el mismo efecto pedagógico de masas, con triunfos y derrotas. La tarea a futuro entonces será crear dos, tres…muchos verdaderos AGITPROP leninistas en Argentina.
Javier Gabino
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