viernes, 6 de diciembre de 2013

Córdoba: primeras conclusiones después del motín y los saqueos



El orden reina en la Docta, ponele. Aunque deja muchos interrogantes. ¿Es la Semana Santa, el Punto Final y "la casa está en orden" de De la Sota? Es decir, ¿la "alfonsinización" de su fin de ciclo?, no en el sentido de la "traición" a banderas anti-represivas que nunca tuvo (como Alfonsin con los DDHH), sino de la capitulación ante el cuestionamiento de su "autoridad". ¿O es el fortalecimiento en posición defensiva del cordobesismo, frente a la presunta (ir)responsabilidad gobierno nacional, culpable de todos los males habidos y por haber de los cordobeses? ¿Fue una gran maniobra táctica montarse y capitular ante su propio "Navarrazo" (recordemos que fue alentador del original), para cargar todas las culpas en el gobierno central? ¿O una muestra de falta autoridad ante la principal fuerza armada del estado provincial?.
Quizá (y con los hechos en caliente, solo podemos hacer hipótesis) haya un poco de las dos cosas. El cierre de lo más urgente de la crisis, provoca una coyuntura de unidad para detener el "caos" y de clamor para que la policía vuelva a las calles y pueda reinar el orden. Sobre esa base -con camisa negra y quincho blanco- De la Sota hizo su discurso presentando el acuerdo como una "gran patriada" de su cordobesismo e hizo un encendido llamado a la cacería de los presuntos "delincuentes".
La unidad provincial en apoyo al regreso policial, genera una coyuntura reaccionaria, que fortalece a la policía, otorgando mejores condiciones -salariales y de otro tipo-, para su función represiva, impunidad e intento de re-prestigio frente a los duros cuestionamientos que estaban demostrando su podredumbre total y absoluta; y un relato ofensivo y habilitante para su "licencia para matar", perseguir y castigar a la juventud.
Pero a la vez, la crisis en general abre muchos interrogantes sobre el mediano plazo del gobierno de De la Sota y del conjunto del régimen político. Hay que recordar que los hechos se dieron en una ciudad donde el oficialismo sacó el 15% de los votos y el "ganador", la UCR, el 20%, es decir las elecciones habían expresado el malestar y cierta inicial crisis entre los "representantes y los representados", aunque sin grave crisis económica, un elemento "moderador", como en cierta medida lo es a nivel nacional.
Una vez pasado el "terror" frente al "caos", habrá que medir la percepción en la sociedad y las conclusiones sobre los hechos, frente a un gobierno desgastado y que volvió a un relato "pre-2001", en cierta medida disfuncional a la relación de fuerzas nacional, que se manifiesta con todas sus distorsiones, también en Córdoba o por lo menos en sectores de la sociedad (la votación al FIT es una muestra). En lo inmediato, entre los trabajadores en general y en los estatales en particular, abre el interrogante y la agenda en torno a la pelea por la recomposición de sus salarios y condiciones de trabajo ¿si hay plata tan rápido y fácil para la narcopolocía, por qué no puede haberla para los miles de estatales y docentes que mantienen los hospitales, las escuelas y las dependencias que permiten el funcionamiento del estado?

La otra juventud, banlieue y segregación

Pablo Seman hace una buena descripción de la opresión de una franja importante de la juventud plebeya y obrera, que se había manifestado masivamente en la "Marcha de la gorra". Sectores de la misma fueron protagonistas de los saqueos.
La otra juventud, "ghetificada" en los barrios, expresión estructural de la precarización general. De aquellos que no tienen la suerte de entrar a trabajar en los "nichos" de las grandes industrias (como las terminales automotrices) y van desde trabajadores de otras ramas (UOM), pasando por todo tipo de precarización, hasta sectores más descompuestos socialmente. Pero a la vez se combina con una segregación y opresión social, como política de Estado. La policía es el principal agente discriminando y disciplinando a esa juventud, quitándole su elemental "derecho a la ciudad" (tienen prohibida de hecho su libre circulación en el centro) e incluso hasta se impulsa su encierro en el propio barrio, porque su sola presencia en otro, genera desconfianza. En cierta medida, las imágenes recordaron al "odio" de los banlieue de Francia, pero en este caso una juventud extranjerizada en su propia ciudad.
En cierta medida es una tendencia nacional, a la latinoamericanización de la Argentina de las últimas décadas, con la pobreza estructural legada por la etapa neoliberal y sostenida en los años kirchneristas. Un gobierno al que no le preocupó adoptar ningún perfil "pasivizante", provoca la emergencia de esta juventud, como en el 2010, de la juventud secundaria.
Entender el fenómeno es importante para darse una política y desarrollar las tendencias hacia la organización (el movimiento que derivó en la "Marcha de la gorra"), con comités o movimientos democráticos contra la represión (el FIT y el Ceprodh son instituciones valiosísimas para esto), así como pelear por desarrollar una fracción pro-obrera, que quiera unirse a los trabajadores organizados (empezando por los docentes), única perspectiva para cambiar su futuro y evitar la "fabelización".

Los mejores, los únicos...

El método del saqueo es cuestionable desde el punto de vista político y estratégico (aunque entendible por todo lo antes dicho), y funcional a los responsables del conjunto de la situación (el gobierno, los empresarios, los sojeros). Divide y disgrega a las fuerzas sociales que deberían confluir. Juzgar aisladamente y en sí las medidas de defensa de los distintos sectores sociales, es hacerlo de manera despolitizada (¿quién tiene razón, el joven marginado que va a saquear un pequeño negocio familiar o el que intenta defenderlo?). La tarea es definir cuales son las fuerzas sociales que deben aliarse con el objetivo de enfrentar a los principales responsables del conjunto de la situación social: de los trabajadores, de las clases medias empobrecidas y de la juventud precarizada o marginada. Los fines determinan la legitimidad o no de los medios (como la autoorganizaciòn popular, incluso armada). Por fuera de eso se cae rápidamente en el facilismo populista o en el corporativismo.
Como viene relatando EC en varios post, la clase obrera está cambiando su subjetividad y su disposición a la lucha.
Se desarrolla en la escena mediterránea una combinación de un gobierno débil y en fin de ciclo, la recuperación del movimiento obrero, el desprestigio policial (hay que medir con el pasar del tiempo, cuánto logra recuperar el "prestigio" que estaba por el suelo) y la emergencia de la cuestión juvenil que pueda golpear no solo a los protagonistas directos, los "jóvenes de gorra", sino sensibilizar a franjas de izquierda de la juventud estudiantil. Todo esto combinado con el lugar conquistado por el FIT; abre posibilidades para el desarrollo de la izquierda. Los hechos recientes, sólo reafirman la necesidad de una estrategia, un programa y una organización política militante.

Fernando Rosso

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