sábado, 9 de enero de 2010

La balada se quedó en penumbras

Sobre Sandro, el cantante Argentino de Rock

Roberto Sánchez fue un grande sin fronteras que expuso con su ser todo lo que el amor puede dar. El Aznavour americano nació el 19 de agosto de 1945 en Buenos Aires. Fue uno de los fundadores del rock en español, género que sustituiría por la balada, derivada del bolero. Sobre el rock, Sandro dijo en alguna ocasión: “Yo me nutrí con el rock. Gracias al rock dejé las calles, las navajas y las cadenas, y agarré una guitarra. Dejé la campera de cuero y las pandillas. El rock me salvó. Me salvó de que fuera quizás un delincuente”. La moral sexual tradicional católica, rechazó a Sandro sin contemplaciones, con el argumento descalificador de que se trataba de «música grasa» («grasa» es un término utilizado por las clases medias y altas de la Argentina, para denominar despectivamente a la clase obrera y a los gustos populares).
Sandro hablaba de amor, el amor es algo difícil de conseguir, difícil de conservar y difícil de alentar en los otros. Uno nunca sabe cuando la gente que uno quiere te corresponde, uno nunca sabe cuando aquella persona que te interesa va a irse o a quedarse, uno nunca sabe cómo hacer para que el amor sea una realidad material y no un sueño o una fantasía. Sandro quizás tampoco lo sabía y quizás por eso escribía canciones. Quizás él si sabía que el mejor modo de amar, es a través de la música. Sandro, al igual que Raphael, Nino Bravo y otros contemporáneos alentaron una forma “moderna” de contar historias de amor. Más allá de sus interpretaciones y del fenómeno de cultura de masas en el que se convirtió su figura Sandro dejó un legado cultural que lo reivindica por sus composiciones y su carrera vistosa de éxitos musicales. Sus composiciones son fundamentales a la hora de hablar de lo que fue su carrera. En una entrevista cuenta como comenzó su relación con la escritura: “Yo a los diez años escribía en soneto las composiciones del colegio y me decían ‘el poeta’. Tenía una maestra que nos llevaba cuadros y nos decía que escribiéramos sobre lo que veíamos, o acercaba un tocadiscos y ponía Bach o Mozart y nos pedía que dibujáramos lo que escuchábamos. Obviamente la echaron del colegio por no cumplir el programa, y a los treintipico terminó suicidándose porque no tenía nada que ver con este mundo. Esa fue mi maestra. La que descubrió que yo podía escribir”.
Hace unos días comentaba con unos amigos sobre la interpretación que de su balada “Penumbras” hacía Sandro. “La noche se perdió en tu pelo, la luna se aferró a tu piel, y el mar se sintió celoso, y quiso en tus ojos, estar él también”. El gitano de América no sólo le canta a un amor que se fue, sino que susurra, llora y a veces pareciera que hasta delira. “Te quiero y ya nada importa, la vida lo ha dictado así. Si quieres, yo te doy el mundo, pero no me pidas que no te ame así”. Y esto lo dice “entre la penumbra de un sol interior”. Su estilo sin igual y sus movimientos de cadera le llenaron de admiradoras en la década de los sesenta y setenta del siglo pasado. Y es que, Sandro era un gran letrista, un compositor, tenía un imaginario propio. La tarea del arte es conectar, ayudarte a conectar, a sentirte menos solo. Creo que él lo logró: acompañarnos la vida. Gracias Sandro.

Alí Ramón Rojas Olaya
Rebelión

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