miércoles, 6 de enero de 2010

El historiador Ramón Minieri y un desafío hacia el Bicentenario: Restitución territorial, ¿la auténtica repatriación?


El autor de una profunda investigación sobre la Compañía de Tierras del Sud Argentino, propiedad de la corporación Benetton, declaró en noviembre en el juicio que lleva la multinacional italiana contra la comunidad mapuche Santa Rosa Leleque. En diálogo con La Flecha (Radio Estación Sur, La Plata), Minieri planteó que la restitución territorial a los pueblos originarios es el "primer capítulo de las luchas populares". Además respondió a la campaña mediática que busca negar derechos al agitar un supuesto riesgo para la "soberanía nacional"; para el historiador radicado en Río Negro las recuperaciones territoriales son la repatriación de trozos del país "privatizados" con la Campaña del Desierto. Destacó también que las comunidades están dando un ejemplo de lucha pacífica al comparar con la violencia que el Estado ejerció contra ellas. "Hoy tenemos la Argentina de los que se levantan del apisonamiento", reflexionó.
-Su libro son 6 años de trabajo sobre distintos documentos de la CSTA, se publicó en el marco del conflicto entre la comunidad mapuche Santa Rosa y la Corporación italiana Benetton. Usted declaró en una de las audiencias.
Un poco de manera imprevista me encontré con los archivos de la Argentine Southern Land Company Limited, o sea la Compañía de Tierras del Sud Argentino (CTSA). Estaban almacenados en El Maitén, parcialmente espurgados, se notaba que había piezas documentales que se habían llevado para otra parte, o destruídos. De todos modos incluía la parte pública, las memorias, los informes anuales a la Asamblea de Accionistas, las alocuciones o presentaciones que hacía el Directorio ante los accionistas detallando el avance de la Compañía años tras año y correspondencia interna de esta empresa que fue la mayor propietaria de tierras de la Argentina, y sigue siéndolo actualmente en manos del consorcio Benetton. Eso permite estudiar cómo fue una de estas grandes compañías latifundistas cuya presencia y enorme poderío y riqueza material afectó al norte de la Patagonia; y cómo se dio esta relación colonial en la que sin duda hubo argentinos que fueron parte para construirla y beneficiarios de esta relación colonial, no eran sólo los empresarios extranjeros.
Los elementos que más tuvieron que ver con el litigio de la comunidad de Rosa Nahuelquir y Atilio Curiñanco, que están siendo acusados por los Benetton de usurpación, son los relativos a que estas comunidades existieron antes que hubiera esta especie de privatización a punta de fusil del año 1879. De hecho George Muster, que es un poco el que traza el mapa de los lugares apetitosos para las futuras estancias, se encuentra con ellos. Ya estaban las comunidades y siguieron existiendo a pesar de la violencia, de los campos de concentración, del arrinconamiento. Sobrevivieron a la ocupación militar de los territorios indígenas y se recuperaron a tal punto que la fuerza de trabajo de las estancias salía de ella, los peones de las estancias eran tehueltes mapuches. Sin ellos no hubiera sido posible construir estos centros de poder económico porque sólo el personal jerárquico era de origen británico.
Existen en estos días y vuelven por sus derechos de una manera que, comparando con la enorme violencia que se ejerció sobre ellos, están dándonos una lección de lucha pacífica para reivindicar la tierra. La tierra es la vida, acá está también la diferencia, a diferencia de esta tierra que fue negocio inmobiliario en aquella época en que como decía Sarmiento con sentido irónico "Julio Argentino Roca y su hermano Ataliva", o sea coimea. Para estas comunidades la tierra es el lugar donde reposan los huesos de sus antepasados y siguen presentes es el lugar, es como el aire, algo que se necesita para vivir.
-El caso Leleque tuvo mucha repercusión porque se trataba de una corporación internacional, confluyeron diversos sectores que apoyaron a la comunidad Santa Rosa Leleque, sectores que quizás en otros casos no defienden las luchas territoriales de otras comunidades mapuche en el sur.
Creo que se hay cortedad de miras a veces en sectores que se identifican con lo nacional, con lo popular, con las inquietudes sociales, y no saben ver que es una causa básica la recuperación de las tierras de las comunidades. Aunque se traten de movimientos que están luchando en otros lados -movimientos urbanos, territoriales, fabriles-, a todos nos interesa que se desbloquee este tema, que las comunidades recuperen sus tierras y que se les ponga coto a la gran propiedad nacida de manera ilegítima.
Yo era ingenuo antes de tener estos archivos. Lo primero que descubro es que estas tierras fueron regaladas en extensión de alrededor de un millón de hectáreas, fueron regaladas porque en términos de la Ley Avellaneda, eran para instalar Colonias; las concesiones fueron ilegales porque se dieron más de 10 veces del máximo que la ley permitía; e ilegítima porque se hizo una estafa, no se cumplió nunca este propósito. En la Colonia Huanuluan no hay un solo colono, era una gran extensión dedicada a la cría extensiva de ovinos. Y esta no era la única manera de ocupar estas tierras, hubo "experimentos" como la Colonia Cushamen integrada por aborígenes, que fue un brillante ejemplo de lo que podía el trabajo del indígena, con un desarrollo agrícola temprano.
Vuelvo al comienzo: no sabemos ver que esta lucha debiera involucrarnos y es parte de las luchas populares de la Argentina, pero es el primer capítulo, diría yo. La prueba está con qué celeridad han reaccionado frente a esta demanda de revisar el derecho. Si hemos firmado el Convenio 169 de la OIT sobre Derechos de los Pueblos Originarios, tenemos que entrar a revisar otros aspectos de nuestro derecho que están sustentados en el sentido absoluto y excesivo de la propiedad privada, porque así lo quiso Vélez Sarfield y aquella oligarquía que lo sustentó. Por esta revisión enseguida reaccionan los sectores perjudicados y confrontan, son los mismos sectores perjudicados cuando se tocan los derechos abusivos de algunas empresas de prensa, son los mismos sectores perjudicados cuando se recupera una fábrica y se la pone en marcha a pesar de la especulación de algunos dueños.
Los adversarios son los mismos y su poder se asienta en primer lugar en el factor básico del poder que es la tenencia de la tierra. Una tenencia que sirve a fines especulativos. Hay tanta pobreza en Ingeniero Jacobacci, más allá de todos los planes de asistencia de lo que se te ocurre, y hay tanta riqueza durmiendo en la Estancia Huanuluan. Está ahí ociosa, unos parajes maravillosos, unos mallines que a pesar de la extrema sequía de la región guardan un tesoro de verdor y la posibilidad de cultivos alternativos, de cría de guanacos, mil y una actividades.
Mientras esto no se desbloquee vamos a seguir siendo un país de miserables y de desterrados. Tanto hablamos del Comisionado de la ONU para los Refugiados, pensamos que esto es un fenómeno externo y que se da sólo en aquellos países que padecen guerras virulentas y espectaculares.
-Hay una campaña importante de diarios regionales y nacionales respaldando esta avanzada terrateniente para resistir que se puedan reconocer los derechos de las comunidades.
Se los está demonizando. Por un lado el artículo estúpido de Rolando Hanglin sosteniendo que los mapuche son chilenos, cuando en realidad estamos hablando de momentos en la historia en que no existía eso llamado Chile o Argentina. Hay un artículo de Florencia Roulet que aclara felizmente bien este argumento propagandístico bajo, realmente de baja calidad informativa.
Por otro lado los titulares de los diarios que alegan que se está tratando de segregar una parte del territorio argentino, cosa que desde las comunidades salen a desmentir todos los días, pero las desmentidas no ocupan el mismo espacio que la mentira. Eso me preocupa, ¿sabés por qué? Porque me hace acordar a 1921, un señor llamado Norberto Cobos, que era el presidente de la Sociedad Rural de Río Gallegos, salió a hacer prensa en Buenos Aires y el Diario La Nación y otros publicaban sus declaraciones como si fuera un oráculo, hablando de que los obreros rurales que reclamaban tener un cacho de vela y un plato para poder comer y un salario digno estaban aspirando a crear un Soviet en el sur de la Argentina. El mismo argumento.
Estos tipos nos dicen que no es que reclaman su derecho, sino están queriendo cortarnos un pedazo de territorio. Y en realidad el pedazo de territorio ya fue cortado hace rato, pero no por ellos. Cuando hubo extensas partes del suelo patrio que estuvieron negadas al ejercicio de la soberanía del Estado, no fue esta Patagonia de los peones y de los indios, fue la Patagonia de las Compañías. Pero reitero, una elite dirigente argentina contribuyó a crear ese desastre, esa segregación de hecho de nuestro territorio.
Ahora en realidad estamos volviendo hacia atrás este reloj para recuperar los derechos de las comunidades, que son parte intrínseca de la Argentina, son carne y sangre de nuestro país. ¿No será que realmente lo que está ocurriendo es la repatriación de trozos de la Argentina que estaban expatriados? Junto con la repatriación de aquellos que fueron condenados a un largo exilio interno...
-Hay una revisión histórica en este último tiempo, con trabajos e investigaciones como el de usted, también gracias a la organización del movimiento indígena. Usted plantea un nuevo rol de la historia en este Bicentenario, ¿cuál sería?
Había algo de Jean Chesneaux, cuando se pregunta "para qué sirve la historia", y responde que la historia no se refiere al pasado, se refiere al futuro. En función del futuro que queremos construir, del proyecto, está la historia que nos ponemos hacer; qué es lo que vamos a rescatar al pasado, a descubrir, a comunicar después con nuestros semejantes. Y creo que el modelo de Argentina que soñamos y que queremos es una Argentina de los pueblos, no una Argentina que se haya construido avasallando pueblos, avasallando culturas y diferencias, como fue la construcción del Estado Nacional argentino a partir de 1860, porque así se desarrolló de hecho, apisonando digamos.
Ahora tenemos la Argentina de los que se levantan del apisonamiento, de lo que entra a florecer, a rebrotar, es una Argentina construida con diversidades y por las diversidades. A este proyecto debe servir una historia que mire desde otro lugar estos mismos procesos.
Esta nueva historia para mi ha nacido de varias fuentes, creo que la Escuela de Historia Regional de Neuquén hizo punta en esto, esto ya viene de los años 80' a que empezáramos a ver la historia de otro lado. Hay relatos más respetuosos de la diversidad que contribuyen a construir otro futuro porque el relato que veníamos recibiendo, la historia oficial, sirve para construir la Argentina de pocos, de la pobreza, de la postergación, de la marginación.

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