viernes, 6 de septiembre de 2019
A 81 años de la fundación de la IV Internacional
El 3 de septiembre de 1938 León Trotsky y sus seguidores fundaron la IV Internacional. Publicamos parte de la presentación a "El programa de Transición y la fundación de la IV Internacional" de Ediciones IPS-CEIP para el 70 aniversario en su homenaje.
La Conferencia, realizada en París el 3 de septiembre de 1938 (1), que por las condiciones objetivas en las que tuvo lugar, sólo pudo sostenerse como reunión plenaria durante un día, tuvo como puntos principales la aprobación del Programa de Transición y la fundación de la IV Internacional (2).
Veintiséis delegados representaron a 11 secciones sobre 29 afiliadas (según el informe del Secretariado Internacional). El resto de las delegaciones no pudieron viajar por diversos problemas, entre ellos, económicos. Se realizó bajo estrictas condiciones de seguridad. Sin embargo, el mismo organizador, Klement, fue asesinado poco antes de su realización, perdiéndose gran parte de los documentos que con él llevaba. Tampoco se pudo impedir la infiltración de un miembro de la GPU (3). Erwin Wolf y León Sedov, el hijo de Trotsky, que realizaban tareas destacadas, también fueron asesinados por la GPU poco antes de la realización de la Conferencia. [Trotsky por supuesto no pudo asistir confinado como estaba en su exilio mexicano, pero desde allí se dirigió a la Conferencia] (NdA). Éstas fueron parte de las "vicisitudes" que Trotsky y su corriente, desde la formación de la Oposición de Izquierda en la URSS venían sufriendo (asesinatos, campos de concentración, Juicios de Moscú, intrigas, etc., en manos de stalinistas, fascistas y “democracias” imperialistas).
El temario para la Conferencia era muy extenso (España, la próxima guerra, China-Japón, URSS, Francia, colonias, América Latina (4), solidaridad internacional frente a las persecuciones, problemas de las secciones y estatutos). Sin embargo, debido a la brevedad de la reunión, no todos los documentos ni puntos pudieron ser discutidos ni aprobados.
Entre ellos quedaron importantes documentos como la “Resolución sobre la lucha de clases y la guerra en Extremo Oriente” de Li Fu Jen (5) y “El papel mundial del imperialismo norteamericano” (6) de Trotsky, que reflejaban la importancia que tenía para la IV tanto la guerra sino-japonesa como el rol EEUU en la guerra por venir.
Finalmente, el temario de discusión se centró en: 1) cuestiones sindicales, obreras, control obrero; 2) situación en la URSS; 3) guerra y situación internacional.
Con relación al punto, 1) la discusión giró alrededor del contenido de los comités de fábrica y la participación en ellos de los revolucionarios, a partir de una enmienda propuesta por la sección polaca. En el punto 2) se continuó con la discusión ya reflejada en el artículo de Trotsky “Es necesario expulsar a los soviets a la burocracia y a la aristocracia” (7). La URSS venía siendo parte de numerosas discusiones internas. Craipeau, presente en la Conferencia, negaba su carácter de Estado obrero degenerado y estaba en contra de defenderlo como tal en caso de guerra y se pronunciaba por el “derrotismo revolucionario”. La delegación norteamericana presentó una enmienda que, en cierta forma, también reflejaba que en el SWP de EEUU, algunos dirigentes como Burnham planteaban posiciones similares.
En el punto 3) se discutió centralmente el párrafo del Programa donde Trotsky realiza una diferenciación entre el “patriotismo” de las masas y el patriotismo burgués o reformista, especialmente en las colonias o cuando aparece “mezclado” con la ilusión de defender la democracia (incluso en un país imperialista como antes de la guerra en EEUU). Rousset, Boitel y Pablo negaban cualquier aspecto “progresivo” en el patriotismo de las masas y pedían que este término fuera quitado del programa, pero esta propuesta no fue adoptada.
Los informes fueron anotados por Naville (del Secretariado Internacional) y un delegado norteamericano, pero estos no fueron oficiales, ni revisados, ni aprobados. Sin embargo, también es la única constancia que queda de las discusiones realizadas.
Movimiento por la IV Internacional o IV Internacional
La discusión de los estatutos era específicamente la de su primer punto, es decir, si la Internacional debía o no ser fundada. Ninguno de los allí reunidos dudaba de la necesidad de fundar una nueva Internacional, aunque una pequeña minoría cuestionaba si era el momento de “proclamarla”. La II y III Internacional habían dado amplias muestras de haberse convertido en agentes contrarrevolucionarios al servicio de la burguesía imperialista, quedando aún más claro por su rol en España y Francia. Desde 1933, luego de la traición del PC y la III Internacional en Alemania, la Liga Comunista Internacional (como continuación de la Oposición de Izquierda Internacional) venía luchando por la formación de la nueva Internacional. Diversas tácticas hacia grupos centristas que rompían con los partidos reformistas habían fracasado.
La táctica de “entrismo” en varios partidos socialistas había dado relativamente buenos frutos pero había llegado a su fin. Partidos centristas, como el POUM español, habían demostrado su total fracaso. Rápidamente se aproximaba la guerra que, en una primera etapa, aislaría fuertemente a los revolucionarios de las masas. Para Trotsky era necesaria una clara delimitación revolucionaria. Aunque no negaba la posibilidad de seguir manteniendo relaciones con grupos o individuos centristas (a los que incluso se invitó a la Conferencia), planteaba que esta relación tenía que desarrollarse desde una clara definición de los contornos de una organización que, a partir de la comprensión común del programa formara una organización centralizada y disciplinada. Ésta permitiría centralizar los esfuerzos y las lecciones teórico-prácticas de las experiencias de las secciones nacionales. Centralidad que, a su vez, permitiría golpear con más fuerza relativizando su fuerza numérica.
Algunos sectores o individuos, cercanos a la IV y dentro de ella misma, reflejaban las presiones oportunistas o ultraizquierdistas de las organizaciones centristas que vacilaban o se oponían a su fundación, argumentando unos, que era un momento de retroceso y que las Internacionales sólo podían ser fundadas como producto de un ascenso; otros, que no estaban suficientemente desarrollados los análisis o el programa.
Consciente de la debilidad de la organización pero convencido de su continuidad y futura victoria, Trotsky luchó para que la Conferencia se pronunciara por la fundación y dejara de lado a los escépticos. Su confianza residía en la perspectiva revolucionaria que abriría la guerra en numerosos países y que la misma situación forjaría los cuadros y la organización necesarios para llevar al triunfo a las revoluciones proletarias por venir: “Los escépticos preguntan: ’¿Pero ha llegado el momento de crear una nueva Internacional? Es imposible’, dicen, ’crear artificialmente una Internacional. Sólo pueden hacerla surgir los grandes acontecimientos, etc.’. Lo único que demuestran todas estas objeciones es que los escépticos no sirven para crear una nueva Internacional. En general, los escépticos no son buenos para nada. La IV Internacional ya ha surgido de grandes acontecimientos; de las mayores derrotas del proletariado en la historia. La causa de estas derrotas es la degeneración y la traición de la vieja dirección. La lucha de clases no tolera interrupciones. La III Internacional, después de la II, ha muerto para la revolución. ¡Viva la IV Internacional!"
"Pero los escépticos no se callan: ’¿Pero ha llegado ya el momento de proclamarla?’ La IV Internacional –respondemos– no necesita ser ’proclamada’. Existe y lucha. ¿Es débil? Sí, sus filas son todavía poco numerosas porque todavía es joven. Hasta ahora se compone sobre todo de cuadros dirigentes. Pero estos cuadros son la única esperanza del porvenir revolucionario. Por fuera de ellos, no existe en el planeta una sola corriente revolucionaria que merezca realmente ese nombre. Si nuestra Internacional es todavía numéricamente débil, es fuerte por su doctrina, por su tradición, y el temple incomparable de sus cuadros dirigentes. Que esto no se vea hoy, no tiene mayor importancia. Mañana será más evidente” (8).
A 70 años de su fundación, la IV Internacional no existe como organización única ni centralizada desde pocos años después de concluida la Segunda Guerra Mundial. Como señalan Albamonte y Castillo en la entrevista (...), “durante el ‘boom’, los trotskistas, cierto que en condiciones muy difíciles, fueron incapaces de reformular el marco estratégico que sostenía el Programa de Transición y mantener la continuidad revolucionaria, más allá de haber sostenido posiciones episódicamente correctas, lo que hemos denominado ‘hilos de continuidad revolucionaria’. Por el contrario, se adaptaron políticamente a los aparatos dominantes en el movimiento obrero durante los años de Yalta o a toda dirección episódica de un proceso revolucionario, disgregándose la IV Internacional en un conjunto de tendencias centristas, es decir, oscilantes entre la reforma y la revolución.
Por ello, cuando las condiciones comenzaron a cambiar, con el ascenso revolucionario iniciado en el 68, aunque atrajeron sectores de vanguardia nunca lograron peso para influir decisivamente en los acontecimientos ni retomaron un rumbo verdaderamente revolucionario que permitiera avanzar hacia una genuina refundación de la IV Internacional” (9). Desde entonces, el movimiento obrero ha sufrido nuevas derrotas y retrocesos, favorecidas por la completa adaptación de socialdemócratas y stalinistas a la ofensiva capitalista. Muchos antiguos jerarcas de los partidos comunistas son hoy respetables políticos burgueses y antiguos altos funcionarios de la “nomenklatura” se transformaron en magnates en los países de la ex Unión Soviética. El Partido Comunista chino ha encabezado la restauración capitalista en este país. Pese a la degeneración oportunista de gran parte de las corrientes que hablan en su nombre, el trotskismo sigue siendo para las clases dominantes el “espectro de la revolución”. “Trotskista” sigue siendo hoy el nombre con el que designa a quien sigue persiguiendo el objetivo de la revolución socialista. Entre ellos nos contamos. En los últimos años, el movimiento obrero ha comenzado un lento y tortuoso proceso de recomposición subjetiva. La necesidad de contar con un instrumento revolucionario internacional como el que se propuso construir Trotsky con la fundación de la IV Internacional hace 70 años es tan aguda como en aquellos momentos. En la pelea por reconstruir-refundar la IV Internacional, el Partido Mundial de la Revolución Socialista, quienes editamos este libro esperamos sea un aporte para las nuevas generaciones de trabajadores y jóvenes que retoman estas banderas de lucha revolucionaria.
Gabriela Liszt
@gaby_liszt
Martes 3 de septiembre | 11:30
Notas:
1. Inicialmente, estaba previsto realizarla en octubre de 1937, pero se fue posponiendo por falta de preparación.
2. A partir de la aprobación de los estatutos, la II Conferencia de la IV Internacional (tomando en cuenta que la I del Movimiento por la IV Internacional se realizó en 1936) pasó a llamarse Congreso de fundación o I Congreso de la IV Internacional.
3. Se trata de Étienne, que luego se develaría como delator de Sedov a la GPU.
Aunque, debido a ciertas sospechas, le informaron sobre el lugar de reunión a último momento, lo que impidió que el daño fuera mayor.
4. Rivera había presentado unas tesis sobre América Latina que se habían publicado en la revista Clave.
5. En El programa de Transición y la fundación de la IV Interacional. Ediciones IPS-CEIP, Bs. As., 2008.
6. Ídem.
7. Ídem.
8. Ídem.
9. Ídem.
Este libro fue reeditado como [O.E. 10] El Programa De Transición Y La Fundación De La IV Internacional y lo podés adquirir en la librería del Instituto "Karl Marx"->[O.E. 10] El Programa De Transición Y La Fundación De La IV Internacional]. En el anexo al libro, se encuentran los principales documentos previos, las discusiones durante y pos conferencia.
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