domingo, 29 de septiembre de 2019

Investigaciones sobre la corrupción menemista que involucran a Fernández



El candidato a presidente Alberto Fernández, cuando le hablan de corrupción, no duda en afirmar “nunca fui acusado en hechos de esta naturaleza”. El periodista Santiago O’Donnell desmiente esta afirmación, y saca a la luz viejas investigaciones.

Hace algunas semanas el periodista publicó una nota que tituló “Alberto Fernández y la mafia del INdeR”. Santiago O’Donnell dirige el sitio Medioextremo.com, allí publicó las principales denuncias que realizaron Roberto Guzmán -quien falleció en el 2004-, y que continuó el periodista Julio Nudler, ex jefe de Economía de Página/12, hasta que falleció en 2005.
O’Donnell sostiene que cada vez que escucha a Alberto Fernández decir que nunca fue acusado de corrupción, “no puedo dejar de pensar que es un hombre con suerte, ya que sus dos principales denunciantes están muertos”.
La historia de Alberto Fernández con la corrupción menemista, es denunciada tanto por Guzmán como por Nudler. Lo acusan, dice O’Donnell, “de ser el responsable político y jurídico de un saqueo, el saqueo que las empresas aseguradoras hicieron de las arcas del Estado, durante la larga década menemista, a través del Instituto del Reaseguro (INdeR), una caja estatal creada durante el segundo gobierno de Perón para asegurar a las aseguradoras. Y también, de que, a cambio de hacer la vista gorda en uno de los mayores desfalcos de la historia argentina, las aseguradoras y los bancos a las que pertenecen han financiado y apoyado desde entonces la ascendente carrera política del amplio favorito para suceder a Macri”.
Alberto Fernández fue titular de la Superintendencia de Seguros de la Nación (SSN) durante la primera mitad del gobierno de Carlos Menem. En el cargo lo sucedió Claudio Moroni, un hombre de confianza de Fernández y número dos en la SSN.
Durante la gestión Fernández-Moroni, dice O’Donnell, “el INdeR era un barril sin fondo de pagos inflados por siniestros apenas comprobados, o ni siquiera, reconocen hoy prácticamente todos los actores con conocimiento del tema. Basta decir que desde el retorno de la democracia hasta entonces los montos de los reclamos de las aseguradoras se multiplicaban año a año y los pagos se hacían a las empresas favorecidas con total discrecionalidad mientras los precios de las pólizas de reaseguro permanecían congeladas y la deuda del instituto se disparaba sin control”.
El libro que escribió Guzmán, “Saqueo asegurado”, relata los escandalosos negociados que entonces ocurrían en el INdeR, “desde pagos millonarios a empresas en bancarrota que acumulaban deudas igualmente millonarias con el fisco, hasta la creación de un fondo especial financiado por las aseguradoras para recompensar a inspectores, empleados y funcionarios del instituto, pasando por la política de pagar sin comprobante alguno cualquier siniestro valuado en menos de diez mil dólares”.
Además, según Guzmán, Fernández arregló con las aseguradoras pagarles 1.200 millones de dólares para saldar la deuda del Estado, pero según había calculado el liquidador esa deuda era de menos de 500 millones. Para Guzmán, si se tomaran en cuenta las acreencias del Estado con respecto a estas aseguradoras es muy probable que ni siquiera se le debiera plata.
“Debido a que estuvo al frente de la Superintendencia desde el 89, Fernández fue uno de los funcionarios con mayor continuidad como autoridad del INdeR (según la ley, quien se desempeña como superintendente es además miembro del directorio del instituto). Así, en tanto miembro del órgano directivo del INdeR y autoridad de control del mercado asegurador, puede decirse que le correspondió una alta cuota de responsabilidad respecto de las políticas aplicadas durante los 90 en el ámbito del seguro y las reaseguradoras,” denunció en su libro Guzmán.
Por su parte, el periodista Nudler, que escribió varias columnas de denuncias por los negociados en el INdeR, escribe otro artículo contra Fernández cuando este es ascendido a jefe de Gabinete -en la presidencia de Néstor Kirchner-, y nombra a su fiel amigo Moroni en la Sigen. Un órgano de control estatal que debería vigilar la corrupción, y que terminó blindando la corrupción kirchnerista que empezaba a asomar por entonces.
Alberto Fernández puede seguir negando que está en contra de la corrupción y que él no esta acusado en ningún caso de esta naturaleza, sin embargo formó parte de gobiernos, que no solo eran corruptos, sino que liquidaron, todo lo que pudieron, los derechos de las grandes mayorías. Durante el menemismo remataron las empresas estatales, dejando a miles de trabajadores en la calle.
Esta política contó con la complicidad de Alberto Fernández. Las consecuencias de la privatización de estas empresas de recursos esenciales, que ni los gobiernos kirchneristas revirtieron, las paga el pueblo trabajador. Tarifas altísimas, y quienes en el mejor de los casos pueden pagar, reciben a cambio un pésimo servicio. Una verdadera estafa.

La Izquierda Diario
Sábado 28 de septiembre | 00:44

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