miércoles, 11 de septiembre de 2019

Hay emergencia alimentaria, pero el hambre viene de hace tiempo



Una nueva protesta de movimientos sociales inundó las calles y puso en primer plano el drama del hambre que hoy afecta a más de la mitad de las niñas y niños. El Estado reprimió, como si así pudiera borrar de un plumazo un problema estructural que desde hace años ningún Gobierno resuelve.

Este miércoles organizaciones sociales y de trabajadores desocupados, junto a trabajadores ocupados, tomaron las calles y alzaron su voz para decirle al Gobierno nacional que el hambre cada se vez se siente más. Mujeres con sus hijos, algunos muy pequeños, hombres y jóvenes obligados a vivir con un ingreso miserable de $7.500, o que están desocupados y viven de changas, o que ya ni siquiera changas consiguen, llegaron hasta la Plaza de Mayo y el ministerio de Desarrollo Social para gritar bien fuerte: "sin trabajo nadie come" y para preguntarles a los funcionarios “¿quién pude vivir con $7.500?”
Sus reclamos recibieron como respuesta la represión por parte de Estado que dejó varios heridos y un detenido. Así todo, su decisión fue permanecer en la calle porque peor es volver sin nada.
Según los datos del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), el 35 % de la población es pobre, estamos hablando de 14 millones personas, mientras que la pobreza infantil es de más del 51%. Es decir que en nuestro país son más los pibes que tienen hambre que los que no.
El Gobierno de Macri con sus política de ajuste brutal y sistemática ha deteriorado de manera rápida las condiciones de vida de las amplias mayorías, un ejemplo de eso es que en sólo tres meses, la pobreza creció un 3 %. A esto hay que agregarle que estos datos son de un relevamiento realizado antes de la última devaluación pos paso, esa que dejo un dolar a $ 60 y que a Alberto Fernández le parece “razonable”. O sea, que en los próximos meses estos números van a ser más alarmantes.
Como se quejan hoy muchos integrantes del Frente de Todos, esa es la “pesada herencia” que les dejará el macrismo, que incluso puede empeorar si la situación económica se vuelve más desastrosa. Ahora bien, también es verdad que el macrismo no creo la pobreza de la nada.
A partir del 2007, el kirchnerismo al mando del Estado manipuló los datos de pobreza y en el 2013 el INDEC, que había sido intervenido, no publicó más datos oficiales al respecto. “Si hay hambre que no note” fue su lema y fue así que sus funcionarios llegaron al colmo de decir ridiculeces como que “en Argentina había menos pobres que en Alemania” o que en Chaco la desocupación era del 0 %. La propia Cristina Kirchner dijo en 2015 que la pobreza era del 4,7 %. Un número, como se demostró después, muy alejado de la realidad.
A falta de datos oficiales, existieron entonces otros informes alternativos que ubicaron los índices de pobreza alrededor del 20 % durante el ciclo kircherinista. La Comisión Técnica de ATE INDEC y trabajadores del organismo, estimaron que la pobreza fue de 21,8 % % para el primer semestre de 2015, cuando todavía gobernaba Cristina Kirchner. En tanto, un relevamiento elaborado por el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA) estimó, también para el mismo período, que el nivel de pobreza era de 19,7 %. Los datos de la UCA fueron mas duros: en el 2015 la pobreza por ingresos para ellos fue del 29 %, en tanto la pobreza multidimensional, que incluye la medición de elementos como el acceso a los servicios básicos como salud, educación, vivienda, superó el 47%. Todos números muy alejados del relato kirchnerista.

A problemas estructurales, respuestas de fondo

Este jueves, en la Cámara de Diputados esta prevista una sesión especial para tratar la emergencia alimentaria, que es el reclamo de algunas organizaciones como la CTEP. Según trascendió, el interbloque Cambiemos anunció que participará de la sesión y estaría dispuesto a acompañar el proyecto, aunque no conocen aún la redacción final. Si esto sucede es todo un reconocimiento de que su política de “pobreza cero” fue uno de los fracasos más grande de los últimos años del sistema político argentino.
Pero la pobreza, que como ya vimos, es un problema estructural en Argentina necesita medidas de fondo. Por supuesto que aumentar las partidas presupuestarias destinadas a comedores sociales y escolares son medidas necesarias y de extrema urgencia con el nivel de pobreza que hay. Pero no dejan de ser un parche que no resolverá el problema de fondo que afecta a miles de familias y millones de personas a quienes les seguirán llegando tarifas exorbitantes en los servicios públicos, razón par la cual quizás ya quedaron desconectados y sin acceso al gas o la luz. Hogares donde los ingresos cada vez alcanzan para menos. Madres y padres que mandan a sus hijos a la escuela para que puedan desayunar o almorzar.
Ante este panorama, la izquierda plantea de manera reiterada que, sin medidas de fondo, no se puede solucionar el hambre y la pobreza. Ya sea en el parlamento, a través de la voz de uno de sus diputados Nicolás del Caño (que es además el candidato a presidente del Frente de Izquierda – Unidad), y en las calles, a través de los referentes obreros que acompañan la lucha y los reivindicaciones de los movimientos sociales como lo hicieron los trabajadores de Madygraf que formaron parte de la jornada nacional de lucha del pasado miércoles y de las anteriores.

Estos son algunos de sus planteos más inmediatos:

Invertir las prioridades. Porque seguir pagando la deuda y continuar bajo el mando del FMI implicará más ajustes con el objetivo de favorecer a los especuladores. La prioridad tiene que ser satisfacer el hambre de toda la población y sobre todo los millones de niños y niñas; y las necesidades educativas, de salud, de vivienda del pueblo. ¿Sabias que los intereses de la deuda, según el Presupuesto 2019, representa siete veces más que lo se dedica a la AUH? Pura irracionalidad capitalista.
Trabajo estable para todos y un incremento inmediato de salarios, jubilaciones y planes sociales. Hoy la desocupación es del 10,1% y hay un 35 % de los trabajadores que están en negro, obligados a recibir salarios miserables y aceptar condiciones laborales muy desfavorables, como jornadas de trabajo extenuantes. Por eso, otra medida necesaria es el reparto de las horas de trabajo, sin afectar el salario para terminar con otra irracionalidad capitalista: que haya trabajadores sin empleo, mientras hay otros que son obligados a trabajar 12 o 14 horas. Y por supuesto, la prohibición de despidos y suspensiones y la ocupación y puesta a producir de toda fábrica que cierre, como hicieron los trabajadores Zanón en la crisis del 2001, o los trabajadores de Madygraf que acaban de cumplir 5 años de gestión obrera. Y la suspensión de los tarifazos impagables (y vuelta a los valores de 2015) que le quietan a los hogares la posibilidad de acceder libremente a derechos esenciales como agua, gas y luz.
Mientras esto sucede, las conducciones sindicales tienen la política criminal de dejar pasar los despidos. Eso más que tregua es un crimen. La izquierda además, exige la convocatoria a un paro de 36 horas y un plan de lucha serio, junto a las organizaciones sociales, para apoyar los sectores en lucha contra el ajuste que también es peronista como los estatales de Chubut, y por el conjunto de todas las reivindicaciones de los trabajadores ocupados y desocupados.

Celeste Vazquez
Miércoles 11 de septiembre | 21:50

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