Columna publicada en Infobae
Aunque parezca llamativo, Alberto Fernández utilizó el relanzamiento de sus candidatos de la Ciudad de Buenos Aires para cuestionar muy duramente a los porteños. En la facultad de Ciencias Exactas de la UBA pronunció un discurso esclarecedor: "Les digo a los porteños que debe avergonzarnos la opulencia con la que vivimos aquí y ver las carencias que el resto del país tiene". Y agregó: "Los porteños también somos gente digna, pero si somos dignos no podemos vivir en paz viendo el desamparo que hay en el norte argentino". Lammens, que estaba a su lado, convalidó lo dicho y aplaudió con entusiasmo.
¿Habla en serio Alberto Fernández? ¿Será que piensa que todos los porteños vivimos en Puerto Madero como él? Si desde su torre de lujo mirase para el sur podría ver a varias miles de personas que viven en la villa de Rodrigo Bueno, pegada a la Costanera Sur. Si mirase hacia el norte podría ver a las decenas de miles que viven en condiciones muy precarias en la villa 31. Y si lo hiciese hacia el oeste quizás podría ver también a quienes viven en la villa 21-24. En la Ciudad de Buenos Aires casi 300.000 personas viven en villas miseria, lo que equivale al 10% de la población total. A eso hay que sumarle las miles que viven en hoteles sin condiciones adecuadas de higiene, y los decenas de miles que lo hacen en complejos habitacionales como los de Soldati, Piedra Buena o Lugano que sufren privaciones de todo tipo como resultado de la falta de inversión estatal.
Afirmar que los porteños estamos en la "opulencia" ignora también que la mitad de los trabajadores de la Ciudad tiene salarios menores a los $25.000, cuando la canasta básica del distrito supera los $33.000. O sea, que una porción inmensa de los trabajadores son pobres, o deben realizar jornadas de trabajo muy extendidas para sumar un ingreso que le permita llegar a fin de mes. Entre ellos están los docentes, los enfermeros, los empleados públicos y los miles y miles de jóvenes que realizan trabajos precarizados, sean en las llamadas plataformas, en comercios o en los call centers donde se violan los convenios colectivos de trabajo. Antes de atacar a los porteños, Fernández debería saber que el índice de desocupación del distrito es igual al de la media nacional, y que la precarización laboral no deja de crecer.
La "opulencia" en la que viviríamos los porteños no se comparece con una crisis habitacional que alcanza al 35% de la población, que debe pagar alquileres cada vez más caros, que aumentan muy por encima de sus ingresos. Fernández debería saber que como resultado de ese proceso especulativo del suelo urbano cada vez más son las familias trabajadoras que deben irse de la Ciudad. Quizás no lo sepa o no lo quiera saber, porque su fuerza política ha cogobernado con el macrismo en estos 12 años, primero desde el gobierno nacional, y luego desde sus pactos en la Legislatura porteña. El llamado pacto PRO-K en la Ciudad viabilizó la venta de unas 300 hectáreas al capital inmobiliario, encareciendo el suelo urbano y por esa vía el precio de las propiedades y alquileres.
El estado decadente de la educación y la salud pública también refuta la supuesta "opulencia" que Fernández le achaca a los porteños. Debería saber que faltan más de 20.000 vacantes en la educación pública, que a los colegios se le caen los techos y que los comedores escolares han sido desmantelados y en su lugar se entrega comida de muy mala calidad.
Los porteños también estamos sufriendo los tarifazos en los servicios públicos, como resultado de una política de dolarización a favor de las empresas privatizadas cuyos primeros pasos fueron dados por la entrega de Vaca Muerta a Chevron firmada por Cristina Kirchner y Kicillof.
Contra lo que dice Alberto Fernández, los porteños no estamos en la "opulencia" sino que sufrimos el mismo ajuste que todo el pueblo argentino como resultado de la política capitalista en curso. Aunque resulta paradójico, el candidato a presidente del Frente de Todos ha embellecido a Larreta y al macrismo, reconociéndole lo que ni ellos a esta altura se adjudican. Pero lo que importa acá es lo siguiente: las declaraciones de Fernández son funcionales a justificar un ajuste contra los porteños, que sería realizado en nombre de los derechos de la población del interior del país. Una división de este tipo adquiere un carácter abiertamente reaccionario, que oculta además que los únicos que viven en la opulencia son los banqueros, especuladores y empresarios que viven de la explotación del conjunto de los trabajadores de todo el país sin distinción.
Gabriel Solano
El autor es legislador porteño y candidato a jefe de Gobierno del Frente de Izquierda.
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