miércoles, 3 de julio de 2019

Cuando Perón intentó enviar tropas a la Guerra de Corea



Escribo estas lineas a propósito de la muerte de Perón ya que acaban de cumplirse 45 años de su muerte. Bajo los años de su gobierno, dí mis primeros pasos como militante de izquierda y del movimiento obrero.

El año 1950 fue muy importante para el país, el gobierno declara el año sanmartiniano en homenaje al “padre de la patria”. El peronismo llevaba cuatro años en el poder y, según las arcas estatales, el país gozaba de dinero, que destinaba a obras públicas, escuelas, carreteras, etcétera. El motivo era que hacía cinco años había terminado la Segunda Guerra Mundial, con una Europa devastada, pueblos enteros reducidos a escombros, era necesario levantarlos y el drama del hambre azotaba los hogares de miles de seres humanos.
La Argentina era mirada con buenos ojos por todo el mundo, pues tenía un tesoro acumulado y muy codiciado: alimentos. Sin exagerar podría satisfacer a varios países sin problemas. El comercio con Europa era muy amplio, reconocidos artistas eran invitados a conocer el país. Si económicamente el país iba bien, políticamente entre otros problemas, pasaban algunos hechos graves; desaparecían opositores al régimen peronista. Causó mucho revuelo la desaparición de Juan Ingalinela, médico rosarino, muy querido por su pueblo. En Tucumán es muerto el dirigente cañero Aguirre, la aparición de varios muertos en el bajo Flores causó mucho malestar ya que esta era la otra cara oculta de régimen peronista. Entre otros hechos, varios artistas, músicos e intelectuales, contrarios al régimen buscaban el exilio en otros países.
De pronto una noticia conmueve al mundo; en China, Mao Tse Tung inicia la gran marcha, toma el poder, pasa al paralelo 38 y ocupa la capital de Corea. El gobierno de Estados Unidos llama a sus pares de América Latina a colaborar enviando alimentos, pertrechos de guerra y tropas para enfrentar el “avance comunista”. El general Perón, el guerrero de los balcones de la Rosada, (como lo llamaban los opositores), cada 15 días desde los balcones de la Casa Rosada le dirigía la palabra a su pueblo y había miles escuchándolo. La noticia sobre la guerra de Corea estaba latente y por lo bajo se rumoreaba que enviarían tropas, apoyando los intereses imperialistas. Como para calmar los ánimos, Perón afirmó con mucho énfasis que “antes de firmar algo que perjudique a mi país me amputo una mano” y el estallido de la muchedumbre fue apabullante. Pero para sorpresa de todos, al tercer día de tal declaración, Perón fue de viaje con una comitiva de su gobierno a Río de Janeiro y estampó la firma donde se comprometía a enviar alimentos, soldados y todo lo necesario a dicho lugar.
El desencanto se había generalizado y el comentario corría de boca en boca unificando la protesta. La reacción de la clase obrera no se hizo esperar, ver tantas madres ir a los cuarteles y gritando “nuestros hijos no irán a la guerra en Corea” fue impresionante y eran miles de voces contra las medidas del gobierno.
En el barrio de Ciudadela funcionaba la fábrica metalúrgica Ricsa, con 1300 obreros, tenía una comisión interna muy combativa. Esta seccional era opositora al secretario general que dirigía la UOM, Augusto Timoteo Vandor, conocido como el “Lobo”. Esa mañana al entrar el personal a la fábrica, el descontento era total y apurado por las circunstancias, la comisión interna llamó a detener las tareas, uniendo a todo el personal en asamblea y se decidió ir a la casa de gobierno a pedir el “No envío de soldados a Corea”.
Desde el sindicato metalúrgico de Ciudadela, con banderas y cartelones partía la manifestación, al paso de la caravana se unieron otras fábricas, engrosando las filas y al calor de la protesta se unían otras personas. A las 18hs., la Casa Rosada fue rodeada por más de 40 mil personas, gritando contra el envío de tropas. La clase obrera mostró en las calles no solo su fortaleza, sino también su espíritu internacionalista, que corre por sus venas, impidiendo el envío de tropas a Corea.
Brasil envió tropas, también Chile, Cuba envió aviadores, pero de aquí no salió un solo soldado ni vestido de llama. En ese clima yo empecé a militar, mezclado entre esos obreros.
La juventud que entra a la vida política, tiene que conocer a este militar represor, esa fue la conducta que mantuvo toda su vida. Antes de morir había ordenado la creación de la Triple A, que dejó una marca sangrienta en la sociedad allanando el golpe de Estado de 1976.

Martín Ruta 8
Martes 2 de julio | 09:46

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