lunes, 15 de julio de 2019
Impresentables: así son los diputados y senadores que defienden dietas de $ 200.000
Elisa Carrió, Fernando Iglesias, Miguel Ángel Pichetto y Pino Solanas. Algunos de los legisladores que reclamaron "cobrar poco" mientras la mayoría de la población no llega a la Canasta familiar.
En los últimos días fue noticia en todos los medios la resolución de la titular de la Cámara alta y vicepresidente Gabriela Michetti que impediría a partir de agosto a los senadores canjear los pasajes aéreos no utilizados por dinero.
Como siempre que este tema aparece en la opinión pública, varios legisladores muestran la hilacha y salen a defender sus sueldos enormes. El primero, esta vez, fue Pino Solanas. Dijo que su dieta “no le alcanza”. Pero el candidato a diputado del Frente de Todos en la Ciudad de Buenos Aires no fue el primero, ni mucho menos, de los políticos que cobran fortunas y aún así piden dietazos. Veamos.
“La vamos peleando”, contestó en noviembre pasado Juan Manuel Urtubey, gobernador de Salta, cuando en La Nación + le preguntaron si podía vivir con su sueldo de $114.595. El candidato a vicepresidente de Roberto Lavagna explicó que en algunos años le va mejor y en otros peor porque, además, tiene campos. Hace 11 años que gobierna su provincia y alrededor del 50% de la población tiene necesidades básicas insatisfechas. Pero Urtubey está preocupado por sus “humildes” ingresos.
Si de candidatos a vicepresidente se trata, hay otro que viene dando que hablar hace semanas, y ese es Miguel Ángel Pichetto. En 2016, mientras protagonizaba uno de los tantos escándalos que originó por sus dichos xenófobos, cuando quiso impulsar una ley para deportar a los extranjeros “que vienen a delinquir”, al senador le preguntaron por los sueldos de los senadores, que en ese momento estaban en $98.000 y había polémica por un dietazo del 47%. La respuesta del rionegrino fue tan sorprendente como bizarra: dijo que tenían que ganar sueldos elevados porque sino se hacía más probable la corrupción. Un verdadero “representante del pueblo”.
Más increíble aún fue lo que dijo Federico Pinedo, el presidente provisional del Senado, también en ese momento. “Gano $83.000 y con la inflación que hay, está difícil”. Sin palabras.
Si seguimos recorriendo las bancas de esos recintos, pareciera ser lo más acertado la vieja frase según la cual el parlamento es una cueva de ladrones. Incluso de muchos que se cansaron de hablar de corrupción, como Elisa Carrió. La dirigente de Cambiemos dio la nota en 2017 cuando se hizo de público conocimiento el canje de pasajes por plata. Ni más ni menos que $355.000 se llevó solo en ese año como sobresueldo. Pero como no tiene filtro de ningún tipo y piensa que su impunidad es infinita, bromeó en los medios y dijo “dejé de comer salmón, volví a la mortadela”.
Otro que de moral habla mucho pero conoce poco, y también salió a defender sus privilegios en ese momento, fue Fernando Iglesias. Como siempre, le echó la culpa al populismo porque “la gente no entiende la importancia de la tarea legislativa”. O, en otras palabras, los “brutos” que lo votaron no comprenden por qué es importante que una casta de políticos que votan leyes antipopulares ganen diez veces el sueldo de un trabajador medio. “vayan a estudiar, vagos”, le faltó agregar.
El único bloque coherente en esta discusión es el del Frente de Izquierda. Nicolás del Caño presentó un proyecto ni bien ingresó a la cámara de Diputados, en el 2013, en el que proponía que todo legislador y funcionario público cobre lo mismo que una maestra o un obrero calificado. La propuesta no surge solo de un planteo "humilde" sino de un cuestionamiento profundo al régimen político. El Estado mantiene a una casta de políticos que defienden los intereses de los grandes capitalistas y cobran sueldos siderales, porque así se mantienen alejados de la realidad de las grandes mayorías.
Por supuesto, el resto de las fuerzas políticas nunca quisieron, ni siquiera, discutirlo. Pero tanto Del Caño como otros diputados de la izquierda en todo el país cobran como si su propuesta fuera una ley vigente. El resto lo donan a trabajadores en lucha y a distintas causas.
Incluso la izquierda cuenta con el ejemplo de Nathalia González Seligra, una docente de La Matanza que cuando terminó su mandato como diputada nacional volvió a dar clases. También Raúl Godoy, un obrero ceramista de Neuquén que luego de dos años en la legislatura provincial volvió a su puesto en la línea de producción de la fábrica recuperada Zanón.
Javier Nuet
Sábado 13 de julio | 00:39
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