sábado, 2 de junio de 2018

El veto, expresión de una gran crisis política



El choque al interior de la “coalición del ajuste” revela que ese régimen de agresión a las masas ha ingresado en un acelerado proceso de disolución política y económica.

La sanción de la ley que recorta el último tarifazo, de un lado, y el veto que la anula, del otro, expresan un choque al interior de la “coalición del ajuste” -o sea, el régimen de agresión a las masas encabezado por Macri y los partidos de la seudo-oposición. Pero este choque revela que ese régimen ha ingresado en un acelerado proceso de disolución política y económica. Si los tarifazos dispuestos en abril pasado ya resultaban socialmente intolerables, lo que se viene después de la corrida cambiaria y el dólar a 25 pesos es un “tarifazo sobre el tarifazo”, puesto que los valores de la energía y los combustibles se encuentran dolarizados.
Sin embargo, esa misma desvalorización del peso -que empuja las tarifas hacia arriba- aún no ha concluido, y el propio FMI es su principal fogonero. En las negociaciones de estos días, los funcionarios del organismo reiteraron que “el acuerdo stand by no podrá ser utilizado para cubrir una corrida cambiaria, y mucho menos para financiarla” (Ambito, 30/5). Para ello, “el gobierno deberá comprometerse a sostener un tipo de cambio competitivo” (ídem). Sin que el rodrigazo desatado hace dos semanas haya desplegado todavía todos sus efectos, la ‘salida’ fondomonetarista anticipa un mazazo inflacionario aún superior. De cara a la inmensa convulsión que se viene, el impasse del régimen ajustador no puede ser mayor. Más allá de las chicanas al macrismo, el ultramezquino recorte al tarifazo votado por los senadores expresa el terror a una rebelión popular contra los aumentos, ello, después del antecedente de las jornadas de diciembre contra la reforma previsional. ¡El propio gobierno que veta el recorte al tarifazo ha dispuesto un congelamiento de las naftas por 60 días! Pero si este intervencionismo prospera, el gobierno dinamita sus últimas posibilidades de financiamiento internacional. Es este mismo impasse el que recorre al Macri brasileño, en estas horas, de cara a la huelga de las patronales camioneras contra los tarifazos en los combustibles. La decisión de Temer de moderar los aumentos no disipó las protestas -pero llevó al derrumbe de las acciones de Petrobras. En definitiva, el macrismo debe perpetrar la tarea devastadora del rodrigazo, pero sin los recursos políticos para llevarla hasta el final.

Bloque opositor

La naturaleza del bloque opositor que redactó el ‘recorte al tarifazo’ está retratada en su propio proyecto. La ley de Massa-Pichetto convalida los gigantescos aumentos del gas y la luz que se llevaron adelante en 2016/2017, del orden del 1.000 al 1.500%. El recorte “opositor” deja intacta esa inmensa confiscación, y a todo el sistema de privatizaciones. Sobre esa base, el gobierno transitó por intensas negociaciones con los senadores. En la decisión final del pejotismo ha pesado una cuestión política de fondo, la de demarcarse de un gobierno colapsado. Lo hicieron, claro está, a sabiendas de que el mezquino recorte tarifario sería vetado y, por lo tanto, no afectaría a la marcha general del ajuste que ellos han caucionado. Por caso, el “desplante” de los senadores ha convivido con el respaldo estratégico de todos ellos -y de sus gobernadores- al acuerdo con el Fondo Monetario, y el respaldo a que no pase por el Congreso. En su momento, el rol de estos “opositores” podría implicar también el ingreso a un gabinete de coalición o unidad nacional, si el proceso de disolución económica se reabre con dimensiones mayores y conduce a una crisis de gabinete y de régimen de alcance más general.
En otro plano, este bloque del “recorte tarifario” ha servido de pretexto para una asimilación más completa del kirchnerismo al pejotismo, subrayada en las semanas anteriores por expresiones de CFK contrarias a postularse en 2019. El pregonado “frente antimacrista”, incluso si llegara a superar las pujas de candidaturas, se encuentra liderado por los Pichetto, Massa, Urtubey o Gildo Insfrán -o sea, el elenco de socios provinciales y parlamentarios del macrismo, con un kirchnerismo acomodado a su interior. Para la burguesía, este frente constituiría una tentativa de rescate de las “conquistas” antiobreras y antinacionales cosechadas por el macrismo en estos años, desde la garantía a los acreedores internacionales -a través de un plan de refinanciamiento de la deuda externa- hasta los propios tarifazos. En el armado del pasado 25 de mayo, el kirchnerismo se preocupó muy bien de ocultar el contenido de este frente en grado de tentativa, detrás de la música, los artistas o dirigentes de derechos humanos. A contrapelo de muchas manifestantes presentes, el documento de esa “unidad opositora” ignoró la reivindicación crucial del aborto legal. Es que el Vaticano está metido hasta los tuétanos en esta operación política. El frente Vamos, que reúne a los “muertos vivos” de la centroizquierda argentina, pretende jugar de obstáculo al desarrollo de una izquierda de independencia política de la clase obrera y, a su turno, jugar como variante izquierdizante del bloque opositor de la burguesía.
Los que se prueban “el traje de 2019”, sin embargo, fingen desconocer los choques y crisis políticas que tendrán que atravesar hasta entonces, y el efecto desintegrador que tendrán esas crisis sobre los bloques políticos que contribuyan a rescatar al capital internacional y a los privatizadores.

Reacción obrera

La “unidad opositora” bajo la batuta del pejotismo ya tiene sus manifestaciones sindicales. Yasky anunció la intención de disolver su CTA en una CGT dirigida por el moyanismo y la Corriente Federal. La política de este bloque es conocida: no hacer olas hasta 2019 y contribuir a un relevo electoral a manos del peronismo. Micheli ha montado una elección de una fracción de la llamada CTA Autónoma, con el mismo derrotero, puesto que plantea la unidad con la de Yasky. Por su parte, el triunvirato “vaticano” gana las calles de la mano del Episcopado, con una política asistencial para acompañar la hambruna del ajuste fondomonetarista. Después del 21F, este bloque aisló rigurosamente a todas las luchas que se batieron contra los despidos y los techos salariales. Esta política no descarta un paro aislado, que podría tener lugar como respuesta al veto presidencial -pero carece de toda pretensión de derrotar al gobierno del FMI en base a la acción de los trabajadores.
En oposición a esta parálisis, emerge con toda su fuerza la victoria de la huelga docente neuquina, la cual, empujada por las asambleas de base, rompió los techos paritarios y arrancó la indexación del salario con el método de la huelga general y los piquetes, aún cuando su reclamo iba más allá en función de una recomposición. Un plenario de sindicatos y delegados de base, convocado en apoyo a esta huelga, sirvió de impulso final para consagrar esta victoria. Pero entroncó también con otra gran convocatoria de alcance nacional: la que realizó el Sutna a los sindicatos combativos y el clasismo, para poner en pie de lucha a los sindicatos y batallar por una nueva dirección en el movimiento obrero. Es necesario empeñar todos los esfuerzos para que este plenario, convocado para el 23 de junio, se convierta en un polo de referencia para todos los luchadores, delegados y activistas que están pugnando por abrir un rumbo de lucha frente al cepo burocrático. La lucha por un congreso de delegados mandatados por asambleas de base de todas las centrales y sindicatos es un gran planteo de recuperación de los sindicatos para una política de clase, y hacemos de ella un método para la propia convocatoria al 23, promoviendo reuniones previas y mandatos de fábricas y gremios.
La agenda inmediata tiene otro gran pilar en la lucha por el aborto legal, que se dirimirá en las próximas semanas. Una victoria de esta reivindicación crucial será un golpe a todos los partidos que han sostenido y sostienen el plan de guerra contra los trabajadores, y que -como parte de ello- son aliados de hierro del clero. Por otra parte, una victoria de esta reivindicación que acaba de arrasar en el plebiscito irlandés, reforzaría la oposición popular al régimen. Con estas banderas, marcharemos el 4J -“Ni una menos”- y el 13J al Congreso, a la sesión de Diputados.
En medio de esta enorme crisis nacional, que prepara episodios mucho más agudos, el Frente de Izquierda tiene la responsabilidad de apuntalar la acción de los luchadores y el clasismo por poner en pie a los sindicatos, y de desplegar una acción política integral que presente un programa y una salida de los trabajadores al nuevo derrumbe nacional perpetrado por el macrismo y sus cómplices.

Marcelo Ramal

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