Transcurridas dos semanas desde las Paso se confirma nuestra caracterización de que el triunfo de Milei ha sido un factor de agravamiento de la crisis nacional en todos sus aspectos -política, económica, social. Nuestro desafío es cómo intervenir en el cuadro de conmoción popular abierta por el triunfo de Milei en las Paso y la devaluación de Massa, dicho de otro modo: cómo promover la intervención de los trabajadores en la crisis.
La derrota de las dos grandes coaliciones que nos vinieron gobernando configura una crisis de régimen, no solo un resultado electoral. La emergencia del facholibertario como posible presidente ha planteado un debate en todas las clases sociales. Entre los trabajadores, por las consecuencias enormes que puede tener, y entre la propia burguesía, por la viabilidad del experimento en puerta y su sustentabilidad política y social.
A la velocidad del rayo se ha neutralizado la devaluación pactada con el Fondo a espaldas del pueblo, porque la brecha cambiaria se incrementó y del desembolso del FMI quedó nada debido a las deudas de corto plazo contraídas, lo que está paralizando aún más la economía. La estanflación se acentúa en el tramo final hacia octubre, que en este cuadro luce extenso e impredecible, incluso en cuanto a la credibilidad del sistema bancario y sus depósitos. La magnitud de la crisis en este plano ha producido el primer impacto, incluso en la prometida dolarización sin dólares de Milei, que según Marra podría quedar “para el gobierno que sigue al primer mandato” de La Libertad Avanza.
Los primeros días han estado atravesados por el impacto de una escalada inflacionaria que pulverizó los ingresos populares. Los saqueos. La rápida y oportuna movilización del sector consecuente del movimiento piquetero. El replanteo de huelgas docentes y hasta la victoria del Sutna en una nueva paritaria indexada y por encima de la inflación, en el marco de la reapertura de varias paritarias, son algunas de las primeras consecuencias sociales.
Las “compensaciones” de Massa son chirolas, tres kilos de carne en dos cuotas para el Potenciar Trabajo, dos anticipos de paritarias de 30 lucas que algunos ni cobrarán, y un refuerzo del bono para la mínima de los jubilados que convalida una pérdida en los básicos de 50 puntos aproximados a noviembre. Como contrapartida, retenciones cero para las “economías regionales”, que tendrán impacto inflacionario en distintos alimentos. Para las pymes, 50% de rebaja en las cargas sociales, pero sujetas a los precios cuidados que nadie cumple. Se nota a la legua que la mano de Georgieva y el ajuste fiscal están en cada una de las medidas “nacionales y populares”.
Alta presión al interior de la clase capitalista
Sin embargo, han sido suficientes para meter alta presión a la crisis. La UIA salió en contra de los bonos y de la pauta del 5% mensual en los precios hasta octubre, y atrás de los industriales una docena de gobernadores, la mitad de ellos del peronismo, no adhieren a los bonos. Ya nadie se acuerda de los “conejos de la galera” de Massa; al contrario, crece un desgobierno que en nuestro debate hemos caracterizado como un “vacío parcial de poder”. Otra vez, el plazo hacia el 22 de octubre se hace inmenso.
Solo la genuflexión de la burocracia de la CGT puede festejar estas medidas, cosa que por otra parte hizo antes de conocerlas, lo cual los delata. Son apenas un color de la crisis del peronismo que no casualmente perdió hasta la gobernación de Santa Cruz. Cristina sigue desaparecida y en octubre pueden caer algunas gobernaciones peronistas más. La confesión de Berni acerca del pacto del PJ con Milei para cuidarle los votos en la provincia de Buenos Aires a cambio de listas con concejales propios (algo que, según él, habrían hecho también algunos cambiemitas), confirmando lo de la derrotada Galmarini en Tigre, echa luz sobre la podredumbre en la cual operó Milei. Solo que esto demuestra que él negocia con la casta, como lo hizo el miércoles 23 en la sesión que votó contra los inquilinos en la ley de alquileres. A propósito, señalemos algo muy importante que denunció Romina Del Plá: con 13 ausencias y una abstención fue el peronismo el que hizo pasar la reforma del lobby del capital inmobiliario. En síntesis, con una inflación de dos dígitos, el gobierno Massa-Cristina, sin presidente, cada día se parece más al período de Jesús Rodríguez como ministro de un Alfonsín final, que tuvo que adelantar su salida.
En tanto, la designación de Jorge Macri a una larretista como su vice muestra la tendencia a la disolución política de Juntos por el Cambio. Después que los radicales sacaron casi la mitad de los votos en la interna de la Ciudad de Buenos Aires, es una señal rupturista de un Macri inclinado a un campo político Bullrich-Milei que prescinde de los radicales. La contradicción es que Bullrich y Juntos por el Cambio están obligados a pelear el ingreso al balotaje y de ahí el esfuerzo de exhibir 70 economistas liberales, con Melconian a la cabeza, para mostrarse como alternativa real de poder de la burguesía. Claro que el equipo, si Juntos por el Cambio queda tercero, será ofrecido a Milei y su reducido núcleo para armarle gobierno como hizo la burguesía paulista (y el imperialismo) cuando vieron que Bolsonaro era inevitable. Los llamados de Massa a un futuro gobierno de unidad nacional con radicales atienden a esta tendencia a la disolución de Juntos por el Cambio.
En otro punto, nuestro Comité Nacional abordó un tema candente: la naturaleza del gobierno que prefigura Milei, un fascista personal sui generis que se corresponde con una variante criolla de los fenómenos tipo Trump, Vox, Le Pen, Bolsonaro, etc., aunque no se parezca exactamente a ninguno. Importa destacar que promete un gobierno de ofensiva en regla contra la clase obrera y distintos derechos democráticos conquistados. Esto, mediante un régimen plebiscitario de poder personal, en una democracia reforzadamente represiva, con un replanteo negacionista de la dictadura con las Fuerzas Armadas y de seguridad. Al mismo tiempo, con propuestas que ya empezaron a hacer ruido entre los capitalistas como la eliminación de la obra pública, que mereció un inédito comunicado de la Sociedad Rural y la Cámara de la Construcción en contra.
Por otro lado, el formateo de un régimen de plebiscitos por parte de quien no dispone de un solo gobernador y no tendría control alguno del Congreso, promete grandes crisis políticas y giros que tendrán que pasar por la prueba de la lucha de clases, porque no llegará al gobierno tras una derrota física de los trabajadores, sino para llevar adelante lo que no pudieron los anteriores gobiernos agentes del FMI, el macrismo y el peronismo. Una perspectiva de inestabilidad política se suma al horizonte de megadevaluación, default financiero y económico. Al mismo tiempo, resaltamos lo que une a la burguesía de cara al próximo período, incluso con Milei: “Diana Mondino, en una reciente exposición en un cónclave empresarial, afirmó que la inflexibilidad monetaria que impone la dolarización debe ser complementada con una flexibilidad laboral que permita incrementar los ritmos de producción, la extensión de la jornada laboral y establecer la polifuncionalidad”. Con dolarización o sin ella, es la agenda.
Los trabajadores y la izquierda
Las condiciones del triunfo de Milei se explican por la desarticulación de la clase obrera y su pasividad y control por parte de la burocracia, en particular en la pospandemia. Grandes luchas que hubo, como en Salta, Santa Cruz, incluso las masivas movilizaciones en Jujuy, la huelga del Sutna, las grandes luchas del movimiento piquetero, fueron aisladas políticamente. Sobre esa base creció Milei y la derechización general que dominó las elecciones y domina hoy el debate político. En la Jujuy del Jujeñazo, se derrumbó Morales y ganó Milei, mostrando la cuota de bronca popular y confusión política que habita el voto al facholibertario. Allí fue la elección más alta del país al FIT-U, pero retrocediendo de elecciones anteriores. La reducida elección nacional del FIT-U y de toda la izquierda se produce en este marco de aislamiento de las expresiones de lucha de la clase.
Pero hay una nueva situación abierta, por la deliberación política entre miles de activistas, en la que inscribimos los paros docentes, la paritaria triunfante del Sutna y algunas combativas asambleas estatales. En todos estos casos, las tareas del partido apuntan a convocar y desarrollar asambleas y movimientos de lucha, que asumirán, hasta cierto punto, características de frente único con sectores que votan al peronismo u otras fuerzas políticas. En esa perspectiva planteamos el congreso de sindicatos y organizaciones de desocupados con mandato, para impulsar todas las aproximaciones posibles, reclamando paro nacional y plan de lucha. Promovemos una lucha en común colocando en todos los casos un programa de reivindicaciones actuales, que choca con el ajuste del gobierno, junto a la denuncia de los planteos de Milei. Denunciamos la pasividad de la burocracia sindical y los sectores más integrados al Estado. Le planteamos al Frente de Izquierda asambleas para debatir la intervención en la crisis. Y reivindicamos el voto al Frente de Izquierda como canal de independencia política sin ultimátum hacia los movimientos de lucha, pero contra el intento de colonizar al activismo en función de un voto a Massa, cuya función es, objetivamente, la colaboración política con el gobierno de ajuste.
Néstor Pitrola
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