Victoria Villarruel ocupó la primera plana de la escena política nacional debido a que este martes 4 de septiembre, en la Legislatura de la Ciudad, encabezó un acto en defensa del terrorismo de Estado. Esta provocación fascista fue enfrentada por una movilización que congregó a miles de personas en las inmediaciones del edificio porteño. La compañera de fórmula de Javier Milei solo fue consecuente con una política progenocidas que viene desarrollando hace mucho tiempo.
Villarruel militó los últimos 20 años en agrupaciones que se proponen (o propusieron) defender a las “víctimas de ataques de Montoneros y del ERP”. Se graduó como abogada en la Universidad de Buenos Aires y en 2008 realizó un curso de “lucha contra el terrorismo” en el William J. Perry Center, una institución que depende de la Universidad de Defensa Nacional –tiene sede en Washington D.C.– y se encarga de instruir a los líderes militares de Estados Unidos.
En 2006 fundó el Centro de Estudios Legales sobre Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv); lo hizo luego de que el expresidente Néstor Kirchner derogara las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, presionado por la acumulación de pedidos de extradición para los genocidas, quienes preferían ser juzgados en Argentina. El Celtyv es un desprendimiento de Aunar, una agrupación nacionalista fundada en 1993 por Fernando Verplaetsen, exjefe de Inteligencia de Campo de Mayo y último capo de la Bonaerense bajo la dictadura.
Según La Nación (5/9), tres personas que militaron con ella en agrupaciones revisionistas de los años setenta aseguraron que se vio involucrada en más entidades, “algunas de las cuales se dedicaron a reclamar por los presos acusados de los crímenes de la dictadura”. También señalaron que Villarruel mantuvo vínculos con esposas de militares detenidos. La candidata a vice de La Libertad Avanza realizó visitas a Jorge Rafael Videla cuando este se encontraba en prisión domiciliaria, acompañada de sus compañeros de la agrupación progenocidas “Jóvenes por la Verdad”.
Hace poco, la abogada querellante en los juicios de lesa humanidad, Guadalupe Godoy, expuso un archivo que muestra que Villarruel visitó en la cárcel a Norberto Cozzani, quien fue guardaespaldas de Miguel Etchecolatz y exintegrante del “Circuito Camps”, una red de centros clandestinos que funcionó bajo la dictadura. Etchecolatz, otrora jefe de la Bonaerense bajo la dictadura videliana y responsable de la desaparición de Jorge Julio López, tejió relaciones con Villarruel.
La compañera de fórmula de Milei también posee vínculos con servicios de inteligencia. Uno de ellos es Gustavo Corbi, un teólogo que estuvo a cargo de la sección Religión de la Side durante los primeros meses de la dictadura. Otro es Jorge Vives, un coronel retirado especialista en inteligencia que bajo el gobierno de Mauricio Macri fungió como director de Investigaciones de la Aduana. Ambos pertenecen a la “Fundación Oíd Mortales”, un think tank conducido por Villarruel. Vives es el asesor en materia de defensa y seguridad de esta agrupación.
Villarruel heredó de su familia la simpatía por el sector castrense. Su padre, Eduardo Marcelo Villarruel, quien falleció en 2001, participó activamente del Operativo Independencia (1975), con el que el gobierno de Isabel Martínez de Perón realizó una matanza de activistas obreros con el argumento de combatir un foco guerrillero del ERP. Su abuelo, el contralmirante Laurio Hedelfio Destéfani, que dejó de existir en 2017, cosechó relaciones con Manuel Aznar Acedo, un exmiembro de la Falange Española que participó en la Guerra Civil de 1936 realizando tareas de propaganda para el bando del fascista Francisco Franco.
Su tío, Ernesto Guillermo Villarruel, fue procesado en 2015 por el presunto delito de privación ilegal de la libertad en la causa por los crímenes del centro clandestino de detención “El Vesubio”.
Sus vínculos con elementos prodictadura y fascistas se acrecentaron en su experiencia en La Libertad Avanza. Conoció a Ricardo Bussi, hijo del genocida Antonio; y a Lucía Montenegro, legisladora de Milei. Montenegro, que fue co-anfitriona del acto negacionista en cuestión, posee lazos con José Bonacci, un fanático de Adolf Hitler que se ha llegado a codear con grupos nazis. Bonacci es socio de Alejandro Biondini, un elemento abiertamente nazi; y fue quien le otorgó a Milei el partido Unite para que pueda candidatearse. El padre de Montenegro fue profesor de artes marciales del golpista carapintada Seineldín.
Villarruel, asimismo, desarrolló su militancia progenocidas con una intensa campaña a favor de la teoría de los dos demonios y en defensa de la dictadura videliana. En una entrevista en Canal 26, cuando le preguntaron su opinión sobre el golpe de 1976, señaló: “Creo que la situación en ese momento era muy difícil. Existían muchísimos atentados por día y sin justificar esta situación, la realidad es que los atentados terroristas a partir de ese momento empezaron a decrecer y la población comenzó a estar más protegida”.
O sea, si el problema principal era la “guerrilla terrorista” y la dictadura la hizo retroceder llevando a que la “población” comenzara a estar “más protegida”, entonces Videla es para Villarruel un prócer. En realidad, la clase capitalista impulsó el golpe para “proteger” su dominación social en un cuadro de fuertes convulsiones sociales y por eso el principal blanco del terrorismo de Estado fue lo que el radical Balbín denominó la “guerrilla fabril” –la dictadura suspendió los convenios colectivos de trabajo, ilegalizó las comisiones internas, prohibió el derecho a huelga, redujo los salarios, entre otras medidas de terror contra los trabajadores.
Las organizaciones guerrilleras estaban en franco retroceso en 1976, fueron destruidas por el gobierno peronista y la Triple A. El Partido Justicialista habilitó la represión para “exterminar a la guerrilla” con los decretos de Cafiero, Lúder y Ruckauf. El golpe de Videla, en realidad, tuvo como objetivo exterminar a la generación de trabajadores que protagonizó el Cordobazo y el resto de las luchas de la época –que desafiaban al gobierno peronista–, entre ellas las huelgas de junio y julio de 1975.
Por otro lado, no corresponde poner un signo igual entre la actividad de grupos aislados (organizaciones guerrilleras) y la de una maquinaria estatal (con militares, policías, tanques, aviones y un aparato de inteligencia) al servicio de la clase burguesa, la cual a su vez posee la propiedad de los medios de producción, de la banca y de la mayor parte de la tierra; o sea, detenta el poder real. El genocidio fue un plan sistemático de exterminio de los trabajadores para reforzar en Argentina el dominio del gran capital y del imperialismo. El Partido Obrero, cuya estrategia es la construcción de un partido revolucionario y la lucha por el gobierno de trabajadores como vía para la revolución socialista, combatió siempre esta idea reaccionaria que busca ocultar el carácter capitalista y antiobrero de la dictadura militar.
Milei y Villarruel quieren avanzar en una nueva política de amnistía hacia los genocidas, siguiendo la tradición de los radicales (Obediencia Debida y Punto Final) y de los peronistas (indultos), para consagrar su impunidad definitiva, y reforzar la represión contra la clase obrera para hacer pasar un plan de ajuste reaccionario introduciendo a las Fuerzas Armadas en la represión interna. Milei colocaría a Villarruel en una megacartera de Defensa y Seguridad para llevar adelante esta política. El mejor antídoto contra el avance de estos fascistas es la movilización popular independiente.
Nazareno Suozzi
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