Las luchas de los trabajadores de la salud y de distintos colectivos obreros por salarios y vacunas, y el hartazgo popular ante el hambre y los femicidios que se expresó el 3J, tienen un mismo destinatario: un gobierno cuya política se ordena en función del ajuste que reclama el Fondo Monetario Internacional.
Fue lo que confesó el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, cuando declaró haber rechazado ocho millones de dosis del mecanismo Covax para «ahorrar» 60 millones de dólares. A juzgar por el pobre crecimiento de las reservas del Banco Central, después de meses de cansarse de comprar divisas del boom sojero, es evidente que lo que se guardaron en vacunas lo destinan al pago de la deuda, y a contener la precaria estabilidad cambiaria. Se puede agregar que la fuga se agrava ahora que el Banco Central flexibilizó el cepo para que las empresas exportadoras puedan girar sus ganancias al exterior.
Para colmo lo que sí se gastó, como los pagos anticipados a AstraZeneca, resultó en un verdadero fraude contra la población, a la cual le prometieron 22 millones de dosis y le entregaron menos de la quinta parte. El motivo es evidente. El contrato firmado, que el gobierno se dispone a prorrogar sin penalización alguna tras el alevoso incumplimiento, estaba redactado precisamente en función de las condiciones leoninas que garantizan la monopolización de los pulpos farmacéuticos. Así tenemos a Alberto Fernández acusando ridículamente que sufrimos la «escasez mundial» de vacunas, cuando se exportó desde Argentina el principio activo para más de 50 millones de dosis, salidas de la planta de Sigman en Garín.
El mismo tenor se adivina detrás del anuncio de la producción en el país de la Sputnik Vida, a partir de un convenio que se tejió en las sombras -con la mediación del Estado- entre Richmond y el Fondo Ruso de Inversión Directa, por el cual Argentina terminará comprando dosis… un 50% más caras que antes. Las críticas frenéticas de la oposición patronal en torno a esta cuestión se limitan a una actuación como lobbistas de Pfizer, no en función de garantizar la vacunación de la población. Las respuestas oficiales, acerca de que las condiciones que exigía este laboratorio yanqui eran inaceptables, apenas pueden encubrir las leoninas condiciones que aceptó a las otras farmacéuticas. Contra esta guerra de laboratorios, la defensa del interés popular solo puede pasar por la lucha contra la confidencialidad de los contratos y por la liberación de la patentes.
Es más que simbólico que mientras el país está en vilo por el desmadre epidemiológico y los bloques políticos mayoritarios se desgarran entre acusaciones cruzadas por los contratos con los laboratorios, los distintos proyectos para desarrollar la producción de una vacuna nacional se topen con el cuello de botella que les impone el desfinanciamiento estatal. Para encarar la fase de ensayo clínico y más aún la fabricación en escala, las universidades y el Conicet se ven obligadas a firmar convenios con empresas criollas y extranjeras.
Esto nos remite al «ahorro» fiscal del que se jacta Martín Guzmán, que en los últimos tres meses viajó dos veces a Europa y una a Estados Unidos para reunirse con funcionarios del FMI, el Club de París y los gobiernos imperialistas, para mostrar que el déficit es ahora una séptima parte que el del año pasado. ¿La receta? Los salarios de los empleados públicos y las jubilaciones quedaron a mitad de camino de la inflación, mientras que el Presupuesto 2021 fue armado como si la pandemia no existiese. Alberto Fernández se preparó para la segunda ola, que en todo el hemisferio norte ya era peor que la primera, cerrando los ojos para no ver. Como titula su editorial Gabriel Solano, «con o si acuerdo, el ajuste fondomonetarista ya está en marcha».
Por eso mientras colapsan los sistemas sanitarios de provincias como Neuquén, Mendoza, Córdoba, y desde hace semanas que en el AMBA se sostiene la ocupación de terapia intensiva arriba del 75%, el gobierno descarta ampliar las camas para no tener que contratar más personal. De esta manera, Argentina está en el podio mundial en cantidad de enfermos graves por Covid-19 (compitiendo con países como India, que tiene una población 30 veces mayor), pero las únicas restricciones que se aplican son al tiempo de esparcimiento de los trabajadores, ya que la actividad patronal funciona sin limitación alguna. O, como en Rosario, son un pretexto para prohibir las manifestaciones en el marco de una avanzada represiva del gobierno de Omar Perotti.
El piquetazo de los trabajadores de la salud municipales de La Matanza, que el viernes cortaron la rotonda de San Justo por aumento salarial y reclamos por sus condiciones laborales, suma un nuevo hito a un gremio que vive un verdadero reguero de autoconvocatorias contra la superexplotación con salarios de pobreza. Claro, su mayor exponente, la heroica huelga de los elefantes neuquinos, mostró el camino para quebrar los techos paritarios; junto a los vitivinícolas de Mendoza, que también conmocionaron su provincia con su lucha, y el sindicato clasista del neumático, lograron los únicos tres acuerdos salariales que le ganan a la inflación. Sergio Palazzo de Bancarios, que se apuró a firmar la paritaria para allanar el tope de Guzmán, quedó en off side con el peor aumento -en un rubro que está haciendo un negoción con las tasas de interés que paga el gobierno.
El deterioro salarial y el crecimiento de la desocupación se combinan con la exposición de la salud de los trabajadores, y van haciendo subir la temperatura en el movimiento obrero a pesar de la llegada del invierno. El reclamo por la vacunación que suscitó paros y movilizaciones en distintos gremios es incuestionable, toda vez que tres de cada cuatro muertes laborales del 2020 fueron por Covid-19. Como sucede también con el hambre en las barriadas y la pelea por la inmunización de quienes atienden los comedores populares, se va tensionando el operativo de contención instaurado por las distintas alas de la burocracia sindical y las organizaciones sociales integradas al Estado.
Es un fenómeno central, porque a fin de cuentas es este recurso de contención el principal apoyo de Alberto Fernández, que aparece ante los ojos de la burguesía como una forma de aislarse del escenario que domina América Latina, con los procesos de irrupción popular en Colombia, Chile, Brasil, y otros antes. Esto explica en buena medida por qué el grueso del capital agrario dejó en banda el paro de la Mesa de Enlace contra el cierre temporal de exportaciones de carnes; pero sí lo usaron para presionar por la puesta en marcha del prometido plan de incentivos fiscales al sector… que goza de precios internacionales récord. Valoran la contención, y aprovechan el acorralamiento del gobierno por el capital financiero para arrancar concesiones. La «mesa de los argentinos», por supuesto, está después de la mesa del directorio del FMI en la prioridades del gobierno.
El contraste de la agenda oficial con la situación que viven las masas trabajadoras cobró relieve con las concentraciones y movilizaciones que se desarrollaron a lo largo y ancho del país el 3J, en el marco del sexto aniversario del primer Ni Una Menos. Es sintomático, porque el de la mujer es uno de los movimientos que el gobierno de proponía cooptar con la creación de «ministerios feministas», pero el flagelo de los femicidios sigue creciendo, mientras que las que sufren violencia carecen de asistencia, y el gremio más feminizado del país -las trabajadoras de casas particulares- cobra por debajo del salario mínimo, el cual a su vez se encuentra en niveles de indigencia. El ajuste asoma hasta en la subejecución del Programa Acompañar, en medio de un cuadro crítico. El reclamo por la aparición con vida de Tehuel volvió a poner sobre la mesa la desidia estatal con los padecimientos de las juventudes trans.
Es en este cuadro que el II congreso nacional del Plenario de Trabajadoras se convirtió en un canal para miles y miles, especialmente jóvenes, que participaron en sus asambleas previas, en sus comisiones y en su masivo plenario de cierre, haciendo de esta instancia un hito en la organización clasista de las mujeres trabajadoras y un aporte masivo a una estrategia socialista de independencia del movimiento de mujeres de los gobiernos y las iglesias. Que una de sus resoluciones sea la construcción de un sindicato de trabajadoras de casas particulares (tras la participación de un millar de ellas en el congreso), muestra la profundidad de los desafíos planteados y las perspectivas que se abren, de la mano de las peleas de las más explotadas y acalladas.
Indudablemente, es también una manifestación del potencial que tendría la convocatoria a un congreso abierto, democrático y de masas del Frente de Izquierda Unidad, como proponemos desde el Partido Obrero, como instrumento para interesar a los luchadores del movimiento obrero y la militancia popular, y acercarlos a una política revolucionaria que permita desenvolver las tendencias a la irrupción de las masas de América Latina, en una Argentina sumida en la crisis social y el saqueo imperialista.
Buen domingo.
Iván Hirsch
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