El viernes se conocieron los datos oficiales que muestran que el año pasado hubo “4.548.000 personas activas con problemas de empleo” (ídem, 12/6), o subocupadas (2.648.000 que hacen “changas” o no llegan a cubrir una jornada laboral semanal promedio). El número total en estas situaciones subió en 1,5 millones sólo en los últimos tres años. La desocupación bien calculada es mucho mayor, porque afecta a quienes han abandonado la búsquea de empleo y a quienes no tienen los medios para buscarlo.
Crece el desempleo y la subocupación
Mientras que la población urbana aumentó en esto últimos tres años (2018-2020) en 897.000 personas, el número de ocupados se redujo en 587.000 personas. En ese mismo período hubo un incremento de la subocupación en 812.000 personas y los ocupados informales o cuentapropistas cayeron también en una cifra de 1.399.000 personas. En el mismo período, debido a “cesantías, retiros voluntarios y jubilaciones, entre los ocupados disminuyó en 1.250.000 trabajadores el número de asalariados, lo que explica, en buena parte, el incremento del desempleo y la subocupación” (ídem).
Consecuencias: aumento de la pobreza e indigencia
“El balance indica que crecieron de manera continua el desempleo, el subempleo, la precariedad y la informalidad laboral con una fuerte caída de los salarios e ingresos de las personas y de las familias en un contexto de altísima inflación. Esto explica además, el fuerte aumento de la pobreza y la indigencia” (Clarín, ídem).
La cantidad de personas en situación de pobreza se incrementó en 1,5 millones en el último año. El pico de pobreza en 2020 (47,2%) se alcanzó en el segundo trimestre. Para el segundo trimestre de 2021 se espera una tasa de pobreza mayor a la del primer trimestre: “la expectativa no es muy alentadora para el primer semestre del año que podría terminar con una tasa de pobreza por encima de 44%” (https://politicaobrera.com/politicas/4756-pobreza-en-argentina-453-en-2020).
“En tanto la pobreza infantil (menores de 14 años) que en el segundo semestre de 2020 fue del 57,7% se desglosa en un 52,5% en el tercer trimestre y un 62,9% - 6.800.000 – en el final del 2020 (ídem). Por rango de edad, la pobreza entre los menores de 14 años es del 62,9%, entre los adolescentes y jóvenes de entre 15 y 29 años llega al 51,7%. Este sector de la población tiene los índices más elevados de desocupación, en especial entre las mujeres. En el conurbano bonaerense, el 51% (6.353.000 personas) en la segunda mitad de 2020 es pobre, se descompone en un 48% en el tercer trimestre y un 54% en el cuarto (6.727.000). Son 374.000 pobres más en el conurbano” (ídem).
Existe una opinión generalizada de que este derrumbe social no encontrará remedio por la vía de la llamada reactivación pos-pandemia. La experiencia macrista demostró que la concentración económica en pocos rubros neutraliza cualquier apertura al financiamiento internacional, que sólo encuentra rentabilidad en la especulación con la deuda externa. Soja, maíz, carne o biocombustibles no tienen entidad para demandar de cuatro a seis millones de empleos. Menos aún en la tecnología liviana de la información. Por otro lado, un vigoroso sistema de salud, de educación y de vivienda no es una prioridad del capital – al revés, lo considera ruinoso para sus intereses – en la medicina privada y en la valorización del suelo. La experiencia privatizadora de Chile, Perú y Colombia es ejemplificadora – los tres pican en punta en la rebelión popular.
La crisis capitalista en América Latina ha ingresado en un punto de inflexión, como lo demuestra que es la región del mundo más castigada por la pandemia. La alternativa de una planificación de carácter socialista supone el poder político de los trabajadores. Este es el horizonte que inscriben en la agenda las rebeliones populares.
Emiliano Monge
14/06/2021
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