En los últimos días, los contagios y muertes en la Argentina se dispararon, colocando al país en el top ten a escala mundial. Se trata del mismo país que, en junio, participaba de un top ten antagónico: en aquel entonces, la revista Time presentaba a la Argentina entre las “10 mejores respuestas globales” a la pandemia (https://time.com/5851633/best-global-responses-covid-19/), señalando como un éxito una situación con 24.761 contagios y 717 muertes.
A poco más de dos meses, el sistema de “fases”, que buscaba disfrazar la paulatina cesión a las presiones de la burguesía para volver a producir y vender, muestra sus límites estrechos. Los contagios superan los 418 mil y las muertes suman 8.660. Asimismo, el sistema de salud comienza a colapsar en algunas ciudades del interior, y de Río Negro llegan las noticias más temidas: los médicos deben elegir quién recibe y quién no un respirador para sobrevivir.
Frente a esta situación, uno de los científicos más prestigiosos del país, Alberto Kornblihtt, realizó un pronóstico en el cual advierte que, de continuar esta evolución, la navidad nos encontrará con un saldo de 330 mil muertos. Del mismo modo, el Dr. Ricardo Gené, especialista en Neumonología y ex profesor de la UBA, sumó su voz a las alertas suplicando, desde su título, “Por favor, ¡basta!” (https://www.pagina12.com.ar/288947-por-favor-basta-las-cifras-de-contagios-y-muertes-que-alarma).
Pero el elemento llamativo de las columnas de Kornblihtt y Gené no lo constituyen los datos científicos que ofrecen, en tanto son de público conocimiento. Lo que sobresale es el carácter político de la advertencia: aunque ambos son defensores del gobierno nacional, y militantes del Frente de Todxs, sus escritos no van dirigidos, chicaneramente, a Rodríguez Larreta, sino al presidente Alberto Fernández. “Señor presidente Alberto Fernández, con el mayor respeto de quien lo votó y apoya, me dirijo a usted para sugerirle que (…) tome las más drásticas medidas para poner fin a esta medicina que estamos empleando porque no funciona”, dice Gené. Por su parte, Kornblihtt plantea que “lo mío es un llamamiento” a que el gobierno imponga un “cierre en serio, no ficticio”. Gené concluye su ruego planteándole a Fernández que “no hay ninguna razón política que sea superior a la vida de los argentinos”.
Y aunque sus denuncias plantean honestamente la cuestión a su principal responsable, paradójicamente, carecen de toda racionalidad política y científica. Es decir, no tienen posibilidades realistas de ser implementadas.
¿Por qué ambos suponen que el mismo gobierno que prefiere pagar millones de dólares de deuda externa en lugar de abrir las paritarias y recomponer el castigado salario de los trabajadores ha elegido defender “la vida”?
¿Por qué consideran que un gobierno que delega los destinos de la fuerza represiva más poderosa del país en un fascista como Berni puede defender el interés de las grandes mayorías?
¿Por qué esperan que su llamado rinda frutos, si ya fueron desoídos los reclamos de médicos y enfermeros (entre tantos otros trabajadores) de todo el país, en lucha frente a sus paupérrimas condiciones laborales?
Evidentemente, los supuestos científicos que utilizan para explicar la crisis sanitaria argentina no son puestos en juego a la hora de presentar una política superadora, en tanto se dirigen al presidente como si se encontrara por encima de los intereses sociales enfrentados, y no como parte declarada de uno de esos bandos.
El derrotero de los acontecimientos nos muestra, inequívocamente, que el presidente de “los argentinos” no gobierna para sostener “la vida de todos”, sino para garantizar el desarrollo de la acumulación de capital, es decir, para defender el interés superior del sistema: la explotación y la ganancia capitalistas. La “inmunidad de rebaño”, la estrategia tan denostada de los Bolsonaro y los Johnson, aquella que elegía “la economía” por sobre “la salud”, se ha impuesto finalmente en la Argentina.
En momentos en que el “gobierno de científicos” enfrenta la primera gran protesta de los propios trabajadores del CONICET, que se movilizarán en todo el país frente a salarios que no alcanzan la canasta básica, un análisis científico de la política presenta una conclusión ineludible: sólo un gobierno de los trabajadores, es decir, de quienes producen la riqueza del país con sus propias manos, puede ofrecerle a la humanidad una salida a la catástrofe que se avecina.
Mariano Schlez - Investigador del CONICET
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