El anuncio de Kicillof de un aumento del 35-40% en el básico de la Bonaerense y la suba de otras asignaciones, dejó abierto un panorama político que sumará nuevas crisis por arriba y mayores movilizaciones por abajo.
Por de pronto, el amigo macrista del FdT, el intendente de CABA, Rodríguez Larreta, se aprestaba a dar, por la noche, su propio discurso alternativo, como vocero oficioso de la oposición, donde comunicará la decisión de apelar a la Corte la quita del 1% de la coparticipación de impuestos que le había cedido hace dos años la Nación, que sería usada ahora para financiar los aumentos otorgados por el gobierno de la Provincia a su policía. Dado el paso cansino de la Corte para resolver ciertos conflictos, es previsible el inicio de una negociación que empalmará con el tratamiento del Presupuesto 2021 y con los desplomes fiscales de todas las provincias y del Tesoro nacional. Se añade así un nuevo ítem a pelea judicial por las estafas económicas perpetradas por ambos lados de la ´grieta´. El mismo jueves, el juez Bruglia, al que Cristina Kirchner quiere sacar de la Cámara de Casación, donde Macri lo había puesto también a dedo, declaró nulos los procesos contra los macristas Dietrich y Garavano por los desfalcos que perpetraron en la renovación de las concesiones de autopistas sin recurrir a licitación. El gobierno, de su lado, había liquidado días antes los contratos de obras Público-Privadas firmadas por el macrismo – un régimen de concesión que ha quebrado en todo el mundo. El entrevero entre oficialistas y opositores por la mal llamada ´reforma judicial´, o por la presencialidad o no de las sesiones parlamentarias, encuentran su explicación en la lucha de ambos bandos por el único bote salvavidas para tantos corruptos – o sea el poder del Estado. Mientras tanto sigue la malversación del grupo Vicentín, y la campaña de las ´telco´ contra su encuadre como ´servicio público´. Esto ocurre cuando los contagios por el Covid crecen en Argentina a un ritmo superior al resto del mundo, salvo India, y el colapso de la atención de salud amenaza desde Jujuy y Salta hasta Tierra del Fuego. El retrato del derrumbe de la capacidad de gobierno de la burguesía no podría ser más fatal.
Cristina ´capitana´ y el ´soviético´ Kicillof lograron salvar por ahora el pellejo del ´sheriff´ Sergio Berni, quien logró la proeza de no poner la cara ante los policías y el país en ningún momento de esta crisis. Toda una hazaña para un fogueado andarín televisivo. Aunque el derrumbe de su autoridad es incontrastable, lo peligroso ahora es que busque restaurarla con una embestida contra los sin techo que ocupan terrenos urbanos, en su mayoría fiscales. El aumento del 50% en los haberes, no es políticamente gratuito. La tregua entre la tropa y la jerarquía es una amenaza para el pueblo. Sin embargo, no hay respuesta más humana a la pandemia viral que arrancar un espacio para construir una vivienda que permite acogerse al ´aislamiento social´. Lo que la ministra nacional de Seguridad ha llamado una cuestión de “hábitat”, es en el marco de la cuarentena capitalista generalizada, una cuestión de vida. Horacio Verbitsky salió de su cueva periodística para atacar, ante un Gustavo Sylvestre atónito, al ´cowboy´ Berni, y lo hizo responsable de un desmadre policial que, según él, “todos veían venir”. Es casi una denuncia de haberlo promovido. Berni, por su lado, se queja de la falta de reconocimiento a su labor de manipulación y encubrimiento de la Bonaerense en la investigación por el secuestro y muerte de Facundo Astudillo Castro. El saldo de la crisis policial amenaza con reforzar un cierre de filas para que la muerte del joven de Pedro Luro no sea esclarecida.
Cuando en marzo fue establecida la cuarentena, muchos se apuraron a ver en ella la creación de “un estado de excepción”, lo que significa, por un lado, la cancelación de los derechos constituciones y, por el otro, un ´poder fuerte´ con capacidad de solventar esa anulación. Ocurrió en China, con la salvedad de que ese estado de excepción es la norma política de su régimen desde mucho antes de la pandemia; y en Filipinas y Hungría. Es el latiguillo que el macrismo dirige contra el gobierno, esgrimiendo el pretexto de las reuniones digitales del Congreso, que acepta de buen gusto, mientras juega a los ´banderazos´. Si la cuarentena habilita una tendencia al estado de excepción, es claro que ha chocado con otra tendencia que la precede – la rebelión popular. Si no preguntemos al chileno Piñera, al norteamericano Trump, al bielorruso Lukashenko, al colombiano Duque – e incluso a Putin. La pandemia ha dejado al desnudo la fragilidad, cuando no el desplome, de las bases económicas, sanitarias y políticas de todos los regímenes en presencia. Quinientos policías en la Ricchieri y el Camino de Cintura y otros cincuenta en Olivos, consiguieron lo que fueron a buscar en menos de 72 horas. Varios analistas de la burguesía advierten el elevado grado de desintegración del estado.
Pero el básico de un policía no es más delgado que el de los trabajadores de la salud o de los docentes, no hablemos de los jubilados, ni de la masa de la clase obrera. Si algún uniformado tuvo que poner de su bolsillo lo que el aparato no le daba, numerosos enfermeros han tenido que pagar sus hisopados, o ver que le descuentan el salario por el tiempo de aislamiento después de un contagio que contrajeron en una unidad de terapia. Todos ellos saben que un aumento del 50% es posible – en especial en las grandes empresas y laboratorios, en supermercados y comercios, en colectivos y trenes. Donde no es posible tampoco están trabajando porque fueron despedidos. Los representantes del poder y del capital están discutiendo las conclusiones que deben sacarse de la crisis policial; los trabajadores ya están discutiendo las suyas.
Aumento del 50% de los salarios y remuneraciones de todos los trabajadores. Si la clase dominante es incapaz de hacer frente a la pandemia, ni asegurar las condiciones de vida de aquellos a quienes explota, luego de quinientos años de acumulación de riqueza bajo sus diferentes formas, la conclusión ya fue anticipada por las generaciones precedentes – derrocar su dominación política y social mediante la organización y la lucha.
Jorge Altamira
10/09/2020
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