Bastaron unas pocas horas de amotinamiento y ´acampes´ para que Fernández y Kicillof cedieran por completo al reclamo de los efectivos policiales bonaerenses.
El gobierno aumentó en un 40% el sueldo de los uniformados – acá no hubo “crisis ni emergencia”. Para ello, manoteó las arcas del macrista Larreta, al cual compensará oportunamente con el botín de la privatización de las tierras nacionales en la Ciudad.
La rápida salida a la crisis busca cerrar la única brecha que el Estado no puede tener abierta – la del aparato de represión que debe dar cuenta de las monumentales contradicciones sociales en curso. A la vuelta de los motines policiales, están las ocupaciones de tierras, el colapso hospitalario, las fábricas que ´explotan´ por reclamos contra la inseguridad sanitaria y el salario.
Pero para todos ellos, para los enfermeros, médicos, maestras y obreros, el motín policial ha dejado una lección. El gobierno de la “falta de recursos” echó mano de ellos cuando las papas quemaban. El gobierno de la ´emergencia sanitaria´ fallida -que rescató al capital, pero no a los trabajadores de la salud- puso a sus finanzas en emergencia para rescatar, ahora, a los uniformados. La policía tuvo el tratamiento de otros extorsionadores – BlackRock y los otros acreedores de la deuda. Muy pronto, el FMI hará lo propio con los recursos del país.
La cuestión policial se ha zanjado provisoriamente. Pero el colapso sanitario, el derrumbe social, la crisis habitacional, la carestía y la penuria salarial siguen su marcha impiadosa. Es hora de deliberar, convocar plenarios, resolver un rumbo de lucha y discutir, en congresos de trabajadores y en un gran congreso obrero, que es la hora de imponer nuestras aspiraciones y nuestra salida frente a un gobierno y un régimen político y social que nos lleva a la ruina social y a la muerte.
Nota de tapa de Política Obrera N°21
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