martes, 15 de septiembre de 2020

Falabella-Sodimac y la huida de las multinacionales



Se suma a la larga lista de empresas que deciden vender sus negocios en el país.

La cadena chilena Falabella comunicó oficialmente su decisión de vender la firma en Argentina, o al menos buscar un «socio estratégico» para reducir su exposición en el mercado local. Además de sus diez tiendas, también controla nueve de Sodimac, y ya anunció el cierre de cuatro de ellas. Pusieron en marcha también un plan de «retiros voluntarios». Se suma a una larga lista de empresas extranjeras que están abandonando sus posiciones en el país, y de los llamados «mercados emergentes» en general, al calor de la crisis capitalista.
La patronal de Falabella-Sodimac afirma que registró pérdidas en el último trimestre, principalmente por la fuerte caída del consumo, a lo que suman que las restricciones para importar le coartaron gran parte de su comercialización. En una situación similar se encuentra la estadounidense Walmart, que también anunció su decisión de vender sus negocios en el país, y desde febrero se desprendió de doce locales (que vendió a Día), cerró una sucursal (dejando en la calle a 200 trabajadores) y en otras trece despidió personal. Al mismo tiempo, circulan rumores acerca de que Carrefour seguiría los mismos pasos, pero no hay información oficial aún.
En el sector aeronáutico, el cuadro se repite. A la decisión de Latam de dejar de operar vuelos de cabotaje en el país, se le suman la estampida de Qatar Airlines, Emirates, Air New Zeland, Norwegian. Si es cierto que las aerolíneas han sido particularmente afectadas por la pandemia, también lo es que casi no hay expectativas en algún tipo de crecimiento económico en el futuro cercano.
Panasonic acaba de trasladar su producción a Brasil, luego de acusar que su ventas cayeron un 50% en 2019. Nike, Wrangler y Lee siguieron el mismo camino. Algunas multinacionales Peugeot, Renault, Honda, Imperial Cord, Pepsi, Avianca y Hitachi cerraron establecimientos y masificaron despidos en el último tiempo. Las cadenas Starbucks y Burguer King también redujeron su presencia en el país.
En el sector farmacéutico la estadounidense 3M informó que también se va de Argentina, igual que la embaladora Gerresheimer, y el laboratorio francés Pierre Fabre vendió su planta de Virrey del Pino. Dentro de la rama automotriz, recientemente las fabricantes de pinturas para autos Basf (alemana) y Axalta (estadounidense) tomaron la misma decisión; la autopartista francesa Saint Gobain Sekurit ya dejó de producir parabrisas en su fábrica de Mercedes, Honda directamente suspendió la producción, mientras que Ford y Volkswagen suspendieron proyectos de inversión.
El telón de fondo de este proceso es la crisis capitalista mundial, que lleva a las grandes multinacionales a recortar inversiones, abandonar mercados y despedir miles de empleados en todo el mundo, como parte de una política empresaria de repatriación de capitales desde los mercados periféricos hacia sus casas matrices. Es un testimonio de la tendencia a la caída de la tasa de ganancia, la saturación del mercado mundial, y en definitiva la bancarrota capitalista que la pandemia no hizo sino agravar.
Los que pagan los platos rotos son por supuesto los trabajadores, y esto no solo por los despidos masivos y las reestructuraciones empresariales que barren con las conquistas laborales. Resulta que esta estampida de las multinacionales del mercado local es aprovechada por los voceros de las cámaras patronales para batir el parche sobre la necesidad de reducir el «costo laboral» y la carga impositiva. Es un fraude, toda vez que el derrumbe del consumo, que afecta la rentabilidad, es un reflejo inconfundible de la caída del poder adquisitivo de los trabajadores. La reforma laboral y la tributaria, por lo demás, están en la agenda fondomentarista del gobierno de Alberto Fernández, pero no reactivarán el mercado sino que solo engordarán la cuota de ganancia capitalista sobre la clase obrera.
Por último, el cierre de las importaciones que hizo saltar la ecuación de algunas de estas empresas extranjeras promete mantenerse. Fernández y Martín Guzmán ya comunicaron su intención de mantener cerrado el grifo a toda fuga de dólares, necesarios para el repago de la deuda, es decir que profundizarán una política recesiva. Es una de las claras manifestaciones de que el acuerdo colonial con los bonistas y el FMI lo pagan los trabajadores.
El movimiento obrero tiene el desafío de hacer frente a esta ofensiva patronal. El camino lo marcan los trabajadores de Latam, que impidieron el intento de la empresa de llevarse los aviones de matrícula argentina con la toma del hangar en Aeroparque. Es el rumbo que antes adoptaron los trabajadores de Kimberly Clark, que ocuparon la planta papelera contra el cierre de la empresa. La salida es la ocupación de toda empresa que cierre o recorte masivamente el personal, para derrotar los despidos y las operaciones de vaciamiento, para imponer el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario y la estatización para ponerla a funcionar bajo control obrero.

Iván Hirsch

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