En Azul ha estallado la polémica semanal. El pasado miércoles 23, un grupo de jóvenes que se encuentra atravesando el último año de la secundaria se reunió en el parque. Un acto temerario, ciertamente, en una ciudad con 1.500 afectados por el COVID , que posiblemente tenga consecuencias sanitarias. La policía se hizo presente. Los estudiantes les reprocharon haber expuesto al prójimo a mayores peligros con su asonada.
El gobierno municipal ha utilizado a este grupo de pibes, protagonistas de una acción desafortunada, como chivo expiatorio. Con modestas vallas y un plan logístico los festejos de primavera hubieran sido persuadidos sin mayores inconvenientes ni esfuerzos.
La gestión Bertellys-Vieyra ha montado un discurso acuciante inculpando a la sociedad de los efectos del COVID, sobre todo a los trabajadores y la juventud. De esta manera el estado, hace caso omiso a los contagios en los lugares de trabajo y establecimientos públicos, exonerando de culpas al estado y al capital, que no han dejado de vulnerar normas y protocolos de seguridad e higiene. Incluso en ocasiones obligando a los trabajadores a presentarse a trabajar con síntomas, amenaza de despido de por medio. El ejecutivo oculta la proveniencia de los contagios solapando su responsabilidad en los mismos. En estos seis meses, ha reinado el ocultamiento informativo.
El episodio del miércoles pasado no deja de ser un capítulo. La rentabilidad empresarial no puede estar sobre la salud y la vida. Es necesaria la organización de los trabajadores por el cumplimiento de los protocolos en los lugares de trabajo. Es indispensable que el estado ponga a disposición todos los recursos sanitarios de la ciudad incluso los privados, no se puede permitir ni una nueva muerte domiciliaria. Urgente incorporación de personal de salud, insumos y respiradores.
Recomposición salarial y aumento extraordinario a los trabajadores que se encuentran batallando contra el COVID, pase a planta de los precarizados, distribución de las horas de trabajo con la apertura de nuevos turnos. Los precarizados y desocupados no pueden transitar la enfermedad sin el sustento material, el estado debe hacerse responsable.
Bertelllys-Vieyra, el colapso es suyo.
Nahuel Mirande
29/09/2020
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