El Banco Central ha dispuesto un paquete de medidas cambiarias que implican un avance significativo en el sendero de la devaluación. Ha hecho enorme ruido el encarecimiento del dólar ahorro y turístico, por cierto importante para millones de argentinos. Especialmente los que compran en el oficial para venderlo en el paralelo y así pucherean un poquito mejor.
Pero es probable que la medida más significativa del nuevo régimen cambiario sea el reperfilamiento compulsivo de las deudas privadas. El BCRA anunció que quienes tengan vencimientos de capital en el exterior no podrán liquidar más del 40% de las mismas, al menos no oficialmente. Esta política es el verdadero reflejo de la gravedad de la situación porque si bien puede dar lugar a todo tipo de chanchullos por parte de las empresas que generen nueva deuda en el extranjero como una forma de fuga de capitales, generará al mismo tiempo una traba para la relación entre sucursales y casas matrices y de las empresas con sus proveedores de insumos, además de los préstamos de bancos. Es un desquicio recesivo y por sobre todo inflacionario, porque obligará en mucho mayor medida a la actual al elevar los costos según algunos de los dólares paralelos para continuar el movimiento económico. Lo que caerá sobre las espaldas agobiadas de los consumidores.
El Banco Central lanzó también nuevas normativas que consisten en un encarecimiento y entorpecimiento de la compra de los famosos 200 dólares mensuales para “ahorro”. Para decirlo claramente: estamos frente a una devaluación encubierta y un achicamiento del cupo. Lo primero, porque se incluirá –como se hizo durante el cepo del gobierno de CFK- un 35% extra sobre el precio del dólar a cuenta del impuesto a las ganancias, lo cual hará que el precio del dólar ahorro o turístico pase de $102 a $130. Quienes no tributen este impuesto podrán completar una declaración jurada para que eventualmente el gobierno devuelva ese 35% pero no se sabe cuándo y que no tendrá en cuenta la depreciación del peso entre el momento que se pagó y se devolvió.
Por otro lado, el achicamiento del cupo va de la mano de considerar a todos los gastos en moneda extranjera (Spotify, Netflix, etc.) a cuenta de lo que se puede comprar por mes. El gobierno está raspando la olla como producto de la quiebra patrimonial del BCRA y la caída estrepitosa de las reservas regulando la utilización de estas y otras aplicaciones. Asimismo, si alguien en el extranjero gasta por encima de los 200 dólares permitidos por mes, el resto irá a cuenta de los meses siguientes. Por ejemplo, lo que se gaste en Brasil, que ha previsto el ingreso extranjero a sus playas para el verano, se pagará a $130.
Al mismo tiempo se impusieron nuevas restricciones al acceso al dólar CCL (el que se produce por la compra de bonos en pesos y su posterior venta en dólares) prohibiéndolo para los extranjeros y aumentando el parking (el tiempo que se deben conservar los bonos en pesos, antes de su venta en dólares) de 5 a 15 días. Son medidas menores, parches para no tomar las medidas de fondos que ameritan en una situación como esta: la nacionalización del comercio exterior para desarrollar un plan de desarrollo nacional junto con la nacionalización de la banca para garantizar la permanencia del ahorro interno en las fronteras del país, frenando una fuga de capitales frente a la cual los gobiernos hacen oídos sordos, cuando no la incentivan o financian.
El remedio y la enfermedad
La “brecha” es combatida igualando para arriba, o sea devaluando parcialmente. Pero vendrá una nueva brecha, incluso antes de que abran los mercados el dólar blue ya estaba cotizando cerca de un 10% más caro que el día anterior, es decir que al menos para uno de sus objetivos principales los anuncios pintan a fracaso.
Una nueva brecha, con un piso (dólar oficial) y un techo (dólar blue) más altos, es ni más ni menos que una devaluación. El traslado a precios de esta devaluación es lo único verdaderamente incierto en este contexto, pero considerar que los empresarios no remarcarán los precios cuando tendrán que dolarizarse en el blue para pagar a sus proveedores en el extranjero es una verdadera fantasía. Ni hablar de la brecha que surge para el capital agrario, que tiene el descuento de las retenciones y compra los insumos contaminantes a precio dólar de importación del que hablamos al principio, lo que puede neutralizar el aumento de los granos que está ocurriendo. No pareciera que los especuladores que tienen los silos repletos vayan a liquidar en estas condiciones.
En el medio, el salario de los trabajadores se deprecia porque se abarata medido en dólares y porque la inflación está en franco aumento. La marcha del Plenario del Sindicalismo Combativo de mañana es una enorme oportunidad para reclamar por la reapertura de las paritarias y oponerle a la desorientación del gobierno un programa de salida de los trabajadores para que la crisis la paguen los capitalistas.
Guido Lapa
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