sábado, 2 de junio de 2018
1968: los albores del rock nacional y el Mayo cordobés
Tras el golpe de estado de '66 que derrocara a Illia de la presidencia, con la llamada "Revolución Argentina" comienza la dictadura militar encabezada por Onganía, con el apoyo del establishment, la CGT con Vandor a la cabeza y la complicidad de Perón quien, desde Madrid, aplaude el golpe manifestando públicamente que "era la única salida para acabar con el régimen corrupto que imperó en Argentina los últimos 3 años" y ordenó a sus seguidores "desensillar hasta que aclare".
Entre sus primeras medidas de gobierno el régimen de facto toma la decisión de intervenir las universidades para terminar con su autonomía, y en la fatídica "Noche de los bastones largos" desalojan a palazos las facultades de exactas y naturales y de ciencias sociales, que se encontraban ocupadas, reprimiendo ferozmente a estudiantes y docentes, dejando un saldo de 400 detenidos, decenas de heridos y el exilio masivo de intelectuales y científicos en la denominada "Fuga de cerebros".
A la devaluación del 40% en la moneda, el congelamiento de salarios, la persecución política y sindical y la suspensión de los convenios colectivos de trabajo se sumaron los reclamos estudiantiles y del arte y la cultura, dando inicio a la unidad obrero-estudiantil, clasista e independiente, que se fue formando y preparando para la semi-insurrección y enorme gesta popular encabezada por la clase obrera, en unidad con el movimiento estudiantil, que en el ’69 hirió de muerte a Onganía pasando por encima de las direcciones burocráticas y logrando el apoyo del pueblo pobre con los trabajadores a la cabeza: "El Cordobazo".
A esa enorme fuerza que logró amplio apoyo popular, venció a la policía en las calles y se replicaba en distintas ciudades del país, le faltó organización política; un partido de trabajadores que representara sus intereses para convertirse en una insurrección con pretensiones de derrocar a la dictadura de la burguesía y tener la seria intensión de tomar el poder con la clase obrera a la cabeza y un movimiento estudiantil politizado, ambos capaces de profundizar en su ascenso y unidad de acción.
Aún así, con esa relación de fuerzas tan dispar entre trabajadores y milicos mercenarios de las corporaciones y la iglesia gobernando a punta de metralla, se abre un período revolucionario que solo pudo ser cerrado por la burguesía a partir de 1976 y perpetuando un genocidio.
Con la doctrina de la seguridad nacional contra el enemigo marxista y la censura so pena de cárcel, muerte o exilio tocándole el hombro, comienza a formarse un movimiento contracultural con músicos que desafían las reglas y normas de la época.
Fuertemente influenciados por la música beat, la revolución sexual y las consignas del mayo francés, surgen bandas como Los Gatos, Manal, Almendra y Los Abuelos de la Nada, dando inicio a un debate cultural contra las fuerzas conservadoras de la doble moral y las buenas costumbres. Censurada en los principales medios de difusión por contenido (todo lo que atentara contra la doctrina eclesiástico-castrense era excluido por marxista) o por espacio (el 75% de la música que pasaban las radios tenía que ser autóctona y el rock local era considerado foráneo) este movimiento contracultural se abre paso ante el autoritarismo y comienza un período de gran creatividad en la escena local.
En esta etapa de disciplinamiento político-sindical para aplicar el liberalismo económico como objetivo central, en el que se dictó la ley de "conciliación obligatoria" (que se aplicaba en todos los casos y con la pistola en la cabeza) y regía el estado de sitio permanente, el arte y la cultura no podían quedar al margen de la política (nunca lo están), por eso la censura atacó a artistas de todas las disciplinas y nacionalidades como Alberto Ginastera, Manuel Mujica Lainez, Bela Bartok, Michelangelo Antonioni, el Instituto Di Tella, y muchos más.
En una etapa oscurantista en la que el Opus Dei y el ejército aplicaban su "normalidad" por la fuerza (estaba prohibido besarse en la calle, las razzias eran cotidianas en recitales, fiestas o cualquier lugar de reunión juvenil, las mujeres eran detenidas por usar minifalda y los varones que usaban pelo largo eran rapados por el "coiffeur" de la comisaría), estas bandas, inspiradas por el Mayo Francés y la cultura hippie alteraban los valores y objetivos de la iglesia y los milicos pero no eran una amenaza para el orden social impuesto ya que no se organizaban políticamente, pero eran la expresión de toda una juventud que empezaba a rebelarse.
"La Balsa" no iba a derrotar a "La Morsa" (NdE, así le decían al dictador Onganía). Para el conservadurismo eran bichos raros, pero mucho menos peligrosos que los miles de militantes que eran torturados en las comisarías, los dirigentes de base y estudiantiles asesinados. Eran pacifistas con ideas libertarias, individualistas al fin, frente a hombres de armas en el poder.
Sin embargo, su aporte contracultural, desde la música e idealismo humanista, estimulaba a los jóvenes a romper con las convenciones retrógradas y castradoras imperantes desde hacía siglos para comenzar a imaginar y visibilizar otro mundo posible.
En la escena local comienza a florecer el Under y con él una estética más contestaria, marginal y en muchos casos politizada por izquierda, que plantea la ruptura con el viejo orden social. A la revolución sexual y la experimentación con psicoactivos le suma a la cultura local las reivindicaciones por los derechos de las mujeres, el desafío a la autoridad, la rebeldía ante la prohibición.
Para ese entonces surge una comunidad hippie-platense integrada por músicos, artistas plásticos, intelectuales, actores, poetas y artesanos que en el ’68 comenzara a llamarse "La Cofradía de la Flor Solar". Aunque reivindicaba el "flower power", como tantos otros artistas de la época, presentaba una propuesta de colectivo artístico que no dejaba afuera la problemática social como era tendencia en quienes quedaban estancados en la salida ingenua (en el mejor de lo casos) de reivindicar únicamente los derechos y libertades individuales como entes aislados que no identifican el problema sistémico de raíz sino que cuestionan sus consecuencias y las interpretan como una cuestión de "conciencias" y "espiritualidades" más o menos elevadas.
Entre los primeros integrantes de "La Cofradía..." se encontraban Kubero Díaz, Rocambole, Jorge Pinchevsky y un joven Skay Beillinson, que venía de participar de las revueltas de Mayo en París, presenciando los métodos de acción directa y de los movimientos artísticos contraculturales de los jóvenes franceses dejándole una impresión que se reflejaría crudamente en el sonido y las melodías de la comunidad artística de La Plata de entonces y en su descendencia ricotera.
Así nacía el rock subterráneo en la escena local, como una manifestación artística y política que se oponía al sistema y su tiranía; una oposición de sonido crudo y tendencia revolucionaria que se abrió paso con su blasfemia entre púlpitos condenatorios y logró superar los límites impuestos por las botas canonizadas que promovían a Palito Ortega, Sandro, el tango y el folklore tradicionalista, entre otros productos, que la oficialidad promocionaba como sana cultura idiosincrática y hegemónica por designio de dios.
En ese contexto de lucha política entre la opresión del poder y la juventud que se rebelaba ante sus designios nacía el rock nacional en un traumático parto, fuertemente influenciado por el hippismo que se oponía a la guerra de Vietnam, la revolución cubana y las revueltas de París, con su rebeldía contestaria y anti-sistema a flor de piel.
Esa era su esencia antes que se lo comiera la industria y lo redujera a entretenimiento fetichista del mismo sistema que lo aborrecía y reprimía sus impulsos libertarios; pero esa es otra cuestión para discutir con los músicos de hoy que no se arrodillan ante el poder y mantienen al rock con vida, como una expresión íntima y más cercana de los jóvenes que padecen las injusticias del capitalismo que del brillo de sus vidrieras.
Hernán Maglioni
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