jueves, 2 de mayo de 2013

El asado sin patrón



Desde comienzos de este año los trabajadores de cuatro parrillas de la Ciudad de Buenos Aires se organizaron en cooperativas ante el intento de cierre por parte de los dueños. Con el correr de los días sumaron otro establecimiento y son más de 200 trabajadores que inician esta experiencia aunque con una ardua batalla legal por delante.
Don Battaglia, Mangiata, La Soleada, Alé Alé y Los Chanchitos son las cinco parrillas de la Ciudad de Buenos Aires que se encuentran funcionando de forma cooperativa. La historia se remonta a fines del año 2012 cuando la amenaza de cierres y despidos provocó la reacción de los trabajadores.

¿Qué pasó?

Las cinco parrillas mencionadas junto con La Zaranda (cerrada hace más de un año) pertenecían al grupo empresario Oja. Sus dueños realizaron durante meses un vaciamiento sistemático que tenía como desenlace el cierre de los establecimientos y el despido de todos los empleados.
Alejandro Toledo, presidente de la cooperativa Alé Alé, explicó en el programa radial Con el pie izquierdo de Radio Sur FM 88.3 que “siempre se trabajó muy bien. Son cinco parrillas muy conocidas, la gente sabe que se come muy bien, se trabajaba a local lleno. Es muy obvio que hubo un mal manejo de parte de los empresarios Sergio Lipovich y Jorge Andino”.
A su vez Toledo dio cuenta de la metodología empleada para liquidar los locales: “Hicieron un vaciamiento total de todas las empresas a través de una distribuidora que se llama ‘Oja’ (como el grupo empresario) que obligaba a los restaurantes a comprarles insumos a un sobreprecio muy elevado. Creando así deudas impagables cuando en realidad ellos eran los mismos dueños de la distribuidora. De esa manera fueron vaciando los locales y empezaron a generar deuda con los alquileres”.
En este sentido Raúl Armengol, trabajador de Don Battaglia, detalló en una entrevista en el diario Página 12 como era el manejo con la distribuidora: “Pagaban un litro de leche a 15 pesos, por ejemplo. Un pantalón de trabajo, que en cualquier negocio costaba 100 pesos, lo compraban a 300, y a los cubiertos y copas les recargaban un 300%. Esta empresa distribuidora fue chupando toda la ganancia y así fue que entraron en una rueda de deudas”.
Según relataron los mismos trabajadores en diciembre de 2012 los administrativos y el socio gerente dejaron de ir a los locales y en enero les dijeron que fueran buscando otro trabajo, que iban a cerrar.
Los empleados solían rotar de un restaurante a otro mientras trabajaban para Oja y mantenían cierto conocimiento entre sí y de cómo marchaban las cosas en cada lugar. Esto les facilitó, ante el intento de cierre, seguir funcionando para mantener su fuente de trabajo.
Luego de varias semanas de incertidumbre tomaron contacto con la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados (Facta). De esta forma primero Alé Alé (que fue también la primera en ser ocupada) se conformó como cooperativa de trabajo y le siguieron las demás siendo Los Chanchitos la última en sumarse durante el mes de abril.
Respecto a los empresarios Toledo aseguró que “la única noticia que tenemos de Lipovich es que nos ha hecho una denuncia por usurpación y supuesta estafa a la empresa. Cuando en realidad lo único que hemos hecho es mantener el local abierto evitando perder nuestra fuente de trabajo ya que es el único sustento económico que tienen nuestras familias”.
Para mantenerse en funcionamiento, las cinco parrillas pagan a los proveedores en efectivo y están negociando hacerse cargo de los alquileres, salvo en el caso de Alé Alé, donde los dueños del inmueble no lo quieren seguir alquilando. De hecho, al revisar los papeles de la empresa, los trabajadores encontraron que no sólo el contrato de alquiler estaba vencido, sino que además había un convenio de desalojo del lugar, que la empresa había previsto cumplir en diciembre de 2012.
Sobre este tema Toledo remarcó que “al abandono de la patronal se suma un posible desalojo de los dueños del local que no nos quieren alquilar. Quieren que nos vayamos porque supuestamente tienen vendido para hacer un edificio. Nosotros no estamos en condiciones de irnos a otro local”.
“Tenemos que llegar a una solución donde salgamos ganando los dos. Nosotros tenemos intención de pagar el alquiler, tenemos voluntad pero ellos no nos quieren hacer el contrato” concluyó el presidente de la cooperativa.
En el último tiempo diversos legisladores de la Ciudad de Buenos Aires se acercaron a expresar su solidaridad con los trabajadores y, el lunes pasado, realizaron una cena en Alé Alé para dar difusión a su lucha. El camino es largo pero por ahora el asado se sigue haciendo sin patrón.

Marcha

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