Las elecciones en el SUTEBA marcan un giro extraordinario en la conciencia de los trabajadores de la educación de la provincia de Buenos Aires, cuyas consecuencias todavía no pueden apreciarse en toda su magnitud.
La derrota del oficialismo en varias seccionales del conurbano, entre ellas la poderosa Matanza y en la región de La Plata y Ensenada simbolizan una tendencia antiburocrática irreversible en la conducta de los trabajadores del magisterio.
Lo avisamos a principios de marzo: “la lucha docente de este año apunta a tomar una forma histórica que desconcierta a todos y rompe con la rutina clásica con la que estaba investida en años anteriores”.
Lo repetimos 10 dias después en forma de conclusión: “el 22 de mayo hay elecciones en el SUTEBA, más vale que los docentes aprovechemos esa oportunidad y nos saquemos de encima a la burocracia celeste que lo maneja, caso contrario estamos condenados a seguir en una pendiente salarial que nos colocará entre los trabajadores peores pagos del país y encima como los más criticados y provocados desde el poder nacional y provincial”. Y luego del 22 de marzo cuando se establece la 1° tregua que la lista celeste festejó bailando afirmamos, “El problema de la celeste, es que todavía falta escuchar la música de las bases del magisterio ante esta nueva entrega sin condiciones.”
Pero, si todavía faltaba algo, la catastrófica inundación del 2 de abril en La Plata lo hizo emerger. Dijimos “La primera ofrenda a este pacto conspirativo fue el levantamiento del paro docente.
Baradel declaró que las razones para solidarizarse con Scioli “son mas que obvias”, encontrando de esta manera, en medio de esta situación excepcional, una excusa gigante para entregar la lucha” y mas adelante afirmaba “El Frente Gremial ha acordado con el sciolismo que los maestros deben estar exceptuados del reclamo popular y que es necesario “suspender” las medidas de fuerza (no en La Plata donde de hecho la mayoría de las escuelas no funcionan) sino en toda la provincia para no colocarse al margen de la sociedad.
Baradel y Petrocini han decidido que los trabajadores del magisterio abandonen su posición de huelguistas, que reclaman por un mejor nivel de vida, para volverse servidores de los responsables de esta desolación.
El docente que se inundó, que perdió todo, que falleció, según Baradel, debe volverse un servidor público al servicio de un gobierno que confisca su salario. Puede verse que el “más que obvio” de la burocracia celeste, demuestra de la misma forma (obvia) que la política de los sindicatos gira sobre si misma, al no tener en cuenta la situación de las bases, de lo profundo, de lo calamitoso por lo que pasan los propios trabajadores.”
Así pasaron 15 días de marzo, todo abril y lo que llevamos de mayo. Pero sucedió algo más, que impacto fuertemente entre los trabajadores del magisterio provincial.
La ministra Nora De Lucia ordenó el secuestro de 5 compañeros del sindicato ATE educación en La Plata, en medio de la vía pública, con personal de civil y autos sin identificación, mediante emboscadas o directamente en los lugares de trabajo. Envalentonada, De Lucia, acusa a los trabajadores de “delincuentes” y ensaya “un golpe audaz en contra de los trabajadores organizados, agrandado, entre otras cosas, por la aceptación cobarde de los gremios docentes a la conciliación obligatoria que frenó la lucha en el magisterio”.
La recuperación de las seccionales en el Suteba, tiene entonces varios antecedentes, lo llamativo en esta oportunidad, es la lectura provincial de las bases docentes de todos estos hechos y su manifestación en el proceso electoral del principal sindicato docente de la provincia de Bs AS.
La historia, es mas historia cuando los trabajadores leen los hechos sociopolíticos y aceleran las conclusiones que conducen a un cambio. Esto se verificó el 22 de mayo.
La huelga docente este año prometía ser histórica y ya empezó a caminar en dos pies.
Recuperación de las organizaciones sindicales
Todo empieza con un concepto: el concepto de recuperación de las organizaciones sindicales para los trabajadores.
Los sindicatos, fueron históricamente herramientas organizativas que los trabajadores usaron como un instrumento para luchar en contra de la explotación, la arbitrariedad y la dominación cultural de las empresas y el Estado. La función de las burocracias sindicales fue usurparlos y ponerlos a funcionar como entidades corporativas de entendimiento y conciliación con las patronales o como simples cajas recaudadoras al amparo del poder del Estado y los empresarios. El poder, compensa a estos hombres con prerrogativas económicas, políticas y acomodos en puestos claves del estado. Un verdadero cogobierno antiobrero.
Los diversos gobiernos capitalistas de la historia entendieron al movimiento obrero y a los trabajadores sindicalizados como un enemigo en potencia en el recorte de sus ganancias. Las ganancias se centran en la producción. Y la producción básicamente es la trasformación del esfuerzo físico e intelectual de las masas trabajadora (mayoritarias en la sociedad) en bienes particulares que benefician a ese sector chiquito que contrata mano de obra al menor costo posible y para exprimir el máximo esfuerzo posible.
Cuanto mayor explotación del esfuerzo, y cuanto menos sea el pago por el mismo, mayor será la ganancia. Esas son las conocidas reglas del trabajo bajo el capitalismo.
Los sindicatos surgen entonces desde hace mas de un siglo, como una resistencia vital de parte de los trabajadores a esa voracidad insaciable de un sistema que tiene por regla explotar el esfuerzo de las clases trabajadoras al menor costo posible.
Al capital le importa el trabajador en cuanto herramienta, por eso el salario obrero y el conjunto de las clases trabajadoras es unicamente un salario que permite la reproducción: salario mínimo fijado de acuerdo a pautas que miden cantidad de proteínas, vitaminas, fibras, etc. La evaluación del salario para el capitalista hace recordar la dieta balanceada que le dan los criadores a los animales.
El gobierno kirchnerista, cuyo relato no atenta sólo contra de toda la opinión pública sino en contra de la propia realidad, afirma que esta sopa proteico-vitaminosa que permite mantener vivo a un trabajador y en condiciones de ser explotado productivamente ronda los 6 pesos por día. Normalmente, esta aberración no suele ser tenida en cuenta socialmente más que como una especie de broma macabra de un gobierno encaprichado con las cifras, pero no deja de ser una radiografía o si se permite el oximeron: un recuerdo del futuro.
Las organizaciones obreras han luchado en contra de la concepción del llamado salario alimentario (mínimo), considerando que el sueldo debe ser básico, lo que da el carácter de un salario en blanco e intangible; vital, es decir que además de las necesidades alimenticias cubra todas, reivindicaciones culturales, sociales, educativas, de entretenimientos, vestimentas, etc, y móvil es decir que avance de acuerdo al aumento de precios de los bienes necesarios para que los trabajadores no pierdan en la puja entre salarios y precios.
El primer trabajo de la burocracias al usurpar los sindicatos fue tirar estas reivindicaciones al tacho de la basura. Su discurso se basa en hablar de masas salariales, necesidades provinciales de financiamiento, acuerdos de pagos con acreedores externos (desendeudamientos), subsidios y asignaciones a la pobreza, etc
Mientras tanto, las rebajas o ajustes salariales de los gobiernos se implementan sistemáticamente mientras las burocracias hacen la vista gorda.
El ajuste salarial tiene varias vías: la primera es la mantención de una tasa alta de desocupación y trabajo precarizado que incline el fiel de la balanza hacia el lado de una sobreoferta de mano de obra lo que actúa como lastre al incremento salarial.
Los docentes ha comprendido con dureza desde el año pasado que significa esta precarización y los que tuvieron que trabajar sin que se les pague sueldo alguno, siguen siendo miles en toda la provincia. Mientras el sciolismo gasta millones en campañas electorales y de propaganda política (cartelería, mega recitales, etc).
La desocupación y la precarización laboral tiene como objetivo diciplinar la demanda salarial de los trabajadores en actividad ante la mirada pasiva y cómplice de la burocracia sindical. Mariano Ferreyra fue asesinado como producto de la lucha en contra de estas políticas, donde la propia burocracia ferroviaria manejaba las empresas que tercerizaban mano de obra precaria a bajo costo.
En el caso del Estado a la tercerización directa de parte de los sindicatos, se le suman los acomodos en cargos públicos, las candidaturas en las listas del oficialismo, el cogobierno ocupando secretarias y subsecretarias.
La rebaja salarial siempre es justificada por la burocracia sindical en la defensa de los puestos del trabajo o del modelo o de la institucionalidad; en la mayoría de lo casos los trabajadores resisten estas políticas y se los intimida con amenazas de despido o suspensiones o con el “van a cerrar los cursos” (mientras se hacinan hasta 40 alumnos por aula) y cientos de argumentos más.
El hecho. es que las burocracias coinciden con estas políticas a partir de acuerdos económicos e ideológicos con las patronales, defienden encarnizadamente la contabilidad secreta de las empresas, la subejecución de los presupuestos provinciales, siempre por sobre la necesidad de los trabajadores.
Otra vía, del saqueo salarial, es el impuestos al salario, la suspensión de aportes patronales a los fondos previsionales, la carga impositiva con la se grava la compra de productos de primera necesidad (IVA) etc.
Existen, además, formas menos directas, pero no menos efectivas, para continuar con este saqueo salarial, aceptadas por las burocracias sindicales.
La política inflacionaria es una de ellas. La inflación corroe los salarios mes tras mes mientras la burocracia acepta en paritarias ofertas salariales en cuotas, las que, cuando son anualizadas, implican una rebaja del sueldo real.
La coincidencia con el “modelo”puede llevar a Baradel declaradamente a apoyar la progresiva devaluación de la moneda o incluso un shock devaluatorio, que significará una catástrofe en el poder de compra de los trabajadores. Yasky y Baradel no se han pronunciado sobre la revisión por arriba del estatuto del docente, cuestión que CFK planteó claramente en su discurso de aperturas de sesiones el 2012 cunado atacó “los privilegios de docentes” con cuatro meses de vacaciones o que viven de licencia médica, etc. recordados por todos.
Recuperar los sindicatos es en este sentido, una medida de autupreservación de las bases docentes. Es querer recuperarlos para la lucha en contra de toda esta inmundicia vaciadora de la escuela pública.
El mandato de los trabajadores a las listas y agrupaciones opositoras fue claro: “Suteba es de los trabajadores” este es el grito por un sindicato clasista que recupere las viejas tradiciones sindicales de independencia de las patronales y el Estado a favor de los trabajadores.
Por eso el concepto sindicato recuperado es mandato y programa.
Daniel Cadabón
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